La investigación médica en seres humanos es tan antigua como la medicina misma y es, sin duda, indispensable para su progreso. Sin embargo, el camino para considerar un tratamiento como benéfico para el paicente es largo, incierto y costoso, pues debe cumplir con diversas normas éticas, deontológicas y jurídicas que garanticen la libertad del sujeto para decidir su participación en ensayos clínicos - a patir de información fidedigna - y para verificar que las medidas respecto de su seguridad cumplan con las características técnicas necesarias. Con una perspectiva jurídica y sociológic, esta obra reconstruye la compleja genealogía de la normatividad actual sobre el tema que sugirió de los juicios de Núremberg y que sibraya las responsabilidades del experimentador. De ahí que el autor plantee la necesidad de un nuevo contrato social en materia biomédica, uno que protege la autonomía de los pacientes y su derecho a tener acceso a nuevos tratamientos.