Al 6 de junio, 11.48% de la población mundial ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra covid-19; de seguir con ese ritmo, probablemente a finales de 2021 el 75% de la población mundial estaría vacunada.
Pero conforme el número de personas vacunadas aumenta, también se abre la posibilidad de relajar las medidas sanitarias preventivas y de que cada vez más personas piensen que solo por el hecho de haber recibido la vacuna la pandemia ha sido superada.
No solo no ha sido superada, sino que algunos países han experimentado recientemente los peores picos de contagios desde que inició la pandemia. Según los datos de su Ministerio de Salud, Argentina vive su peor momento en esta crisis sanitaria con días que superan los 20 mil casos confirmados y 400 fallecidos. Brasil continúa con un promedio alto de nuevos contagios (arriba de los 70 mil) y decesos (más de 2 mil) diarios.
Pero quizás ejemplo más claro de que la pandemia continúa a pesar de la inmunización es Chile. El país inició su proceso de vacunación antes que el resto de la región y actualmente cerca del 60% de su población cuenta con al menos una dosis administrada; sin embargo, desde marzo el país empezó a experimentar un pico de casos que han puesto en jaque a hospitales de diversas partes del país.
Para especialistas chilenos en salud pública, una de las causas ha sido el haber flexibilizado varias de las medidas sanitarias y la autorización por parte del gobierno para que millones de chilenos salieran de vacaciones. Así lo explica la Coordinadora del Núcleo de Comunicación Científica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de La Serena, Marcela Gatica Andrades.
"Después del verano se dispararon los casos (primero) probablemente por un aumento de movilidad. Segundo, tiene que ver con el relajamiento de las medidas ya a nivel personal. Todos y todas estábamos muy cansados (…) Al menos en Chile, el grueso de los contagios sucede en las casas, entonces si hay un relajamiento, la gente tiende a juntarse más, a ver a las familias y nos olvidamos de las medidas básicas", señala.
Chile nos muestra que, si bien las vacunas son métodos exitosos para contener la pandemia, estas tienen que ir acompañadas por medidas que impidan la movilidad y que fortalezcan una efectiva comunicación del riesgo.
"Otra cosa que se ha criticado mucho por parte de la comunidad científica y quienes nos dedicamos a la comunicación de la ciencia es la mala comunicación de riesgo que ha habido durante la pandemia (…) Ha faltado explicarle a la población el por qué y para qué de muchas medidas", dice Gatica.
Por eso, para evitar picos de contagios no deseados, la información basada en evidencia puede ser particularmente importante antes y después de recibir la vacuna.
¿Puedo beber alcohol?
Si ya te vacunaron es probable que hayas recibido la recomendación de no beber alcohol. Pero no parece haber una regla homogénea de ese consejo. Mientras que en algunos casos el personal médico recomienda no beber durante 3 días, en otros casos sugieren 14 días, y en otros pueden llegar hasta los 45 días.
La incertidumbre al respecto sucede porque para poder determinar si el alcohol cambia el efecto de la vacuna hay que incluirlo como parte de los ensayos clínicos que analizan la seguridad y eficacia de cada vacuna, lo cual no ha sucedido. Sin embargo, se pueden hacer algunas recomendaciones a partir de estudios previos con otras vacunas.
Esas investigaciones muestran que no importa beber alcohol tanto como la cantidad que se ingiere. En un artículo de 2006, un grupo de investigadores analizó un tipo de glóbulos blancos conocido como monocitos, encargados de producir una respuesta inflamatoria. Tras explorar cómo cambiaban estos monocitos antes y después de ingerir alcohol, el grupo encontró que después de 18 horas de beber moderadamente (uno o dos tragos), la cantidad de estos glóbulos disminuía de manera significativa. Esta posibilidad de disminuir procesos inflamatorios llevó a los investigadores a concluir que el consumo moderado de alcohol podía tener un efecto positivo en varias enfermedades inflamatorias, como la arterosclerosis.
Pero algo distinto ocurre cuando el consumo de alcohol es excesivo (más de 4 copas en un día). Un grupo distinto de investigación reportó en 2010 que el abuso de alcohol suprime distintas rutas de la respuesta inmunitaria, lo que aumenta el riesgo de infecciones por virus y bacterias.
La conclusión queda inconclusa. Pero expertos señalan que, aunque hasta ahora no hay ninguna evidencia de que el alcohol merme la eficiencia de las vacunas para covid-19, sí es recomendable no abusar del alcohol para evitar que otros patógenos entren al cuerpo y lo hagan vulnerable a esta u otras enfermedades.
¿Puedo fumar?
Con el tabaco, la marihuana o los vapeadores sucede lo mismo que con el alcohol: no hay estudios clínicos que hayan analizado su impacto en la eficiencia de la vacuna, por lo tanto, no hay evidencia para afirmar que fumar afecta el desarrollo de inmunidad después de recibir la inyección.
Pero eso no debería ser un aliciente para hacerlo. Aunque los estudios están en curso, hay cada vez más señales de que el fumar cigarrillos y otros productos con tabaco está asociado a un mayor riesgo de desarrollar complicaciones por covid-19. La evidencia rápida de distintas asociaciones como la Sociedad Torácica Americana o el Colegio Real de Médicos de Londres muestran, incluso, algunas cifras.
“Hay pruebas claras de que el consumo de tabaco se asocia con peores resultados clínicos, incluido el riesgo de mortalidad, ya que los fumadores actuales tienen un mayor riesgo de muerte intrahospitalaria (9,4% frente al 5,6% de los no fumadores)”. Por otro lado, “el uso de productos de cigarrillos electrónicos está relacionado con una probabilidad cinco veces mayor de dar positivo en las pruebas de covid-19”, dice uno de esos reportes.
En el caso de la marihuana, tampoco hay evidencia de que ésta interfiera con la eficacia de la vacuna, pero sí hay algunos estudios que muestran que fumarla podría tener efectos negativos en los sistemas respiratorio e inmune por lo que para las personas que consumen cannabis de manera frecuente sería aún más recomendable vacunarse.
También es recomendable no acudir a recibirla tras haberla fumado dado que sus efectos podrían afectar tu comprensión y atención al momento de recibir información importante o para dar tu consentimiento antes recibir la inyección.
¿Puedo hacer ejercicio?
Sí, en realidad no hay ninguna contraindicación que impida que realices alguna actividad física antes o después de vacunarte; puedes hacer tu rutina de ejercicio diaria o de actividades cotidianas dentro o fuera de casa siempre y cuando te sientas capaz de hacerlas.
En muchos casos, las vacunas provocan cansancio, sueño, náusea, dolor de cabeza y de articulaciones, y estos efectos aparecerán entre el primer y segundo día tras recibir la vacuna, por lo que es buena idea esperar a ver cómo reacciona tu cuerpo.
Pero la ciencia ha ido más allá: hay artículos que muestran que el ejercicio puede mejorar la inmunidad tras una vacuna. Por ejemplo, un estudio con adultos mayores de 60 años reveló que dos semanas después de haber sido vacunados contra la gripe, los anticuerpos IgG e IgM fueron más altos en los activos que en los sedentarios. Otra investigación, elaborada con hombres de entre 65 y 85 años, encontró que quienes realizaban regularmente un entrenamiento moderado o vigoroso presentaban respuestas de anticuerpos más altas tras recibir la vacuna contra la gripe, en comparación con quienes tenían una vida inactiva.
Por lo tanto, no solo es aconsejable hacer ejercicio antes o después de la vacuna si las condiciones de tu cuerpo lo permiten, sino que hasta podría ayudar a mejorar los efectos de la sustancia.
¿Puedo dejar de usar mascarilla?
Probablemente la recomendación que ha sido el mayor tema de debate sea el relacionado con el uso de las mascarillas.
En abril, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) anunciaron que las personas vacunadas podían reanudar sus actividades sin necesidad de usar mascarillas “excepto cuando lo exijan las leyes, normas y reglamentos federales, estatales, locales, tribales o territoriales, incluidas las orientaciones locales sobre empresas y lugares de trabajo”.
Su decisión se basa en el poder de algunas vacunas para prevenir enfermedad sintomática y asintomática; es decir, dado que las personas vacunadas serán menos proclives a enfermar sin tener síntomas ,también lo serán a diseminar la enfermedad sin que ésta sea detectada.
Pero varios especialistas critican esta decisión. Primero, porque aún es incierto que todas las vacunas puedan tener los mismos niveles de eficacia para prevenir enfermedad asintomática; segundo, por la probabilidad de que no funcionen para las nuevas variantes que aparezcan en el futuro; y tercero, porque aun existe población que no ha sido vacunada o para quienes muchas vacunas ni siquiera han sido autorizadas, como los niños.
Sharon Nachman, jefa de la División de Enfermedades Infecciosas Pediátricas del Hospital Infantil Stony Brook de Nueva York, dijo a la revista Heathline que el uso de la mascarilla variará según el lugar y el estado de vacunación de los demás.
"Cuando se está en grupos pequeños con otras personas que ya están vacunadas (…) es posible prescindir de la mascarilla”. Al aire libre, se puede considerar no usar mascarilla, “pero de nuevo, cuanto más grande sea la multitud, y cuanto más pequeño sea el espacio entre las personas, más animamos a seguir usándolo", dijo.
Así que mientras la mayoría de las personas no estén vacunadas, como ocurre en la mayor parte de los países latinoamericanos, la recomendación más generalizada es seguir usando la mascarilla aún después de recibir la vacuna. Cuando la mayor parte de la población esté inmunizada, probablemente la sugerencia cambiará y las mascarillas se utilicen solamente en lugares con mayor riesgo de infección como los hospitales y el transporte público. Por lo pronto es temprano para saberlo.