Es evidente que la fauna silvestre está sufriendo mucho en nuestro planeta, pero los científicos aún no pueden precisar cuánto. Es muy difícil determinar una cifra global. Contar a los animales silvestres (en la tierra y en el mar, desde los mosquitos hasta las ballenas) no es tarea fácil. La mayoría de los países carecen de sistemas nacionales de monitoreo.
Una de las acciones más ambiciosas para llenar este vacío se publica cada dos años. Se le conoce como el Índice Planeta Vivo y se trata de una colaboración entre dos organizaciones ecológicas importantes: el Fondo Mundial para la Naturaleza y la Sociedad Zoológica de Londres, pero el informe ha dado como resultado, en repetidas ocasiones, titulares imprecisos cuando los periodistas malinterpretan o exageran los resultados.
La última cifra de la evaluación, publicada el miércoles por 89 autores de todo el mundo, es la más alarmante hasta el momento: de 1970 a 2018, las poblaciones de vertebrados monitoreadas disminuyeron un promedio del 69 por ciento. Eso es más de dos tercios en solo 48 años. Es una cifra impactante con graves implicaciones, en especial cuando las naciones se preparan para reunirse en Montreal este diciembre en un esfuerzo por acordar un nuevo plan global para proteger la biodiversidad, pero ¿eso significa lo que creemos que significa?
Qué quieren decir los datos y qué no
Recuerda que esta cifra solo se refiere a los vertebrados: mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces. No incluye a las criaturas invertebradas, aunque estas constituyen la gran mayoría de las especies animales (los científicos tienen aún menos datos sobre estas).
Entonces, ¿se han reducido los vertebrados silvestres en un 69 por ciento desde 1970?
No.
El estudio hace un seguimiento de las poblaciones seleccionadas de 5320 especies recopilando todas las investigaciones publicadas y pertinentes que existen y añadiendo más cada año a medida que los datos nuevos lo permiten. Por ejemplo, incluye una población de tiburones ballena en el golfo de México contada desde avionetas que vuelan a baja altura sobre el agua y aves registradas según la cantidad de nidos en los acantilados. Dependiendo de la especie, herramientas como las cámaras ocultas y pruebas como los rastros de excremento ayudan a los científicos a calcular la población en un lugar determinado.
La actualización de este año incluye casi 32.000 poblaciones de este tipo.
Resulta tentador pensar que un descenso promedio del 69 por ciento en estas poblaciones significa que esa es la parte de la fauna silvestre vigilada que desapareció, pero no es verdad. Un anexo del informe ofrece un ejemplo de por qué no es así.
Imagínate, escriben los autores, que empezamos con tres poblaciones: aves, osos y tiburones. Las aves disminuyen de 25 a 5, lo que representa un descenso del 80 por ciento; los osos se reducen de 50 a 45 animales, es decir, un 10 por ciento; y los tiburones disminuyen de 20 a 8, o el 60 por ciento.
Lo anterior nos da un descenso promedio del 50 por ciento; sin embargo, el número total de animales se redujo de 150 a 92, un descenso de casi el 39 por ciento.
El índice está diseñado de esa manera porque busca entender cómo están cambiando las poblaciones a lo largo del tiempo. No mide la cantidad de especímenes presentes.
“El Índice Planeta Vivo en realidad es una visión contemporánea de la salud de las poblaciones que sustentan el funcionamiento de la naturaleza en todo el planeta”, afirmó Rebecca Shaw, científica jefe de WWF y autora del informe.
Otro factor importante es la manera en que las poblaciones monitoreadas terminan en el índice. No representan un muestreo amplio y aleatorio, sino que reflejan los datos disponibles. Por lo tanto, es muy probable que haya un sesgo en las especies que se monitorean.
Una de las controversias ha sido si un pequeño número de poblaciones en declive drástico pone en duda los resultados generales. Hace dos años, un estudio publicado en Nature reveló que solo el tres por ciento de las poblaciones presentaban un declive drástico. Cuando se eliminaban estas poblaciones, la tendencia global pasó a ser un aumento.
El artículo suscitó una oleada de respuestas en Nature, así como explicaciones y pruebas adicionales para la actualización de este año. En el aspecto positivo, los autores señalan que cerca de la mitad de las poblaciones del Índice Planeta Vivo son estables o aumentan. No obstante, cuando intentaron excluir las poblaciones con los cambios más drásticos en ambas direcciones, hacia abajo y hacia arriba, el descenso promedio siguió siendo pronunciado.
“Incluso después de eliminar el 10 por ciento del conjunto de datos completo, seguimos viendo descensos de alrededor del 65 por ciento”, comentó Robin Freeman, jefe de la unidad de indicadores y evaluaciones de la Sociedad Zoológica de Londres y autor del informe.
Entonces, ¿sigue siendo malo?
Sí. Algunos científicos creen que el informe subestima la crisis de la biodiversidad mundial, en parte porque los descensos devastadores de los anfibios podrían estar subrepresentados en los datos.
Y, con el paso del tiempo, la tendencia no está cambiando.
“Año tras año, no somos capaces de mejorar la situación, a pesar de las grandes políticas”, explicó Henrique M. Pereira, profesor de biología de la conservación en el Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad, quien no participó en el informe de este año. “Como mucho, hemos podido ralentizar el declive”.
Latinoamérica y el Caribe registraron la peor caída regional, con un 94 por ciento menos que en 1970. El patrón fue más pronunciado en peces de agua dulce, reptiles y anfibios. Le sigue África, con un 66 por ciento, y Asia y el Pacífico, con un 55 por ciento. La región definida como Europa-Asia Central experimentó un descenso menor, del 18 por ciento, al igual que Norteamérica, del 20 por ciento. Los científicos subrayan que es probable que las pérdidas de biodiversidad mucho más elevadas en esas dos zonas hayan ocurrido antes de 1970 y no se reflejen en estos datos.
Los científicos saben cuál es la causa de la pérdida de biodiversidad. En tierra, el factor principal es la agricultura porque las personas convierten los bosques y otros ecosistemas en tierras de cultivo para el ganado o el aceite de palma. En el mar, es la pesca. Es posible hacer ambas cosas de manera más sostenible.
Según el informe, si el cambio climático no se limita a 2 grados Celsius, y de preferencia a 1,5 grados, se espera que sus consecuencias se conviertan en la causa principal de pérdida de biodiversidad en las próximas décadas.
En diciembre, las naciones del mundo se reunirán para tratar de llegar a un nuevo acuerdo para salvaguardar la biodiversidad del planeta. En su mayoría, el último no logró cumplir sus objetivos. El informe ofrece evidencia de cómo tener éxito esta vez, dijo Shaw. Una lección crítica es que la conservación no funciona sin el apoyo de las comunidades locales.
“Cuando tenemos esfuerzos de conservación realmente enfocados que incorporan a las comunidades, que las ponen a administrar los resultados porque se benefician de ello, vemos que es posible tener aumentos en las poblaciones”, dijo. “Y, en realidad, eso es lo más importante”.
Catrin Einhorn cubre la vida silvestre y la extinción para la sección Clima. También ha trabajado en la sección de Investigaciones, donde formó parte del equipo del Times que recibió el Premio Pulitzer 2018 al Servicio Público por su reportaje sobre acoso sexual.
c.2022 The New York Times Company