La última vez que una ministra de salud se atrevió a difundir las estadísticas que confirmaban un aumento sin precedentes de la mortalidad materna e infantil en Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro la destituyó del cargo. Era mayo de 2017, cuando la ginecóloga Antonieta Caporale ordenó que se publicaran estos reportes epidemiológicos en la página web del Ministerio de Salud que no se actualizaban desde el 2014. Sin embargo, apenas unas horas después, supo que tendría que dejar su despacho.

Desde entonces, el régimen no difunde los informes y boletines sanitarios y sus funcionarios evitan hacer declaraciones que reconozcan lo que ya es imposible de ocultar en el país: el enorme retroceso de la salud de los venezolanos por el colapso de los hospitales, la escasez de alimentos y medicinas y el deterioro generalizado de las condiciones de vida.

Los más confiables indicadores que nos dan una idea de la magnitud del daño a la salud de todo un país solo aparecen en los informes de organizaciones humanitarias, asociaciones científicas de médicos y profesionales de la salud que se enfrentan a la censura y ONG locales que están Venezuela. Para este especial, revisamos los reportes de 19 instituciones que cubren los datos ausentes en distintos tópicos de salud pública y los analizamos para mostrarlos en gráficos que nos ayuden a tomar una radiografía actual de la crisis.

Sarampión: la epidemia continental

En Venezuela, el número de contagios nuevos de sarampión es uno de los mayores del continente: 196 casos por cada millón de habitantes, cuatro veces mayor que el de Brasil, donde se reportan 49 casos por millón de habitantes.

El sarampión puede prevenirse con una vacuna, pero el país tiene varias limitaciones en sus estrategias de inmunización.

La epidemia migrante

El rebrote del virus del sarampión se registró en julio de 2017 en Venezuela debido al abandono de las estrategias de vacunación. Desde entonces, se ha ido propagando por América Latina. La prueba está en que el genotipo D8 del virus identificado en los casos confirmados en Venezuela es el mismo hallado en los contagiados en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Chile y Perú.

Una tarjeta de vacunación regional

Las epidemias que rebrotaron en Venezuela y que se expanden a los países vecinos han obligado a las autoridades de la región a tomar medidas sanitarias conjuntas. Una de las recientes decisiones es la tarjeta de vacunación regional que recibirán los migrantes venezolanos a partir de octubre de 2019.

El propósito es garantizar que los migrantes sean inmunizados, se proteja su salud y al mismo tiempo se reduzca el riesgo de transmisión de enfermedades altamente contagiosas como el sarampión. La tarjeta de vacunación regional funcionará en Colombia, Ecuador, Panamá, Perú, Haití, República Dominicana, Argentina, Paraguay, Estados Unidos y Canadá.

La TBC no solo afecta a los pobres

Hasta hace algunos años, los venezolanos consideraban que la tuberculosis era una enfermedad bajo control, pero el deterioro de sus condiciones de vida ha generado que el virus reaparezca y su contagio se expanda a todos los segmentos de la población.

Los grupos más vulnerables siguen siendo las personas detenidas en cárceles y la población indígena.

Según la OMS, el programa nacional de tuberculosis de Venezuela solo tenía financiado el 14% de su presupuesto para el 2018.

Sin medicinas para controlar el VIH

Según la Red Venezolana de Gente Positiva, aproximadamente 62.000 venezolanos que tienen VIH no reciben los medicamentos para su terapia de manera regular. Las consecuencias son graves: se calcula que cada día mueren de 20 a 30 personas por causas relacionadas con el sida.

Por eso, en setiembre de 2018, alrededor de 7.700 venezolanos con VIH ya se habían sumado a la ola migratoria con destino a los países vecinos en busca de medicinas.

Malaria: un rebrote agresivo

Venezuela fue alguna vez un ejemplo global en la lucha por la erradicación del mosquito de la malaria o paludismo, pero ahora es el epicentro de un agresivo rebrote de esta enfermedad que amenaza a las naciones vecinas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que el país tuvo un crecimiento de casi 1000 por ciento en el número de casos confirmados de malaria entre los años 2010 y 2017, ya que se registraron 412.000 personas diagnosticadas con esta enfermedad en ese período. Esa fue la tasa de crecimiento más rápida del mundo entero, según la revista The Lancet.

Un estudio publicado en abril de 2019 por las científicas venezolanas Adriana Tami y María Eugenia Grillet estima que los casos de malaria alcanzaron el millón en 2018.

La TBC no solo afecta a los pobres

Hasta hace algunos años, los venezolanos consideraban que la tuberculosis era una enfermedad bajo control, pero el deterioro de sus condiciones de vida ha generado que el virus reaparezca y su contagio se expanda a todos los segmentos de la población.

Los grupos más vulnerables siguen siendo las personas detenidas en cárceles y la población indígena.

Según la OMS, el programa nacional de tuberculosis de Venezuela solo tenía financiado el 14% de su presupuesto para el 2018.

Cáncer: faltan médicos y medicinas contra el dolor

El cáncer es la segunda causa de muerte en Venezuela. En el 2017, al menos 26.510 personas fallecieron por causas relacionadas con este diagnóstico, según la Sociedad Anticancerosa de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar.

La falta de medicamentos y de médicos de cuidados paliativos son problemas constantes en los hospitales. Hasta hace algunos años, se disponía de 45 medicamentos, entre analgésicos, antinflamatorios y coadyuvantes, para aliviar el dolor de los pacientes con cáncer, pero ahora la mayoría no está disponible.

Servicios de salud colapsados

En 2018, la Encuesta Nacional de Hospitales, realizada por la Red Médicos por la Salud, reveló una grave situación: 92 hospitales de 23 estados de Venezuela tenían diversos problemas que impedían la atención en condiciones mínimas a los pacientes.

El 88% de centros médicos no cuenta con medicamentos, mientras que el 53% tiene quirófanos o pabellones inoperativos. "Enfermarse en Venezuela es comenzar a morir", dice René Rivas, presidente del Colegio de Médicos en el estado Lara.

Generaciones de hambre

La crisis ha obligado a muchas familias a inventarse formas de cubrir las comidas del día. Desde comer menos raciones, buscar alimentos en la calle y sustituir insumos para preparar algo que quite el hambre, como arepas hechas de remolacha por falta de maíz y cáscaras de plátano que simulan ser carne mechada.

En marzo de 2019, la organización católica Cáritas reportó un aumento de 100% en el índice de desnutrición aguda severa en menores de cinco años de 14 estados del país durante el primer trimestre del año.

Según Huníades Urbina, presidente de la Sociedad de Pediatría de Venezuela, "el 78 por ciento de la población infantil venezolana está en riesgo de algún tipo de desnutrición".

El más grande éxodo

Según datos reportados por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), más de 4 millones de venezolanos ya vivían en el exterior en junio de 2019, la mayoría en países de Sudamérica.

La salida de familias por la crisis sigue imparable. Se trata del éxodo más grande en la historia reciente de la región. Sin embargo, se han aprobado restricciones migratorias en seis países latinoamericanos, como la exigencia de una visa para los venezolanos y limitaciones en corredores de tránsito.

En 2018, el Instituto Nacional de Estadística e Informática del Perú realizó una encuesta dirigida a la población venezolana que reside en el país. La muestra incluyó 10.076 migrantes de los 280.313 inscritos en el registro de personas que solicitaron el Permiso Temporal de Trabajo (PTT). La mayoría de encuestados manifestó que sufre de asma e hipertensión.