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El cambio climático provocó una sequía ‘excepcional’ en el Amazonas

En 2023, el río Amazonas y varios de sus afluentes alcanzaron sus niveles más bajos en 120 años de registros. Los gobiernos pueden mitigar el impacto de futuras sequías si disminuyen los niveles de deforestación y restauran bosques.

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La deforestación de la Amazonía, la selva tropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo, ha reducido las lluvias y debilitado la capacidad de los árboles y el suelo para retener la humedad.
Foto: Edmar Barros / The Associated Press

En 2023, el río y varios de sus afluentes alcanzaron sus niveles más bajos en los últimos 120 años. Según los científicos, esto se debe en parte a nuestro uso excesivo de combustibles fósiles.

El cambio climático provocó la extraordinaria sequía de 2023 que secó ríos importantes, desató enormes incendios forestales y amenazó el sustento de millones de personas en la selva amazónica, afirmaron científicos el miércoles.

La deforestación de la Amazonía, la selva tropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo, ha reducido las lluvias y debilitado la capacidad de los árboles y el suelo para retener la humedad, según descubrieron los investigadores. Esto agudizó la sequía y redujo la resistencia de la selva a la destrucción ambiental y a fenómenos como los incendios forestales.

El río Amazonas, el más caudaloso del mundo, y varios de sus afluentes alcanzaron el año pasado sus niveles más bajos en 120 años de registros. Una quinta parte del agua dulce del mundo fluye a través de esta selva tropical.

Se habría producido una grave sequía aun si los humanos no hubieran cambiado tan profundamente el clima. Pero la quema de combustibles fósiles le dio la calificación de “excepcional”, la categoría más alta en el sistema de clasificación del Monitor de Sequía de los Estados Unidos, según el estudio publicado por iniciativa del World Weather Attribution, una colaboración internacional entre científicos centrada en el análisis rápido de fenómenos meteorológicos extremos.

Según Ben Clarke, autor del estudio e investigador del Instituto de Investigación Grantham sobre Cambio Climático y Medio Ambiente de la Universidad Imperial de Londres, a medida que sigan aumentando las emisiones globales de gases de efecto invernadero, el mundo sufrirá más sequías extremas. “Ahora estamos en la clasificación más alta, así que no tenemos más que asignar”.

El estudio es una prueba más de que el calentamiento global causado por la actividad humana está acelerando la devastación de la mayor y más biodiversa selva tropical del mundo. Partes de la Amazonía han empezado a transformarse de selva tropical que almacena enormes cantidades de gases que atrapan el calor en regiones más secas que están liberando los gases a la atmósfera. El resultado es un doble golpe a la lucha mundial contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

La conciencia sobre la gravedad de la sequía creció después de que más de 150 delfines de río murieran asfixiados en octubre. La sequía dejó aisladas a miles de personas que viven en comunidades remotas y solo pueden viajar en barco. Y alimentó incendios forestales que hicieron del aire uno de los más peligrosos del mundo.

La sequía también obligó a cerrar una importante central hidroeléctrica en Brasil y redujo gravemente la producción de otras en la región, provocando cortes de electricidad en Ecuador y Venezuela. Los países de la región dependen en gran medida del caudal de los ríos para generar electricidad, y algunos tuvieron que recurrir a centrales diésel para satisfacer la demanda.

El grupo de científicos de Brasil, Países Bajos, Gran Bretaña y Estados Unidos utilizó métodos revisados por expertos para comprobar si la sequía se ha visto influenciada por el cambio climático y el patrón climático de El Niño, asociado a la sequía en la región, y en qué medida.

El Niño redujo las precipitaciones, según los científicos. Pero el aumento de las temperaturas provocado por la quema de combustibles fósiles hizo que la falta de lluvias fuera 10 veces más probable de lo que habría sido en un mundo hipotético en el que los humanos no hubieran transformado el clima, afirmaron. El calentamiento global también hizo 30 veces más probable la deshidratación del suelo y las plantas, así como la reducción del caudal de los ríos.

Aunque el estudio solo abarcó la sequía de junio a noviembre del año pasado, las condiciones secas han persistido durante la estación lluviosa de la región. Es la primera vez que eso ocurre en una parte tan significativa del bosque.

Las lluvias han traído algo de alivio a los principales ríos, pero muchos siguen por debajo de los niveles normales para esta época del año. Se espera que la sequía termine cuando El Niño desaparezca, lo que los científicos prevén para dentro de unos meses.

Los científicos afirmaron que los gobiernos pueden mitigar el impacto de futuras sequías si disminuyen los niveles de deforestación, restauran los bosques y ayudan a las comunidades a adaptarse.

Aunque Brasil y Colombia han reducido recientemente las tasas de deforestación en la Amazonía, la selva sigue perdiendo cubierta arbórea. Ya se ha reducido casi una quinta parte de su tamaño original.

Impulsada por el calentamiento global, la sequía afectó a algunas de las secciones más vírgenes de los bosques, explicó Regina Rodrigues, profesora de la Universidad de Santa Catarina, en Brasil, y una de las autoras del estudio.

“Tenemos que reducir las emisiones”, dijo. De lo contrario, la selva “no sobrevivirá al cambio climático”.

Manuela Andreoni es periodista del Times especializada en clima y medio ambiente y escribe el boletín informativo Climate Forward.

c. 2024 The New York Times Company

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