En 2016, a Alisha Coleman, una trabajadora de 52 años del centro de atención de emergencias 911 en Georgia, la despidieron de su trabajo porque empezó a experimentar un síntoma característico de la perimenopausia: menstruaciones impredecibles y abundantes, que también se conocen como periodos menstruales flash. En una ocasión, su menstruación fue tan abundante que la sangre traspasó la ropa y manchó una silla de oficina. En otra, goteó sobre la alfombra. Esos casos, según su empleador, equivalían a un incumplimiento de “las normas de higiene personal” en horas laborales y fueron motivo de despido.
Aunque el caso de Coleman es extremo, pone de manifiesto una gran falta de información respecto a la perimenopausia (la fase de transición a la menopausia) y el desafío cotidiano que representa lidiar con un ciclo menstrual tan desajustado que interfiere en la calidad de vida y la productividad de una mujer, señaló Siobhan Harlow, profesora de epidemiología de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Míchigan. (Coleman demandó a la empresa por discriminación sexual y al final ambas partes llegaron a un acuerdo. Decenas de otras demandas incluyen acusaciones de discriminación sexual menstrual o menopáusica).
Un estudio que analizó los ciclos menstruales de 1320 mujeres en la transición a la menopausia reveló que el 78 por ciento tenía periodos menstruales que duraban más de 10 días (cuando el promedio dura hasta siete). Más de una tercera parte de las mujeres del estudio, del que Harlow fue coautora, tuvieron periodos tan abundantes que tenían que cambiar sus productos de higiene cada hora o cada dos horas durante más de tres días, en comparación con un flujo más normal, que requiere un cambio cada cuatro u ocho horas.
“En esta etapa de la vida, ya no es cierto que las mujeres sepan cuándo van a sangrar o en qué cantidad”, aseveró Harlow. Aún así, añadió, este síntoma rara vez se estudia o debate entre las propias mujeres.
¿Qué pasa con nuestros ovarios?
Todo se reduce a “los ovarios que chisporrotean”, afirmó Malcolm Munro, profesor de obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California (UCLA, por su sigla en inglés). En un ciclo normal, los ovarios producen estrógeno para nutrir el óvulo y engrosar el revestimiento uterino para su llegada, explicó Munro. Una vez liberado el óvulo, el ovario también produce progesterona, que detiene el crecimiento del revestimiento y cambia su estructura para convertirlo en un lugar de aterrizaje suave para el óvulo fecundado. Si no hay óvulo fecundado, el ovario deja de producir progesterona, lo cual desencadena el sangrado menstrual. La progesterona también es responsable de detenerlo al cabo de unos días, dijo.
Imagina que el revestimiento uterino es “como la hierba de tu jardín”, señaló Munro. El estrógeno actúa como el agua que ayuda a la hierba a crecer y la progesterona equivale a “cortar la hierba cada cuatro semanas” y mantenerla cuidada, en lugar de dejarla crecer sin control.
A medida que una mujer entra en la transición de la menopausia, los ovarios producen menos estrógeno y tienen menos óvulos que liberar, lo que significa que puede haber ciclos en los que la ovulación no se produce en absoluto y se destruye el delicado equilibrio de las hormonas, dijo Munro. “No es algo que se prende y se apaga”, dijo, “sino que es un espectro”. En algunas mujeres, puede dar lugar a intervalos prolongados entre cada periodo menstrual porque no hay progesterona. La ausencia de progesterona también puede dar lugar a una acumulación del revestimiento, que puede “desprenderse al azar” y desencadenar periodos inusualmente abundantes, afirmó. O, en el caso de otras mujeres, puede haber tan poco estrógeno que el revestimiento uterino no haya crecido mucho, provocando solo un ligero manchado. En su estudio, Harlow descubrió que fumar y tener un índice de masa corporal más alto se asociaban a un sangrado más abundante en la perimenopausia, aunque no está claro por qué. Las mujeres de raza negra eran más propensas que las blancas, chinas o japonesas a tener sangrados más abundantes.
Hay algunos riesgos relacionados con los desequilibrios hormonales en las mujeres perimenopáusicas, entre los que destaca el cáncer de endometrio, según Ekta Kapoor, directora adjunta del Centro de Salud de la Mujer de la Clínica Mayo. Durante la fase de la perimenopausia, e incluso después de la última menstruación, la ausencia de progesterona significa que el revestimiento uterino puede seguir creciendo y volverse anormalmente grueso, un trastorno llamado hiperplasia endometrial, que puede volverse canceroso, explicó. Según Kapoor, uno de los síntomas reveladores de la hiperplasia endometrial son las menstruaciones copiosas.
En casos en los que las mujeres tienen periodos menstruales muy abundantes, señaló Munro, es posible que también presenten deficiencia de hierro y anemia, lo cual se relaciona con otros síntomas comunes de la menopausia, como el cansancio y la niebla mental.
¿Qué puedes hacer para controlar las menstruaciones abundantes?
Lo primero es determinar si tus periodos irregulares se deben a cambios hormonales relacionados con la menopausia o si hay otra razón, como los fibromas o la hiperplasia endometrial. Aunque no hay lineamientos oficiales sobre cuándo acudir al médico, si varios ciclos han sido irregulares y abundantes, es señal de que hay que buscar ayuda. “Eso se tiene que resolver con pruebas de imagen o, en algunos casos, con una biopsia endometrial”, señaló Kapoor.
Si el problema es meramente hormonal, las mujeres pueden considerar opciones de anticonceptivos orales como un dispositivo intrauterino hormonal, dijo Kapoor, los cuales pueden ayudar a suavizar los desequilibrios hormonales. Otra opción es tomar píldoras de progestina. Quizá sea “bueno y práctico” que traigas productos de higiene femenina a la mano todo el tiempo, comentó Harlow, y señaló que muchas mujeres llevan consigo toallas o una muda de ropa.
Si las opciones hormonales no funcionan, las mujeres pueden plantearse hablar con sus médicos sobre una ablación endometrial (destrucción quirúrgica del revestimiento del endometrio) para detener las hemorragias abundantes, o someterse a una histerectomía; sin embargo, estas opciones son “un poco drásticas” y deben considerarse el último recurso, señaló Kapoor, dado que la transición a la menopausia, que puede durar entre cuatro y ocho años, es una etapa temporal de la vida y “en algún momento llega a su fin”.
c.2023 The New York Times Company