El ácido acetilsalicílico, mejor conocido como “aspirina”, es uno de los medicamentos que se consume con mayor frecuencia en buena parte del mundo. Su poder antiinflamatorio y anticoagulante hace que sea uno de los pocos fármacos que sirve para aliviar diversos malestares, desde la fiebre hasta prácticamente cualquier dolor: menstrual, dental, de cabeza, huesos o articulaciones.
“La aspirina ayuda a disminuir eventos isquémicos -es decir, cuando la célula deja de recibir sangre y, por lo tanto, oxígeno- en corazón, cerebro, pulmón y en extremidades. Pero es especialmente importante para disminuir la incidencia de infarto cardiaco y cerebral”, explica Saúl Trejo Rosas, Jefe de Terapia Intensiva del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional de la Raza, en México.
Precisamente la evidencia de que su consumo regular puede reducir el riesgo de problemas cardiacos e infartos cerebrales, así como de padecer algunos tipos de cáncer como el colorrectal, ha propiciado que muchas personas sanas decidan tomarla en una dosis diaria con el objetivo de prevenir ese tipo de complicaciones. En un artículo publicado en 2013 se analizaron los patrones de consumo regular de este fármaco por parte de adultos estadunidenses a partir de datos de la Encuesta Nacional de Salud (NHIS, por sus siglas en inglés) entre 2005 y 2010, y reveló que hubo un aumento significativo en cinco años. “En 2010, alrededor de 43 millones de adultos (19,0%) tomaron aspirina al menos tres veces por semana durante más de 3 meses (es decir, usuarios regulares)”, lo que significó un aumento del 57% respecto a 2005.
El mismo estudio concluye que una de las posibles razones de este incremento es “la creciente atención de los medios de comunicación que informan de que el uso regular de aspirina reduce el riesgo de ECV [accidentes cerebrovasculares] y las muertes relacionadas”. Es muy probable que la cantidad de personas que toman una aspirina de manera regular haya aumentado aún más durante los últimos años. Un reporte sobre el mercado de la aspirina publicado en 2020 y elaborado por la empresa Research and Markets afirmaba que el mercado mundial de la aspirina aumentaría a una tasa de crecimiento anual del 2,53% hasta llegar a 1.979 mil millones de dólares en 2019; para finales de 2025, la estimación es que alcanzará 2.299 mil millones de dólares.
Pero si bien la evidencia sobre sus beneficios para la salud existe, también se sabe que estos beneficios no son para todos. La Mayo Clinic afirma que la necesidad de tomarla dependerá de la edad, el estado de salud, el historial médico relacionado con padecimientos cardiacos, así como el riesgo de cada persona a sufrir un paro cardiaco o un derrame cerebral. Normalmente el uso regular de la aspirina se recomienda para personas que ya tuvieron un infarto cardiaco o cerebral a consecuencia de una excesiva coagulación en los vasos sanguíneos.
Por el contrario, para la mayoría de las personas sanas menores de 40 años, sin haber padecido paros cardiacos ni infartos cerebrales previos, el tomar una aspirina diaria no solo no es beneficioso, sino que puede propiciar problemas de salud, como sangrados gastrointestinales, reacciones alérgicas u otras enfermedades.
Antes de tomar aspirina diariamente por decisión propia conviene consultar a un profesional de la salud para saber los beneficios o los daños que puede provocar según las características y el historial médico de cada persona.
¿Qué hace exactamente la aspirina?
La aspirina, patentada por la compañía Bayer en 1899, tiene varios beneficios que han sido revelados por la ciencia durante más de 100 años. Es analgésico, antiinflamatorio, antipirético y antitrombótico, palabras que significan, respectivamente, que reduce el dolor, la inflamación, la fiebre y la probabilidad de que aparezcan trombos (coágulos en la sangre).
Uno de los atributos más importantes de este fármaco es que bloquea un tipo de mediadores celulares, similares a las hormonas, llamadas prostaglandinas; estas sustancias se producen en cantidades inusuales cuando hay algún cuadro de inflamación o algún agente tóxico en el organismo. Una monografía del 2005 explica que entre las principales funciones de las prostaglandinas en el sistema nervioso central (SNC) son la regulación de la memoria, el sueño, la fiebre y del dolor, e incluso está relacionada con enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer.
“El hecho más conocido de las prostaglandinas es que al tratar a un paciente con ácido acetilsalicílico (ASA) se bloquea la producción de éstas, lo cual tiene numerosas consecuencias, como el control del dolor y la fiebre”, explican los autores.
A pesar de estas ventajas, la aspirina ha perdido su popularidad como analgésico debido a que existen en el mercado otros fármacos más potentes y duraderos que se usan como remedios de primera línea contra el dolor. Pero el hecho de que haya más opciones para aliviar el dolor no significa que puedan superar a la aspirina, especialmente en su poder anticoagulante.
Probablemente la acción más importante de este fármaco en el organismo es que interfiere en la acción coagulante de la sangre. Cuando las arterias ya tienen una importante acumulación de grasa -una condición conocida como arterosclerosis-, hay mayor riesgo de que el vaso sanguíneo se desgarre, que la sangre fluya hacia la pared interior de la arteria y se coagule, es decir que se haga más densa.
Si tenemos una herida resulta ventajoso que nuestra sangre coagule porque así podemos evitar una hemorragia, pero en los vasos sanguíneos la coagulación no es necesariamente beneficiosa porque puede impedir que la sangre fluya al corazón y ocurra un infarto. Por eso, el tratamiento con aspirina resulta efectivo para algunas personas porque reduce la acción coagulante de la sangre, relaja los vasos sanguíneos constreñidos y puede proteger el sistema cardiovascular de los ataques cardíacos y los accidentes cerebrovasculares causados por la coagulación. De hecho, en muchas ocasiones cuando una persona está teniendo un paro cardiaco debido a un coágulo en la sangre muchos médicos aplican una dosis alta de aspirina pues saben que puede ser eficaz como anticoagulante.
Pero para consumirla de manera permanente, hay que subrayar que los beneficios no son para todos. El tomar una aspirina diaria no puede ser una decisión individual, sino el resultado de una prescripción médica con base en las características de cada persona. Cuando se trata de consumirla a largo plazo como medida de prevención, normalmente hay dos tipos: primaria o secundaria.
Para quiénes SÍ se recomienda su consumo diario, y hay evidencia sólida
La aspirina como prevención secundaria es la que cuenta con más evidencia y consenso científico. Se recomienda para personas que ya tuvieron un infarto cardiaco o cerebral o quienes han experimentado un ictus (cuando un vaso sanguíneo que lleva la sangre al cerebro se rompe o se obstruye). En todos estos casos, la aspirina funciona para que estos eventos no se repitan.
Y hay evidencia al respecto. Un metaanálisis que incluyó 287 estudios, publicado en 2002 en la revista BMJ, mostró que la aspirina reduce el riesgo de eventos cardiovasculares mayores, como el infarto de miocardio, accidente cerebrovascular, muerte cardiovascular, en un 25% en pacientes con un infarto de miocardio reciente. Es decir, hubo 36 eventos menos por cada 1000 pacientes tratados durante 2 años. El mismo estudio mostró que, en pacientes con un ictus reciente, la aspirina reduce el riesgo de eventos cardiovasculares graves en un 22%. De acuerdo con un artículo publicado en 2012 en la revista Circulation, “para la prevención a largo plazo de las enfermedades cardiovasculares, la dosis recomendada de aspirina es de 75 a 325 mg una vez al día”.
También hay evidencia de que para las personas que se han sometido recientemente a un bypass coronario (una intervención que sirve para restaurar el flujo de sangre hacia el corazón), el uso regular de la aspirina reduce el riesgo de una falla en 30%. Para esas personas, las guías del Colegio Americano de Cardiología/Asociación Americana del Corazón recomiendan una dosis de aspirina de 75 a 162 mg una vez al día.
Finalmente, algunos estudios muestran que la aspirina puede prevenir los coágulos de sangre en piernas o pulmones en personas que tuvieron una operación de una fractura de cadera reciente. Un estudio en la revista The Lancet evidenció que la aspirina administrada en una dosis de 160 mg una vez al día reduce en 30% el riesgo de desarrollar coágulos sanguíneos en las piernas (trombosis venosa profunda) o en los pulmones (embolia pulmonar), lo que significa que hubo 9 eventos menos por cada 1000 pacientes tratados durante 35 días.
Para quienes SÍ se recomienda su uso, pero la evidencia no es concluyente
Hay menos consenso cuando hablamos del uso de la aspirina como prevención primaria. Es decir, cuando los pacientes no han tenido un paro cardiaco, ni ictus ni infarto cerebral. Y esto es interesante porque los beneficios o desventajas de la aspirina tienen que ver con el riesgo individual de padecer alguna de estas complicaciones.
Por un lado, hay ensayos clínicos con 100 000 pacientes que han demostrado que la aspirina reduce en 20% el riesgo de un primer infarto de miocardio (un evento menos por cada 1000 pacientes tratados durante un año). Pero “en los pacientes de bajo riesgo, el beneficio de la aspirina puede verse superado por el aumento de las hemorragias (hasta un evento más por cada 1000 pacientes tratados durante un año)”, explican los autores del artículo de Circulation.
De manera que la clave para saber si se debe o no tomar una aspirina para prevenir un primer paro cardiaco está en estimar el riesgo de eventos cardiovasculares en los próximos 10 años. “Si el riesgo supera el 10% en 10 años, es probable que la aspirina se asocie a un beneficio neto. Las directrices de la Asociación Americana del Corazón recomiendan la aspirina en una dosis de 75 a 160 mg una vez al día si se utiliza para la prevención primaria”.
Así lo explica también la Mayo Clinic: el uso regular de la aspirina podría recomendarse por parte de un médico a personas que tienen entre 40 y 59 años y un alto riesgo (10% o más) de sufrir un primer ataque al corazón o un ictus en los siguientes 10 años. También incluyen a personas que tienen dolor en el pecho debido a una enfermedad de las arterias coronarias (angina). Y aunque los ensayos de prevención primaria no han demostrado un beneficio de la aspirina en pacientes con diabetes mellitus, muchas guías recomiendan que los pacientes adultos con diabetes mellitus sean tratados con aspirina en dosis de 75 a 162 mg diarios.
En el caso del uso de la aspirina para evitar el cáncer, también hay resultados prometedores, pero aún insuficientes para establecer recomendaciones. Por ejemplo, dos estudios publicados en 2016 en la revista JAMA Oncology mostraron una relación entre el uso de aspirina durante 6 años o más con una disminución de 19% en el riesgo de cáncer colorrectal y del 15% en el riesgo de padecer cualquier tipo de cáncer gastrointestinal, una reducción que los mismos autores calificaron como “modesta pero significativa”. Ese mismo año, otro metaanálisis publicado en la revista Gut, que incluyó otros seis metaanálisis sobre la aspirina y el cáncer colorrectal, fue más cauteloso. “La aspirina es protectora en la mayoría de los metaanálisis incluidos (…) su efecto protector puede observarse para dosis tan bajas como 75mg/día”, pero “la certeza de la evidencia es baja”, concluyeron los autores. Por lo tanto, el que una persona evite padecer o morir de cáncer simplemente por tomar una aspirina diaria está alejado de la realidad y del sustento científico.
¿Para quiénes NO se recomienda su consumo diario?
Si eres una persona sana, menor de 40 años, sin antecedentes de enfermedad coronaria, paro cardiaco, ictus o infarto cerebral, lo más probable es que tomar una aspirina diariamente no haga ninguna mejora significativa en tu organismo. Por el contrario, podría dañarlo.
La misma Clínica Mayo subraya que no es recomendable el uso regular de la aspirina en personas que tengan “un trastorno hemorrágico o de coagulación que les haga sangrar con facilidad; una alergia al ácido acetilsalicílico, que puede incluir el asma causada por el ácido acetilsalicílico; o úlceras estomacales sangrantes o antecedentes de hemorragias gastrointestinales”.
Todas las personas, pero especialmente quienes deciden tomar aspirina sin una prescripción médica, necesitan saber que el fármaco es un gastroerosivo, lo que significa que daña la mucosa del estómago al punto de provocar úlceras gástricas que pueden pasar desapercibidas durante años. Si se toma la aspirina en conjunto con otros medicamentos antiinflamatorios, el riesgo de sangrado puede aumentar. E incluso, en el caso de niños, puede propiciar el Síndrome de Reye, que afecta la función renal al grado de producir una falla aguda grave.
“La hemorragia es el principal efecto secundario [del consumo de aspirina], sin embargo, hay otro muy importante y que puede llegar a ser grave e incluso mortal: el Síndrome de Reye. De ahí la importancia de no automedicarse, sobre todo a los niños. Lo más recomendable es acudir al médico, y reportar con él en caso de alguna reacción adversa”, dice el médico Saúl Trejo.
Así que, por muy seductor que suene, la promesa de evitar problemas de salud por tomar una aspirina diaria, sobre todo si se trata de personas sanas, puede acarrear más riesgos que beneficios. La verdadera forma de prevenirlos es evitando, justamente, la automedicación.