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¿Es realmente peligroso que los niños regresen a las escuelas?

El cierre de escuelas a principios de 2020 fue una de las medidas más generalizadas en el mundo, y que se ha mantenido en cerca de 19 países. Distintas organizaciones han lanzado un llamado a los gobiernos a reabrirlas de una forma segura, pero ¿sabemos qué significa eso?

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El colegio ubicado en la comunidad San Cristóbal de Arequipa fue el primero en reanudar las clases presenciales cumpliendo el protocolo sanitario.
ANDINA/Difusión

El 12 de julio de 2021, la Directora Ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, y la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, lanzaron una declaración para pedir a los países que den prioridad a la reapertura segura de las escuelas y, con ello, evitar una catástrofe generacional.

Esa catástrofe sería el resultado de que más de 156 millones de estudiantes en 19 países llevan aproximadamente 18 meses sin acudir presencialmente a las aulas a causa de la pandemia, lo cual impactará en su rendimiento académico, su salud física y mental.

En la declaración, las lideresas dicen, por ejemplo, que los niños tendrán pérdida de aprendizaje, angustia mental, exposición a la violencia y los abusos, falta de comidas y vacunas y menor desarrollo de sus habilidades sociales, siendo los más afectados los más pequeños y quienes viven en entornos con pocos recursos y sin herramientas para aprender a distancia.

Hasta ahora, la decisión de muchos países de no abrir las escuelas estaba justificada por la necesidad de proteger la salud de niños, padres y docentes. Sin embargo, resulta incongruente que las escuelas se mantengan cerradas mientras que otros espacios en los que también pueden haber contagios, como bares, restaurantes museos o cines, ya hayan sido autorizados a abrir.

Más de 156 millones de estudiantes en 19 países llevan aproximadamente 18 meses sin acudir presencialmente a las aulas a causa de la pandemia

Hay que sumar la evidencia generada en diversos países que muestra que las escuelas no suelen ser espacios donde se genere un número importante de contagios. Por ejemplo, en Suecia, donde decidieron mantener la escuelas abiertas a pesar de que prácticamente el resto de Europa las había cerrado, no hay muestra de una mayor tasa de contagios entre escolares. Un estudio que analizó la tasa contagios de marzo a junio de 2020 concluyó que solo uno de cada 130,000 niños ingresó a una Unidad de Cuidados Intensivos por covid-19, lo cual es una incidencia significativamente baja.

Otro estudio que se llevó a cabo en 17 guarderías de Wisconsin, Estados Unidos, muestra que, de agosto a noviembre de 2020, de los 4,876 estudiantes y 654 miembros del personal escolar analizados solo se identificaron 191 casos de infección; ningún miembro del personal y solo uno de cada 20 estudiantes adquirieron la infección en la escuela. A partir de sus resultados, los autores concluyen que, “con las estrategias de mitigación adecuadas, las escuelas K-12 [guarderías] podrían ser capaces de abrir para el aprendizaje en persona con una transmisión mínima del SARS-CoV-2”.

Algo excepcional ocurrió en algunas preparatorias de Jerusalén, en Israel. Después de haber cerrado las escuelas el 13 de marzo de 2020, el gobierno decidió re abrirlas el 17 de mayo del mismo año. Diez días después ocurrió el brote más importante que ha tenido el país en escuelas con un total de 260 personas infectadas. Un grupo de investigadores que analizaron las razones del brote muestran que cuando los estudiantes volvieron hubo una ola de calor de más de 40 °C, que llevó a las autoridades escolares a permitir que los estudiantes (en grupos de 29 por aula) dejaran de usar la mascarilla, lo que detonó los contagios.

En general, los estudios muestran que las escuelas no son los principales impulsores de la transmisión de SARS-CoV-2 y que pueden abrirse si se implementan las medidas adecuadas. Por eso, el mensaje de la UNESCO y la UNICEF es categórico: “Todas las escuelas deben proporcionar aprendizaje en persona lo antes posible (…) Podemos reabrir las escuelas de forma segura, y debemos hacerlo”.

Pero ¿qué significa reabrir escuelas de forma segura? En algunos documentos oficiales, como el Marco para la Reapertura de las Escuelas, elaborado por la misma UNESCO, hay algunas rutas de acción para que el regreso a clases presenciales no implique un riesgo de contagio.

📌 Que incluyan la participación de las comunidades involucradas

El momento de reabrir las escuelas debe estar guiado por la evaluación de las ventajas, los riesgos y las condiciones socieconómicas y de salud pública que tiene cada escuela y sus integrantes, y propone que una buena forma de conocer estos elementos es a través de encuestas de respuesta rápida en las que autoridades escolares, maestros, estudiantes, padres y madres brinden información que permita entender su contexto. También menciona que las decisiones de abrir o no una escuela deben estar guiadas por algunas preguntas sobre la pertinencia de hacerlo, por ejemplo:

  • ¿Cuán disponible y accesible es la educación a distancia de alta calidad?
  • ¿Durante cuánto tiempo puede mantenerse el enfoque actual del aprendizaje a distancia?
  • ¿Tienen los cuidadores las herramientas necesarias para proteger a los niños contra el acoso y la violencia de género en línea?
  • ¿Tienen los maestros y las autoridades del ámbito educativo la preparación y la capacidad para adaptarse a diferentes enfoques administrativos y pedagógicos?
  • ¿Cuentan con la preparación y la capacidad para aplicar medidas de prevención y control de la infección?
  • ¿Afecta el cierre de las escuelas a otros servicios escolares, como el apoyo a la salud y a la nutrición?
  • ¿Cómo se desplaza la población escolar hacia la escuela y desde ella?

Todas estas cuestiones pueden ser esenciales para decidir reabrir una escuela o, por el contrario, fortalecer las áreas en donde hay más carencias antes de iniciar las clases presenciales.

📌 Que tengan buenos protocolos de detección de casos

En Chile, por ejemplo, donde reabrieron algunas escuelas en marzo de 2021, se instalaron laboratorios móviles en los lugares y los horarios de mayor afluencia de personas para hacer testeos preventivos en las comunidades escolares, es decir, niños, padres, cuidadores, conductores de transporte escolar, vendedores, entre otros.

“Este es uno de los elementos para poder detectar oportunamente aquellos casos asintomáticos y poder aislarlos efectivamente y disminuir las posibilidad de tener contagios o brotes en estos lugares”, dijo la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza.

Este monitoreo permitió identificar a 43 casos sintomáticos solo tres días después del retorno a las clases presenciales, lo cual fue calificado por las autoridades sanitarias como un éxito de los protocolos de testeo.

En los países o zonas en los que no es posible establecer laboratorios, algunos gobiernos recomiendan instalar filtros a la entrada de las escuelas con una guía de preguntas simples para los alumnos, termómetros, agua, jabón o gel con alcohol mayor al 60%, papel higiénico y bote de basura con tapa para los desechos.

La UNESCO hace énfasis en que si bien los monitoreos son útiles, las escuelas deben contar con “espacios para separar temporalmente al personal y los estudiantes enfermos, sin estigmatizarlos”. También aclara que las escuelas deben tener protocolos para cerrar y abrir las escuelas en caso de que la transmisión resurja.

📌 Que tengan modelos híbridos: presencial y a distancia

En muchos casos, dada la sobrepoblación escolar y las carencias que caracterizan a buena parte de las escuelas en América Latina, será necesario implementar modelos híbridos y escalonados. Por ejemplo, unos alumnos pueden acudir a la escuela ciertos días mientras que otros aprenden a distancia y luego intercambian; también puede ser un regreso por etapas, que al principio solo sean determinados grados en modo presencial y, conforme las condiciones lo ameriten, ir ampliando el número de alumnos.

En todo caso, se recomienda dotar a los maestros de las herramientas docentes a distancia, no solo en lo que respecta a la lectura, la escritura y la aritmética, sino también para que respondan a las necesidades psicosociales y de salud mental de los estudiantes. De acuerdo con el Marco de la UNESCO, los modelos escalonados también pueden aplicarse a los docentes con base en su contexto y criterios como su edad, enfermedades crónicas, comorbilidades o si ya fueron vacunados o no.

📌 Que pueda mantener medidas para mitigar riesgo de contagios

Una de las cuestiones más importantes que indica la Unesco es asegurarse de que las escuelas pueden mantener las medidas que minimicen la posibilidad de un brote dentro o cerca de la escuela:

  • Distanciamiento físico: importa tomar en cuenta el tamaño de las aulas respecto al número de alumnos y decidir, con base en eso, cuántos alumnos pueden estar en modo presencial. Incluso, se pueden impartir clases en espacios al aire libre para evitar contactos innecesarios.
  • Prácticas de higiene: hay que asegurarse que la escuela cuenta con agua potable, estaciones para el lavado de manos, servicios de aseo, retretes separados por sexo, jabón y gel desinfectante de manera accesible y permanente. También es necesario que las personas encargadas del aseo (o los padres y madres organizados para hacer jornadas de limpieza) reciban capacitación de desinfección y que cuenten con equipo de protección personal.
  • Uso de mascarillas: insistir en la importancia de usarlas (limpiarlas y desecharlas adecuadamente) a través de mensajes que puedan entender fácilmente niños y adolescentes. En cada país hay normas diversas respecto a la edad en la que los niños deben empezar a usarlas, generalmente se estima que sea a partir de los 6 años.
  • Reducir actividades de riesgo: para evitar aglomeraciones dentro de las instalaciones, se recomienda escalonar las horas de entrada, salida y comida, así como reducir trámites, exámenes, ceremonias y asuntos administrativos presenciales.
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