Al mismo tiempo que se desarrolla la conferencia de cambio climático COP29 en Baku, Azerbaiyán, los presidentes del G20 se reunirán en Río de Janeiro, el lunes y martes, en la cumbre presidida por Brasil. Además del presidente Lula da Silva, estarán sus contrapartes del bloque como Xi Jinping, el presidente de China, y Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, en sus últimos meses de mandato.
Los países del G20 son responsables del 76% de las emisiones globales, por lo que sus acciones en cambio climático tienen un gran peso. Desde que asumió la presidencia, Lula puso la agenda climática como un tema prioritario para el G20, abriendo discusiones sobre financiamiento. Al mismo tiempo, Brasil presentó la semana pasada su nuevo plan climático, que recibió reacciones mixtas.
En una entrevista desde la COP29, Natalie Unterstell, presidenta del Instituto Talanoa, un think-tank brasileño que trabaja en cambio climático, se refirió al papel que ha tenido Brasil como presidente del G20 y qué esperar en la cumbre de presidentes. Además, dejó su mirada sobre el nuevo plan climático de Brasil y cuestionó la decisión de este país de continuar explotando combustibles fósiles.
Brasil ha asumido un papel central en la configuración de la acción climática mundial al tomar la presidencia del G20, los BRICS y la COP. ¿Está cumpliendo lo que se esperaba de él?
Brasil fue bastante progresista en el G20 e intentó avanzar con un grupo de trabajo sobre cambio climático (TF-CLIMA) con foco en la financiación climática. Es algo que ocurrió por primera vez en el G20. Es bueno ver que lo intentan, pero es difícil que lo consigan. Hay muchas lecciones aprendidas para la COP30, Brasil tendrá que liderar al mundo durante dos semanas y cumplir colectivamente. En resumen, Brasil no está rindiendo como se esperaba, pero no es por falta de ganas. Se están esforzando mucho, pero las circunstancias son bastante difíciles.
Con el TF-CLIMA, Brasil trató de sacar a los responsables de clima y finanzas de sus silos para hablar de cambio climático. ¿Has visto algún cambio este año?
Este intento de Brasil provocó cierta tensión con otros países que creían que el G20 debía limitarse a las finanzas sostenibles. Pero incluso Sudáfrica se plantea ahora cómo aprovechar este legado. Un aspecto importante fue el efecto que tuvo en Brasil el trabajo conjunto de los ministerios de Finanzas y Ambiente. Las políticas climáticas se extenderán a todo el gobierno y necesitamos que los responsables de las finanzas asuman su responsabilidad.
Un informe elaborado por ese grupo de trabajo recomendó a los gobiernos del G20 que pusieran en marcha estrategias industriales verdes. ¿Qué medidas ha adoptado Brasil a nivel nacional?
Existe un programa político sobre industrialización verde y transformación ecológica pero sigue siendo algo de alto nivel y falta aplicarlo. Esto es lo que queremos ver más claro el año que viene. De lo contrario, sólo son palabras bonitas pero no hechos concretos. En cuanto a la deforestación, vemos resultados, pero ¿qué hay de otras áreas, como la industrialización verde, cuáles son los indicadores, qué muestran, qué tipo de industrias verdes se están creando? Tenemos el esfuerzo pero no los resultados.
Lula introdujo en julio la idea de crear un impuesto para los superricos. ¿Hasta qué punto lo ve factible?
La viabilidad es el talón de Aquiles, pero no creo que sea imposible. Es una solución muy focalizada. En vez de hablar del dinero de los países, te centras en los 3.000 individuos que realmente pueden cumplir. Los ultra ricos. Se ha propuesto un grupo de trabajo dentro de la convención climática de Naciones Unidas para trabajar en cosas así y es un avance. En el G20 es factible, pero las circunstancias geopolíticas cambiaron y esto no va a tener mucho éxito a corto plazo.
Los países del G20 han apoyado este año la Iniciativa de Bosques Tropicales para Siempre para recompensar a los países que protejan los bosques. ¿Qué relevancia tiene esta iniciativa?
Brasil quiere hacer de ese programa uno de los grandes temas de la COP30 y veremos cómo se invierte cada vez más energía política en ello. Esto significa que la propuesta, que aún se encuentra en una fase inicial, seguirá desarrollándose el año que viene. Están intentando movilizar los recursos de una manera diferente, no vinculándolos a los mercados de carbono. Si se materializa puede haber un buen efecto de movilización de recursos. Lo que no está claro es quién se beneficiará de ello.
¿La elección de Donald Trump en Estados Unidos afectará el resultado del G20?
Hay un elemento positivo e importante, Biden va a ir al Amazonas, luego a la reunión del G20 y será su despedida. Si bien los rezagados climáticos esperan meter la pata con la responsabilidad climática, los Estados Unidos de Biden quieren dejar un legado y esto puede articularse en Río en el G20. Puede también tener un efecto importante en la COP29. No está bien que Javier Milei (presidente argentino) u otros veten cualquier avance, pero al fin y al cabo no deberíamos dejarnos llevar por comunicados o declaraciones, necesitamos decisiones y las decisiones se tomarán aquí, en la COP29.
Brasil presentó en la COP29 su nueva NDC. El gobierno ha dicho que está en línea con el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París, pero la mayoría de la sociedad civil no está de acuerdo. ¿Es suficientemente ambicioso?
La NDC tiene lo bueno, lo feo y lo malo. La parte buena es que menciona la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles, algo por lo que hemos luchado. También se refiere a la deforestación cero como un compromiso y habla sobre la adaptación. Lo malo es que, aunque se refiere a la transición para abandonar los combustibles fósiles y da mandato para una política energética alineada con la NDC, se centra en el consumo, nada de la producción y las exportaciones. No están obligados a incluir las emisiones no nacionales, pero nos gustaría que se abordara esta cuestión. Lo feo es que el objetivo de mitigación no es muy ambicioso. La forma en que se presenta es imprecisa y difícil.
Brasil sigue persiguiendo activamente la extracción de combustibles fósiles en zonas sensibles de la Amazonia. ¿Por qué Lula parece reacio a la transición total a las renovables?
Brasil es una potencia tanto renovable como fósil. No hay transición en el país, el gobierno aún no se ha comprometido a disminuir la producción o el consumo. Tras el descubrimiento de la capa de presal en 2008, se invirtieron miles de millones en el sector petrolero y en la perforación de petróleo en alta mar. Somos rehenes de esta industria que es súper poderosa; en 2030 seremos el cuarto mayor productor de petróleo del mundo. Es un camino de dependencia. La dificultad es cómo independizarnos y esa es la discusión que queremos tener en casa. Incluir el abandono de los combustibles fósiles en la NDC es una pequeña victoria, ahora podemos abrir la conversación y preguntarnos cuándo empezará y terminará la transición.
¿Cuáles son los temas que le gustaría que Brasil pusiera sobre la mesa como presidente de la COP30?
En primer lugar, la adaptación. Nuestra región está muy afectada y aún no hemos hecho un trabajo decente al respecto. En segundo lugar, la transición desde los combustibles fósiles. Brasil introdujo en la COP29, a través del programa de trabajo sobre mitigación y la NDC, la idea de debatir cómo planificar la transición en términos de quién viene primero y después. Si Brasil puede liderar a los países productores eso va a dar señales políticas relevantes para los mercados. En tercer lugar, una agenda sobre integridad. Desde la COP26 en Glasgow (Escocia), casi todo el mundo tiene el objetivo de llegar a emisiones netas cero. Necesitamos que la eliminación de los combustibles fósiles sea la nueva norma. Brasil, con un equipo diplomático sofisticado, puede hacerlo realidad.
En la COP de este año, todo gira en torno al financiamiento, con el objetivo de alcanzar una nueva meta. ¿Cómo debería ser ese objetivo y por qué es tan relevante para la región?
América Latina recibe fondos, pero muchos menos que los demás. Hay ideas sobre que un cierto porcentaje de los fondos de la nueva meta sean específicamente para la región. Aunque es una agenda de negociación interesante, no creo que sea factible. La cuestión es cómo nos aseguramos de que haya más dinero para la región, sobre todo en adaptación.
Entramos en una nueva fase para el proceso de la COP con la posibilidad de que Estados Unidos abandone, nuevamente, el Acuerdo de París. ¿Qué le espera a las negociaciones sobre el clima?
La gente está frustrada porque los lobistas de los combustibles fósiles secuestraron la COP. Se está percibiendo también que los presidentes de la COP necesitan tener dinero para acogerla, lo cual es extraño. No deberían darse las condiciones perfectas para ser presidente de una COP. En los debates sobre Belem y la COP30, mucha gente se ha preguntado por qué lo hacemos allí. Esa no es la cuestión. Tenemos que volver a centrarnos en lo que las COP pueden y no pueden hacer. Sobre el futuro, a Trump le gustaría reajustar el régimen internacional. No estoy seguro de si lo hará abandonando el Acuerdo de París. Se trata de transformar el régimen internacional, hacerlo más eficiente y orientado a resultados. Brasil puede ayudar mucho en eso.
Fermín Koop. Es periodista y comunicador en Argentina. Latin America Managing Editor en Dialogue Earth. Freelance. Ex Buenos Aires Herald. Alumni de Chevening.
Este artículo forma parte de COMUNIDAD PLANETA, un proyecto periodístico liderado por Periodistas por el Planeta (PxP) en América Latina, del cual Salud con lupa forma parte.