Las gaseosas sin azúcar están dirigidas a los consumidores que buscan una alternativa menos dañina que sus versiones clásicas. Desde el 2017, Coca-Cola ha experimentado un crecimiento del 30% en el consumo de sus productos Zero y Sin Azúcar en el Perú, según cifras publicadas por la empresa. Su línea de bebidas ‘light’ abarca ahora a cerca de la mitad de productos que vende en el Perú. Pero ¿Son una opción más saludable las gaseosas sin azúcar?
Si bien el azúcar en estas bebidas ha sido reemplazada por edulcorantes como aspartame, acesulfame de potasio o sacarina (endulzantes artificiales que no aportan calorías o energía al organismo) y stevia (edulcorante natural hasta 200 veces más dulce que el azúcar), diversos estudios muestran que su ingesta no supone una pérdida de peso ni una mejora en la salud. Por el contrario, las gaseosas con endulzantes artificiales presentan más sodio que sus versiones clásicas, según dos investigaciones revisadas para esta verificación.
Una de estas investigaciones le pertenece a Diego Azañedo, odontólogo y Director Adjunto del Instituto de Investigación de la Universidad Católica los Ángeles de Chimbote, quien publicó el estudio “¿Son menos dañinas las gaseosas sin azúcar? Un análisis de la información nutricional en dos ciudades peruanas".
En el 2018, Azañedo analizó las tablas nutricionales consignadas en cinco tipo de gaseosas ofrecidas en Lima y Chimbote en sus presentaciones zero o light y clásica. Los resultados mostraron que a pesar de la ausencia de azúcar en las bebidas “zero o light”, la Coca Cola Zero contiene 10,4 mg de sodio, casi el doble de lo que tiene su versión original (5,8 mg) y la Fanta Zero contiene 25,8 mg, el triple de sodio que tiene su par azucarada (7,9 mg). Estas cifras se mantienen en sus versiones actuales llamadas ahora sin azúcar.
Una alimentación con elevados niveles de sodio representa un factor de riesgo principal para padecer enfermedades cardiovasculares. Por eso, la Asociación Americana del Corazón recomienda consumir un máximo de 1,5 g de sodio diarios para adultos que padecen hipertensión y 2,3 g para adultos sanos. Sin embargo, el consumo promedio en América Latina supera los 4 gramos.
“Levantar la alerta era necesario. La media de consumo de sal en Latinoamérica ya supera la ingesta recomendada y un consumo extra de sodio podría aumentar el riesgo de padecimientos cardiovasculares”, explicó Diego Azañedo a Salud con lupa.
Dos estudios anteriores respaldan sus afirmaciones.
En el 2015, un equipo de investigadores del Reino Unido de la Universidad de Keele, el Hospital Universitario de North Midlands y el Instituto Farr de la Universidad de Manchester determinó que el consumo de gaseosas dietéticas y azucaradas está asociado con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares (accidentes cerebrovasculares, hipertensión arterial e infarto del miocardio). En los resultados se menciona que con el incremento del consumo de bebidas endulzadas artificialmente (ASB), se presentó un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. Este estudio denominado Soft drinks and sweetened beverages and the risk of cardiovascular disease and mortality: a systematic review and meta-analysis consistió en una revisión de investigaciones que consideran que la ingesta de refrescos está relacionado con el riesgo de eventos cardiovasculares.
Dos años después, en el 2017, un grupo de investigadores de las universidades brasileñas de Sao Paulo y de Pelotas, y del Imperial College de Londres presentó la investigación Artificially Sweetened Beverages and the Response to the Global Obesity Crisis. En esta publicación se menciona que las revisiones sistemáticas de los estudios observacionales asocian el consumo de gaseosas dietéticas con un mayor índice de masa corporal tanto en niños como en adultos y con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiometabólicas como la diabetes y los accidentes cerebrovasculares. Los autores recomendaron no promover el consumo de bebidas gaseosas sin azúcar como parte de una dieta saludable y mucho menos publicitarlas como un medio para bajar de peso, debido a que no han podido demostrar ser una herramienta eficaz para lograr este objetivo.
En la investigación se concluyó que, lejos de ayudar a resolver la crisis mundial de obesidad, existen dos argumentos que sustentan que tomar gaseosas dietéticas es un factor de riesgo potencial para desarrollar enfermedades crónicas altamente prevalentes, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares (infartos o accidentes cerebrovasculares).
Primero, la composición de las gaseosas sin azúcar no tiene beneficios nutricionales debido a la baja o nula cantidad de nutrientes y el alto número de aditivos alimenticios. Si se examina el cuadro nutricional consignado en su etiqueta, se podrá observar que tienen cero grasas, cero carbohidratos, cero valor energético y un alto contenido de sodio. Es decir, se está consumiendo una bebida que no aporta nada al cuerpo.
Segundo, las personas suponen que consumir gaseosas sin azúcar les permite bajar de peso o tener una mejor alimentación para evitar subir de peso. Sin embargo, esto funciona al revés porque pueden aumentar su apetito debido a la falsa idea del bajo contenido calórico de estas gaseosas.
“Las empresas no pueden vender las bebidas sin azúcar como alternativas saludables de consumo”, advirtió Diego Azañedo. El investigador explicó que todas las bebidas que analizó indican su composición nutricional de distinta manera. Algunas por cada 100ml, otras en contenido total por envase y otras en porciones, las cuales pueden variar (200 ml, 237 ml o 240 ml). Esta heterogeneidad dificulta la lectura del consumidor.
Otros estudios relacionados con las gaseosas dietéticas también han analizado la presencia de ácido fosfórico, un compuesto químico que afecta la correcta calcificación de los huesos. Debido a estos nuevos hallazgos, el equipo de Azañedo pretende ampliar su investigación y profundizar en el análisis del contenido de estas bebidas.