Para muchos, la sonrisa blanca es un anhelo permanente, una muestra clara de estética, salud y pulcritud. Y aunque el mercado ha aprovechado ese deseo para ofrecer decenas de productos que prometen dientes impolutos, esto no significa que todos funcionen, o que funcionen igual para todos.
De manera general, se utilizan tres tipos de productos para mejorar el aspecto de los dientes manchados o descoloridos: procedimientos de blanqueamiento en el consultorio, productos suministrados por el dentista para su uso en casa y blanqueadores de venta libre. La mayoría de ellos contienen sustancias como el peróxido de carbamida o el peróxido de hidrógeno, que son compuestos oxidativos que descomponen las sustancias colorantes en lo más profundo de los poros del esmalte.
Y aunque hay algunos estudios que muestran mejoras significativas en la decoloración cuando se trata de procedimientos utilizados o recomendados por un odontólogo, no parece haber una evidencia tan contundente sobre los que se venden libremente, como pastas de dientes, enjuagues, gomas de mascar o carbón activo, que suelen ser también los más baratos y accesibles y que en los últimos años han atraído a miles de personas en busca de una dentadura impecable.
Pero el uso indiscriminado de estas sustancias puede traer riesgos como irritaciones, inflamaciones o daños en el tejido dental, y sobre todo un desconocimiento generalizado sobre lo que muchos especialistas califican como lo más importante: la causa principal de la decoloración.
De acuerdo con la Asociación Americana Dental (ADA) hay causas extrínsecas e intrínsecas de la decoloración en los dientes. Las manchas extrínsecas están relacionadas con factores ambientales o comportamientos individuales como la dieta, el consumo de tabaco o café, una higiene bucal deficiente o el consumo frecuente de alimentos o bebidas pigmentados que resultan en manchas en el esmalte dental. Para algunos de estos casos, el uso de productos de venta libre puede reducir la decoloración superficial.
Pero para las manchas intrínsecas, estos tratamientos suelen ser inútiles. De acuerdo con la ADA, la decoloración por casusas intrínsecas “se produce en el interior del diente (dentro del esmalte o en la dentina subyacente) y puede surgir por causas sistémicas como trastornos genéticos o factores locales durante el desarrollo del diente o después de la erupción”. También sucede por el envejecimiento, que hace que el esmalte se vuelva más traslúcido y fino; por el uso de ciertos antibióticos en la infancia -como la tetraciclina-, las caries, las restauraciones de amalgama y hemorragia, la descomposición o necrosis pulpares; así como por el uso prolongado de enjuagues bucales antisépticos (por ejemplo, el enjuague de clorhexidina).
Como se ve, las causas de la decoloración dental son tan diversas que los tratamientos de blanqueamiento no deben elegirse a la ligera. Lo recomendable, antes de optar por cualquier producto de uso en casa o un tratamiento más sofisticado, es hacerlo tras la evaluación clínica y radiográfica de un profesional.
En general, el blanqueamiento profesional funciona
Desde hace un par de décadas se han desarrollado distintos ensayos clínicos para evaluar la eficacia de varios productos de blanqueamiento disponibles en el mercado. Por ejemplo, en un metaanálisis publicado en 2014 en la Revista de Médicos y Cirujanos de Pakistán, un grupo de investigadores, liderado por el médico Imran Farooq, evaluó más de 82 artículos relacionados con productos de blanqueamiento dental estético con base en lo que la Asociación Americana Dental define como eficacia clínica para estos productos: un incremento de dos unidades de tonalidad perceptible que se mantenga al menos durante 6 meses en 50% de la población estudiada.
Según sus resultados, la mayoría de los productos evaluados fueron eficaces. Por ejemplo, un artículo reportó un blanqueamiento dental en 98% de los pacientes tratados con productos utilizados bajo supervisión médica; de ellos, el 82% mantuvo el efecto durante 47 meses después del tratamiento.
Una de las claves para entender la efectividad de estos tratamientos es que los blanqueadores utilizados tenían 10% de peróxido de carbamida, un producto químico compuesto por peróxido de hidrógeno y urea. El 10% de peróxido de carbamida es la medida estándar. Dado que estos productos liberan la mitad del peróxido en las primeras horas y el resto en las horas siguientes, son utilizados para blanqueamiento nocturno o de aplicación prolongada.
Pero ya que muchas personas no se sienten cómodas utilizando estos tratamientos por tantas horas o quieren resultados más rápidos, muchos fabricantes han aumentado el porcentaje de peróxido de carbamida o usado otras sustancias como el peróxido de hidrógeno, que liberan la mayor cantidad de peróxido en las primeras horas de uso. Sin embargo, el hecho de que contengan más peróxido no significa necesariamente que sean más eficaces. Otro artículo determinó que los productos utilizados en casa, con 15%-20% de peróxido de carbamida, pueden causar un blanqueamiento más rápido, pero con una duración menor.
En general, el grupo de Farooq reportó que la mayoría de los productos de blanqueamiento, tanto los utilizados por dentistas como los que se compran sin receta (como tiras, geles o pastas) son eficaces porque sí producen el cambio de tonalidades esperado en la mayoría de la población que los utilizó en los ensayos clínicos.
Sin embargo, advierten algunas irregularidades: la mayoría de lo estudios fueron patrocinados o llevados a cabo por las empresas que los producen, también mostraron resultados a corto plazo lo que impide saber la duración real del efecto; además, dicen los autores, “los productos para blanquear los dientes no están regulados en muchos países, y la mayoría de estos carecen de una evaluación clínica que pruebe su seguridad y eficacia. Por lo tanto, hay una gran necesidad de ensayos clínicos y de laboratorio que puedan proveer una buena señal de lo que se debe esperar en la práctica”.
Otros estudios son más cautelosos sobre la efectividad de los productos utilizados en casa (pastas, enjuagues, gomas de mascar, tiras, carbón activo) que, por contener una combinación de distintas sustancias abrasivas y porque pueden ser usados de manera indiscriminada, pueden causar daños en la superficie del diente, así como en sus tejidos. En un artículo del 2021, un grupo de investigadores brasileños analizó la evidencia científica detrás de todos estos productos, y concluyó que “no hay evidencia contundente de que alguno de estos provoque un mejor efecto blanqueador en comparación con los que indicaría un profesional”.
Los riesgos
El blanqueamiento dental puede tener sus riesgos. Entre los principales destacan la sensibilidad dental y la irritación en las encías, así como en la mucosa de la boca. También puede ocurrir algún movimiento menor de ortodoncia, una disfunción en la mandíbula debido al uso excesivo de la bandeja dental, o dolor de garganta. De acuerdo con el análisis que hizo el grupo de Farooq, la sensibilidad dental ocurrió en dos tercios de los pacientes que utilizaron productos de blanqueamiento en casa. De ellos, 4% presentó una sensibilidad severa.
Aunque se desconoce la razón de esta sensibilidad, algunos especialistas la explican como un resultado del peróxido de carbamida. Se cree que la sensibilidad aumenta cuando los subproductos de la descomposición del peróxido de hidrógeno o el peróxido de carbamida afecta los túbulos dentinarios, que son los canales que van desde la superficie del diente hasta la pulpa en su interior.
Otra razón de posibles riegos tiene que ver con el pH. A pesar de que la mayoría de estos productos deben tener un pH alrededor de 7, que es la medida neutral entre lo ácido y lo alcalino, hay muchos productos con un pH por debajo o por arriba de la medida neutra. Un grupo de investigación, que analizó 26 blanqueadores dentales disponibles en el mercado, reveló que mientras que los productos de blanqueamiento casero supervisados por el dentista tenían un pH medio de 6,48 (con un rango de 5,66 a 7,35), los de venta libre tenían un pH medio de 8,22 (rango de 5,09 a 11,13), y los dentífricos blanqueadores tenían un pH medio de 6,83 (rango de 4,22 a 8,35).
Los autores concluyen que el pH, sumado a aspectos como “la concentración de ácido, la temperatura, el tiempo de exposición y la frecuencia de exposición, pueden contribuir a la erosión y desmineralización del esmalte y pueden afectar a las restauraciones cuando el paciente intenta blanquear sus dientes”. Esto debe ser informado a los pacientes antes de cualquier blanqueamiento.
La importancia de una evaluación previa
Más allá de la oferta de productos, algunos especialistas hacen énfasis en algo mucho más relevante: la necesidad de hacer una evaluación previa, tanto clínica como radiográfica, de cada persona para determinar la causa principal del cambio de color en los dientes y, en consecuencia, definir el procedimiento idóneo.
“El factor más crítico en el proceso de blanqueamiento dental es la examinación previa”, escribió en un artículo del 2012 el profesor de la Universidad de Ciencias de la Salud de Georgia, Van B. Haywood. De acuerdo con él, algunas de las preguntas que debe responder esta evaluación es: ¿realmente el blanqueamiento es una opción viable para esta persona o requiere de otro tratamiento? ¿se debe aplicar otro producto antes o después para lograr mejores resultados y evitar problemas de sensibilidad o alguna patología?; de todas las opciones de blanqueamiento, ¿cuál procedimiento es el idóneo para las características dentales, económicas y de estilo de vida del paciente?
Mientras que el examen clínico puede indicar si hay alguna presencia de caries, cáncer o absceso, la radiografía es importante porque después de un trauma en los dientes, les puede tomar hasta 20 años mostrar evidencia de alguna patología, de manera que puede haber dientes “enfermos” sin que muestren alguna señal aparente de que lo están. Un ejemplo es la resorción dentaria, que sucede cuando se destruyen lo tejidos calcificados del diente.
“Solo una radiografía puede revelar si hay resorción y en muchos casos se requerirán terapias de endodoncia agresiva para salvar el diente”, explica Haywood. “Cualquier pérdida de tiempo a casusa de que se diagnostique mal la decoloración puede resultar en la pérdida del diente”.
En todos los casos, la evaluación es fundamental porque permite que el paciente sepa si requiere o no el blanqueamiento; si el tipo de intervención que quiere es el que realmente necesita; si llevará más tiempo de lo normal o si habrá un máximo de blanqueamiento que no podrá ser superado con ningún producto.
¿De verdad necesitamos dientes blancos?
Quizás una de las preguntas más pertinentes es hasta qué grado es necesaria una dentadura impoluta. Por ejemplo, Haywood explica que las personas que tienen dientes muy pequeños o una sonrisa en la que se aprecia mucho la encía no suelen verse mejor con un blanqueamiento porque acentúa las características de sus dientes.
El especialista también apunta que no es estrictamente necesario lograr la blanquitud absoluta porque puede no resultar tan estética como se piensa. “Los pacientes tienden a verse mejor cuando el color de sus dientes coincide con el de la porción blanca de sus ojos”, así que “eso puede servir mejor como objetivo, más que intentar lograr un color con base en una guía de tonalidades”.
Y si bien para muchas personas eliminar la decoloración o las manchas en los dientes puede propiciar una significativa mejora en la calidad de vida, para muchas otras puede ser un símbolo exclusivamente de estética más que de salud. Y en eso los odontólogos coinciden: una dentadura blanca no significa que esté saludable. Lo importante, más que lograr el blanco impecable, es tener chequeos frecuentes con el dentista para que evalúe que tanto los dientes como las encías están fuertes y sanas.