En Lima, donde los árboles son escasos y las olas de calor son cada vez más intensas, los pocos espacios verdes no solo embellecen la ciudad, sino que son una barrera vital contra el calor. Uno de ellos es el Bosque Urbano Separadora Industrial, un pulmón de 40 hectáreas que crece sobre la avenida del mismo nombre, entre los distritos de Ate y La Molina. Este bosque alberga unos 7,000 árboles, algunos con más de 40 años de vida, y cumple un papel clave en la regulación de temperatura, la purificación del aire y la calidad de vida de los cerca de 740 mil habitantes de la zona.
Sin embargo, este espacio verde está en riesgo. La construcción del “Anillo Vial Periférico”, un proyecto de 34.8 kilómetros de autopistas que atravesará 12 distritos de Lima, contempla intervenir el tramo de Separadora Industrial. En los próximos nueve años, este bosque podría ser reducido en 20 hectáreas para dar paso a la nueva infraestructura. Para dimensionar el impacto, es el equivalente a perder dos veces el Bosque El Olivar, en San Isidro, o una vez y media el Campo de Marte, en Jesús María.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) define como "bosque urbano" a cualquier área verde que supere las 0.5 hectáreas y que tenga una estructura arbórea distinta a la de un parque. Con 40 hectáreas de extensión, el Bosque Urbano Separadora Industrial cumple con esta definición y es una rareza en una Lima donde el concreto ha ganado terreno sobre la vegetación. Su posible reducción o desaparición pone en debate las prioridades de planificación urbana en una ciudad que enfrenta temperaturas extremas cada año.
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"Para mí el bosque es importante porque nos mantiene vivos anímicamente, a mí me mantiene viva anímicamente. Los seres humanos siempre queremos tener contacto con la naturaleza".
Haydee Mateo, vecina del Bosque Urbano Separadora Industrial.
Según el Estudio de Preinversión del Anillo Vial Periférico, el proyecto contempla la construcción de cinco carriles y un estacionamiento en línea sobre la avenida Separadora Industrial. Para compensar la pérdida de áreas verdes, la propuesta incluye un “parque lineal” de entre 20 y 30 metros de ancho en las zonas no ocupadas por la nueva vía. Sin embargo, la avenida, que actualmente alberga al Bosque Urbano Separadora Industrial, tiene una anchura aproximada de 70 metros, por lo que este cambio reduciría su área verde a menos de la mitad.
Este Estudio de Preinversión, cuya fecha se remonta a 2014, es el documento más detallado al que han podido acceder los vecinos de Ate y La Molina, quienes se oponen a la construcción del Tramo III del Anillo Vial Periférico. La única otra referencia disponible es la Versión Inicial del Contrato de Concesión, publicada en noviembre de 2023, aunque sus descripciones son más generales y no ofrecen suficiente claridad sobre el impacto ambiental y urbano del proyecto.
A pesar de la poca información disponible, el 4 de abril de 2024, el contrato fue adjudicado al Consorcio Anillo Vial Periférico, conformado por las empresas españolas Ferrovial, Acciona y Sacyr. Según la web de Proinversión, la construcción de la autopista tendrá un costo de 3,396.40 millones de dólares y requerirá la expropiación de aproximadamente 2,400 viviendas e inmuebles en su recorrido.
La difusión del proyecto ha sido limitada hasta ahora, especialmente en lo que respecta al Bosque Urbano Separadora Industrial. Los vecinos y organizaciones locales han manifestado su preocupación por la falta de transparencia y la ausencia de un diálogo real sobre el futuro de este espacio verde, clave en una ciudad donde la sombra y el oxígeno escasean.
“¿Cómo vamos a opinar sobre el proyecto si no tenemos información ni de la empresa ni de Proinversión?”, cuestiona Nancy Catacora, presidenta del Comité de Defensa del Arbolado de la Av. Separadora Industrial (Codeasi). “Llevamos años pidiendo información y nos la negaron porque se trataba de una alianza público-privada. Ahora que el proceso terminó, seguimos solicitándola y tampoco nos la entregan”, reclama la dirigente.
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"Utilizamos el bosque urbano como un espacio de recreo para todas las edades. Salen los niños a recrearse, a jugar, a corretear no solamente en las lozas, sino en el pasto".
Marcelo Saira, vecino del Bosque Urbano Separadora Industrial.
La preocupación de los vecinos no es menor. El Bosque Urbano Separadora Industrial no solo aporta sombra y frescura en una ciudad cada vez más calurosa, sino que también cumple un rol clave en la calidad del aire. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un árbol maduro, como los que crecen en este bosque, puede absorber hasta 150 kg de gases contaminantes al año. Además, su presencia ayuda a reducir la temperatura del ambiente entre 2 y 8 grados centígrados, lo que lo convierte en un escudo natural contra el calor extremo.
En Lima, donde el cemento y el asfalto predominan, la falta de árboles ha generado un fenómeno conocido como "islas de calor". En verano, las temperaturas son más altas en zonas con pocos espacios verdes debido a la acumulación de calor en las construcciones, las autopistas y los vehículos. Un reportaje publicado por Salud con lupa mostró cómo este fenómeno afecta de manera desigual a la ciudad: en distritos como Villa María del Triunfo, con escasez de árboles, el calor es más intenso que en zonas como San Borja, donde hay más parques y áreas verdes. En estos entornos hostiles, las altas temperaturas pueden provocar golpes de calor, una condición que en algunos casos puede ser mortal.
Lima tiene un grave déficit de áreas verdes. Un informe de la propia Municipalidad de Lima, publicado en 2021, reveló que la ciudad necesita al menos 4,710 hectáreas más de espacios verdes y 2.8 millones de árboles adicionales para alcanzar la meta de 9 m² de áreas verdes y 3 árboles por persona. Actualmente, el promedio es de solo 3 m² por habitante, muy por debajo del estándar recomendado.
En este contexto, la reducción del Bosque Urbano Separadora Industrial no es solo una pérdida de árboles, sino también una amenaza para la salud y la calidad de vida de miles de limeños. En una ciudad donde el calor extremo es cada vez más frecuente, la solución no es eliminar áreas verdes, sino ampliarlas.
Más cemento y menos árboles
Según la agencia gubernamental británica Natural England, cada persona debería tener un espacio verde de al menos 2 hectáreas a no más de 300 metros de su casa. En Europa, el European Common Indicator recomienda que la distancia ideal a un área verde sea la que se puede recorrer en 15 minutos caminando. Estas medidas buscan garantizar una mejor calidad de vida en las grandes ciudades, pero en Lima, donde el acceso a parques y bosques urbanos es limitado, son casi imposibles de cumplir.
La falta de áreas verdes es un problema que preocupa a los limeños. Según el Reporte Urbano de Percepción Ciudadana de la organización Lima Cómo Vamos, elaborado a partir de una encuesta a 1,122 personas, el 52.9 % considera que la contaminación del aire por vehículos es uno de los problemas ambientales más graves de la ciudad, mientras que el 26.4 % menciona la escasez de árboles y el mal mantenimiento de las zonas verdes.
A pesar de estas preocupaciones, el proyecto del Anillo Vial Periférico apuesta por más cemento y menos vegetación. La Versión Inicial del Contrato de Concesión señala que esta autopista de 34.8 km está diseñada para el uso de vehículos particulares y de transporte público, como autos, combis, buses y camiones.
Según un artículo aparecido en el diario oficial El Peruano en 2023, la principal motivación del Ministerio de Transportes y Comunicaciones detrás de este proyecto es facilitar el traslado de carga dentro de la ciudad y su conexión con la Panamericana Norte, Sur y la Carretera Central. Aunque también se presenta como una vía que permitirá viajar rápidamente desde Independencia hasta La Molina y desde allí hasta el Callao, la prioridad parece estar en el transporte motorizado, sin considerar los espacios verdes que podrían perderse en el camino.
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"Nosotros nos hemos puesto firmes para la defensa de toda la avenida Separadora Industrial. Lo que quieren hacer prácticamente es destruir nuestras áreas verdes y nosotros no lo vamos a permitir".
Franco Vidal, alcalde distrital de Ate.
El proyecto del Anillo Vial Periférico va en contra del concepto de movilidad sostenible, que busca reducir el uso del transporte privado y fomentar alternativas más ecológicas. Paradójicamente, Ferrovial, una de las empresas a cargo del proyecto, promueve este principio en su propia web, destacando la importancia del uso de bicicletas, vehículos eléctricos y autobuses, que generan menos de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero por kilómetro en comparación con los autos particulares.
A nivel internacional, la Unión Europea impulsa modelos de movilidad urbana sostenibles en América Latina. Un ejemplo es el financiamiento que otorgó en 2021 para el Plan de Movilidad y Transporte Urbano Sostenible de la Municipalidad Provincial de Arequipa, aprobado en abril de 2024. Este plan busca garantizar el acceso universal al transporte público y desincentivar el uso del auto particular, justo lo contrario de lo que propone el Anillo Vial Periférico.
En cuanto al transporte público, la Versión Inicial del Contrato de Concesión del Anillo Vial Periférico solo menciona la construcción de un corredor de 14 metros de ancho en la calle Túpac Amaru, sin mayores detalles sobre su impacto real en la movilidad de la ciudad.
Para el arquitecto Juan Miguel Guerrero Orbegozo, este proyecto contradice compromisos asumidos por el Perú, como la Agenda 2030, que prioriza el bienestar general, la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Según el especialista, en lugar de apostar por un modelo urbano centrado en las personas y el transporte público, el Perú sigue promoviendo vías para autos y camiones.
“El Perú, con este proyecto, da prioridad al automóvil particular. Se sumarán 5 millones de metros cuadrados de pavimento para vehículos. Los autos, camiones y buses que funcionan con combustibles fósiles son una de las principales fuentes de contaminación del aire”, advierte el arquitecto.
Además, señala que este es el tercer intento de construir una mega autopista en Lima, después de Línea Amarilla y Rutas de Lima, proyectos que, según él, han fracasado. “Rutas de Lima fue declarada de interés público, pero ahora, según el mismo Estado, afecta el interés público”, comenta Guerrero Orbegozo.
Ante esta situación, los vecinos de Ate y La Molina se preguntan si realmente vale la pena sacrificar la mitad del Bosque Urbano Separadora Industrial para construir una vía que no garantiza una mejora en el tráfico y que podría no beneficiar a quienes viven en la zona.
“Queremos saber cuál será el plan de desvío del tráfico durante la construcción”, reclama Nancy Catacora, presidenta de Codeasi. “Van a necesitar espacio para el estacionamiento de maquinaria y de su propio personal. Será un proceso sumamente complejo, y hasta ahora no han dado información sobre cómo se manejará”, advierte la dirigente.
Políticas en el papel
Mientras Lima sigue enfrentando olas de calor y altos niveles de contaminación, la expansión de autopistas y vías sigue ganando terreno sobre los espacios verdes, a pesar de que las autoridades han reconocido la importancia de protegerlos.
El propio Plan de Desarrollo Concertado de Lima Metropolitana 2023 - 2035 señala que las áreas verdes de uso público deben ser “intangibles, inalienables e imprescriptibles” porque contribuyen a la salud, el bienestar, la sostenibilidad y el equilibrio ecológico. Además, este documento insta a las municipalidades distritales a conservar y defender estos espacios.
Otro documento clave, el Plan Local de Cambio Climático al 2030, aprobado en 2021, establece como meta que Lima cuente con al menos 9 m² de áreas verdes por persona y un árbol por cada tres habitantes para el año 2050. En la misma línea, el Manual de Criterios de Diseño de Infraestructura Ciclo-Inclusiva y Guía de Circulación del Ciclista (2017) advierte que la ciudad ha sido diseñada para priorizar autos sobre peatones y ciclistas, lo que afecta la calidad ambiental, la accesibilidad y la seguridad vial.
Todos estos planes y normativas apuntan a lo mismo: Lima necesita más árboles y espacios verdes para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Sin embargo, estas políticas parecen no ser suficientes para proteger el Bosque Urbano Separadora Industrial, un pulmón verde único en la ciudad. Para evitar que proyectos como el Anillo Vial Periférico lo destruyan, en enero de 2024 se presentó un proyecto de ley que busca garantizar la conservación de áreas verdes urbanas frente a obras de infraestructura vial. Este proyecto ya cuenta con un dictamen favorable en la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología, y propone declarar de interés nacional la protección del Bosque Urbano Separadora Industrial.
Mientras tanto, la lucha por salvar sus 40 hectáreas y más de 7,000 árboles sigue en pie.
“Si logramos organizarnos mejor y tomar conciencia, creo que podemos cambiar muchas cosas”, dice Nancy Catacora, presidenta de Codeasi. “No quiero pensar que se va a construir este anillo vial. Estamos haciendo todo lo que podemos. No solo estamos defendiendo nuestra calidad de vida, sino también la salud de toda Lima”, concluye.