El subregistro de muertes por coronavirus en América Latina no es una "curiosidad estadística", sino un hecho que oculta las implicaciones sociales, económicas e incluso políticas que la pandemia tendrá en la región, dice Luis López-Calva, director regional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la región.
El nuevo coronavirus aparecido hace siete meses está golpeando de diversas formas a millones de personas en el continente y anulando proyectos de vida. En México, el promedio de personas fallecidas está entre los 40 y 60 años, edades en las que muchos hombres y mujeres aportamos a la economía de nuestras familias y del país. La pandemia también ha interrumpido la educación de unos 90 millones de niños, además de haber generado despidos masivos que han dejado en la pobreza muchos hogares. Estos hechos implican importantes retrocesos como sociedad que aún no podemos evaluar con nitidez. En esta entrevista, López-Calva nos plantea reflexionar sobre este "choque demográfico" y buscar la forma de resolver el desfase de las cifras de fallecidos para que los gobiernos tomen decisiones acertadas y oportunas en el corto y mediano plazo.
¿Qué significa exactamente que exista una subestimación de muertes por COVID-19 en América Latina?
Es importante tener en cuenta varias cosas de corto, mediano y largo plazo. ¿Por qué nos interesa contar bien las muertes por COVID-19? Primero, en el corto plazo porque nos permite medir mejor la magnitud del problema y, si tenemos datos geográficos, podemos ver dónde están los puntos de mayor concentración de la enfermedad para establecer políticas concretas. Lo segundo es saber que este choque demográfico del COVID-19 va a tener implicaciones para la región en términos de sus patrones, incluso fiscales. [En América Latina] estábamos en la última generación de lo que hemos llamado el bono demográfico (cuando hay mas contribuyentes que aportan a la seguridad social que los que se están retirando). Ese bono ya estaba en transición importante en muchos países, y después del COVID-19 hay que medir el patrón demográfico que nos deja. No es el caso de Europa, donde mueren personas de mayor edad. En México, por ejemplo, los datos muestran que las personas fallecidas tenían entre 40 y 60 años de edad. La mayoría tenía enfermedades crónicas como las cardiovasculares y obesidad.
¿A qué se debe la tasa de subregistro?
La subestimación, tanto de enfermos como de muertes por COVID-19, es difícil pensarla como si fuera una política explícita. Más bien es el resultado de decisiones que se han tomado con anterioridad. (...). Al comparar la mortalidad reportada por COVID-19 con los datos históricos vemos una diferencia. No decimos que todo sea subestimación de COVID-19, solo decimos que la cifra real de muertes debería estar dentro de ese rango.Y ahí vemos que el rango es muy amplio y entonces no podemos decir cual es la verdadera mortalidad, pero sí decir que es muy superior a la reportada. A nivel de la región, el rango de subestimación va desde un 25 % hasta un 80 %. Este dato no es interesante en sí mismo. Lo importante es saber que este choque demográfico que está recibiendo la región, sobre todo si vemos los perfiles de edad, y geográficos, tendrá implicaciones económicas y sociales en un futuro inmediato y en el largo plazo. Esta cifra es un indicador adelantado de la recomposición demográfica, que es un choque tan grande en salud en la región que destruye capital humano en ciertos sectores y grupos de edad.
¿Existe algún ejemplo concreto de esa afectación en el capital humano?
Esta es una crisis de gobernanza, que ha puesto a prueba los sistemas de salud, educación, fiscales y de protección social. Concretamente, en temas de destrucción de capital humano, es difícil encontrar en el último siglo, salvo la Segunda Guerra Mundial, tal nivel de recomposición demográfica. Por un lado, está el patrón epidemiológico, como por ejemplo los choques de salud, que no sabemos sus implicaciones incluso entre los que se curaron. En México, por ejemplo, la enfermedad afecta a la población de entre 40 y 60 años, que es donde se concentró gran parte de la mortalidad. Eso es acabar con un grupo de la población en su momento más productivo. Por otro lado, en cuanto a la educación, tenemos más de 90 millones de niños fuera de la escuela, sin posibilidad de volver pronto.Y si algo queda claro incluso con la educación a distancia en vigor es que esta es menos efectiva. Si se combina la destrucción de vidas en etapas productivas, con una destrucción de niveles educativos, esto sin duda tiene implicaciones económicas severas en la región en un futuro cercano. (...). El subregistro de mortalidad no es solo una curiosidad estadística, sino que es un indicador adelantado de algo que tendrá implicaciones sociales, económicas e incluso políticas.
¿Y porqué la mortalidad tiene consecuencias tan graves en la región?
Un punto importante es insistir en algo que también es un tema de gobernanza, como la invisibilización de algunos grupos de la población afectados. Porque hay datos invisibles de poblaciones que no tienen acceso a una red efectiva de salud y que pueden haber muerto y no están siquiera en los registros. De hecho, en este subregistro que estimamos, es muy probable que haya poblaciones que siempre han sido invisibles para los Estados y ni llegaron siquiera a tener pruebas y murieron por COVID-19 sin saberlo. Toda una tragedia de exclusión.
¿Qué pueden hacer los Gobiernos para solucionar esto?
Algo que han hecho muchos es reconsiderar los registros de gente que murió con diagnóstico de neumonías atípicas, esa clasificación médica, que no es COVID-19 oficialmente pero que en análisis estadísticos también vemos que han tenido un exceso sobre el promedio de gente muerta por este diagnóstico en años anteriores. Ese es un crecimiento que se aproxima al subregistro. No es lo exacto, pero se aproxima al subreporte y nos acerca a la cifra. Pero insisto, acercase a la cifra real, armar el rompecabezas y superar la contabilidad a la baja, no es por hacer un punto político, sino para poder hacer políticas públicas, entender mejor el golpe de la crisis y el patrón demográfico de las poblaciones que está impactando.
¿Qué urgencia hay de conocer la cifra "real"?
Se entiende que los funcionarios al frente de la respuesta a esta crisis tienen un enorme desgaste político por la presión muy legítima de la población por información y transparencia. Desde el punto de vista de respuestas, demográficas y económicas y medicas, es importante hacer este recuento un poco más cercano a la realidad, pero es muy importante también para reconstruir la confianza de los ciudadanos. Lo que hay que impedir es que se reduzca las confianza de los ciudadanos hacia los gobiernos. Y son así esfuerzos de transparencia y rendición de cuentas que además de su importancia para el diseño de políticas, tienen una importancia mayor para la reconstrucción de la confianza.
Con información de la Agencia EFE.