La expansión del virus, sin embargo, ya es internacional. El sarampión se ha convertido en el virus que más se ha propagado desde Venezuela hacia Sudamérica, como consecuencia directa del éxodo que ya suma cuatro millones de venezolanos según cálculos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), hasta junio de 2019.
Brasil y Colombia fueron los primeros países en documentar casos “importados” de sarampión desde tierras venezolanas. “Importados” es el término epidemiológico que se aplica cuando la persona se contagió en otro país, que no es el mismo donde se detecta y diagnostica. Cada nación debe registrar esos casos de ese modo para precisar cuándo el virus está circulando dentro de su territorio y cuándo no.
En América Latina, hacer esa distinción no fue difícil. En septiembre de 2016, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) declaró al continente como territorio libre de sarampión. Fue la primera región del mundo en lograrlo, luego de 22 años de habérselo propuesto y trabajado en un amplio programa de inmunización con la vacuna triple viral, que previene el sarampión, la rubéola y la parotiditis. Solo duró nueve meses. Venezuela quebró la certificación.
Desde 2017 hasta julio de 2019, Venezuela acumula 6.923 casos confirmados y 81 fallecidos por sarampión reconocidos por las autoridades. Los datos extraoficiales hablan de 139 muertos desde que inició la epidemia.
Hasta junio de 2019, y de acuerdo con los datos notificados por cada gobierno, se habían identificado 358 casos de sarampión importados desde Venezuela en seis países: Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Brasil y Colombia. Estos seis países se han convertido en los principales lugares de acogida de los venezolanos que huyen de la hiperinflación y de la emergencia humanitaria compleja. Sobre todo porque las enfermedades viajan con la gente.
En agosto de 2018, la OPS emitió un comunicado donde informaba que el sarampión se había vuelto endémico en Venezuela, pues el virus tenía más de 12 meses continuos circulando en el territorio. Como consecuencia del brote venezolano, Brasil y Colombia también han perdido el reconocimiento de territorios libres de sarampión y el virus también se tornó endémico.
Aunque el organismo internacional no lo haya anunciado, Brasil registró los primeros casos de sarampión en febrero de 2018 y Colombia un mes después. Los reportes mensuales de la OPS sobre la situación del sarampión en la región confirman que ambos tienen más de 12 meses con circulación activa, una circunstancia lamentable considerando que la mayoría de los países latinoamericanos tenían 18 años sin reportar casos endémicos del virus.
En el continente, esta epidemia parece poner a prueba la calidad del sistema de salud en cada nación, dejando ver sus profundas debilidades.
Sin vacunas, sin información
Bolívar es el estado más grande de Venezuela. Limita con Brasil al sur y con la Guyana Esequiba al este. Cuenta con amplias extensiones de selvas y sabanas junto a una riqueza mineral y natural envidiables, que incluyen oro, diamante, coltán y tepuyes, las formaciones geológicas más antiguas del planeta. Pero Bolívar también se ha convertido en un crisol donde convergen las epidemias que terminan afectando a todo el país primero, y a otras naciones después.
No es fácil cubrir todo su territorio para vacunar a todos sus habitantes y controlar, selva adentro, el brote de algún virus. Allí una enfermedad arropa a la otra, circulan en paralelo, no hay tiempo para asimilar el paso de una cuando llega la próxima. Actualmente, por ejemplo, la emergencia es la hepatitis A. Antes fue el sarampión, y antes la difteria y siempre, cuando inician las lluvias, es la malaria, que puede tenerse una y otra vez.
Fue en este contexto donde el sarampión encontró a miles de niños no vacunados, tanto en Bolívar como en el resto de los 23 estados de Venezuela. Para evitar un brote o frenar el desarrollo de alguno, se debe lograr la cobertura mínima de 95% de la población estimada a vacunar, y en este caso no se limita a los infantes. La vacuna contra el sarampión está indicada desde los 12 meses de edad hasta los 39 años. Pero cuando hay una epidemia en curso, se puede vacunar a los bebés a partir de los 6 meses, explica la infectóloga y pediatra María Graciela López, de la Sociedad Venezolana de Infectología.