Desde el miércoles 26 de mayo, Chile se convirtió en el primer país latinoamericano en contar con un pase de movilidad en el marco de la crisis mundial por el SARS-CoV-2. Un pase que les otorga a sus ciudadanos la posibilidad de moverse por barrios confinados y viajar dentro de las distintas regiones de Chile que no se encuentren en cuarentena.
Una decisión anunciada por el presidente Sebastián Piñera en un momento donde la contradicción del vecino sureño se ha acentuado: Chile es el segundo país con más población inoculada con dos dosis en el mundo (53%), pero al mismo tiempo sus Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) están ocupadas en un 95%. Es más, al día siguiente de habilitarse el pase de movilidad registraron 8 mil casos nuevos de contagios por el coronavirus, la cifra más alta desde marzo.
“Las cifras nos dicen que deberíamos ser más cautos y esperar. Todavía hay incertidumbre respecto a la circulación de otras”, le señaló Nicolás Muena, virólogo de la Fundación Ciencia y Vida. Ese es el riesgo: si la medida traerá beneficios o por el contrario generará más complicaciones en un escenario epidemiológico que no es el más adecuado que digamos.
De los 10,8 millones de chilenos que ya completaron su esquema de vacunación, más de 8 millones ya obtuvieron su pase. Pase que se descarga en forma de código QR desde la plataforma www.c19.cl tras un registro convencional. El pase solo puede tramitarse 14 días después de la segunda dosis.
Aunque en un inicio se pensó que era una carta blanca para saltarse los protocolos sanitarios y, en cierta medida, un retorno a la antigua y acaso extinta normalidad, el Ministerio de Salud ha sido enfático en negarlo. Quienes porten el pase de movilidad deberán seguir usando mascarilla, así como guardar el distanciamiento físico. Incluso tendrán que usar la mascarilla en las playas, y solo se la retirarán cuando se adentren en el mar.
El toque de queda, que rige de 10:00 p.m. a 5:00 a.m. en todo Chile, continuará. Como continuará el límite de los aforos, tanto en las casas como en los espacios públicos. Los bares y los restaurantes se mantendrán al 25% y solo se permitirán reuniones entre 5 y 15 personas.
Unión Europea: el caso griego
Aunque la implementación oficial iniciará en julio, el certificado digital de vacunación contra la covid-19 ya es una realidad en la Unión Europea. Una herramienta común para facilitar los desplazamientos dentro del espacio Schengen.
Dicho certificado se presentó el viernes pasado en Atenas, en una reunión entre el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis. Si bien la decisión no estuvo libre de desacuerdos se destacó como un hito para la Unión Europea.
Desde inicios de año, Grecia fue uno de los promotores de esta medida. Es comprensible: el turismo es una fuente de ingresos primordial para los helenos: representa entre el 25% y el 30% de su Producto Bruto Interno (PBI). A tal punto que el 15 de mayo reabrieron sus fronteras. A diferencia del Perú, donde aún no se ha terminado de vacunar a la población de sesenta años en adelante, Grecia está por concluir la inmunización de sus ciudadanos de treinta años.
El certificado europeo será gratuito. Estará disponible en formato digital y en papel y se emitirá a través de un código QR único, tanto en la lengua del país de origen como en inglés. Quienes no cumplan las condiciones requeridas para obtener el certificado podrán viajar, pero tendrán que ponerse a derecho conforme a las disposiciones de cada país.
Para ingresar a Alemania, por ejemplo, se exige una prueba negativa de antígenos realizada en un máximo de 48 horas antes del arribo o de PCR con 72 horas como máximo. Por si fuera poco, quienes hayan estado en zonas de riesgo en los últimos diez días deberán hacer una cuarentena obligatoria. En Bélgica se le exige al viajero una prueba de PCR adicional al séptimo de su llegada. En Irlanda la marca de la vacuna es decisiva: el certificado de vacunación con las dos dosis completas varía: 7 días antes para Pfizer, 14 para Moderna y Janssen y 15 para Oxford AstraZeneca.
A España los viajeros podrán ingresar desde este lunes 7 de junio, con la condición de que se hayan inmunizado por lo menos 14 días antes de su llegada, sea con Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Janssen e incluso Sinopharm y Sinovac-Coronavac. Si bien no permitirá el arribo de viajeros procedentes de Brasil, la India y Sudáfrica, España pondrá a prueba el certificado digital de vacunación al igual que Grecia. Las restricciones en cuanto a entretenimiento, actividades culturales, competiciones deportivas persistirán, mas los toques de queda serán levantados.
Hace algunas semanas, en una columna de opinión para el diario El País, la periodista brasileña Eliam Brum cuestionó a los carnés de inmunidad en el sentido que podrían convertirse en un instrumento global de exclusión. “Llamar a este nuevo proyecto de exclusión ‘certificado verde’, como pretende la Unión Europea, añade una gruesa capa de hipocresía a un proceso cuyo nombre correcto es apartheid”, señaló.
Argumenta que la división ya no solo será por la raza o la religión, como en el siglo XX, sino entre vacunados y no vacunados. “¿Qué pasa con los que no tienen vacuna o no tienen la suficiente? La respuesta se encuentra en el lado ‘pobre’ o de los ‘países en vías de desarrollo’, según la jerga que divide el planeta en función de la capacidad de consumo. Y hay una segunda barrera: la vacuna de primera clase y la de segunda clase. Los que son bienvenidos al verano europeo son los que tienen una vacuna de marca: Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen”, añade.
Similar juicio tiene la ONG belga Access Now. Han dejado en claro en un informe que consideran a estos certificados como una amenaza a los derechos humanos. Alegan que solo se pretende salvar la economía sin tomarse en cuenta que se privilegiará a algunas poblaciones sobre otras.
Por su parte, Fernando Flores Giménez, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia, analiza los pros y los contras de la medida: “será una buena noticia para Europa si consigue un consenso interno dirigido a equilibrar la protección de la economía con la igualdad de trato y la privacidad de los datos personales más sensibles. Aun así, en el mejor de los casos, no podrá evitar dejar atrás a los ciudadanos pobres de los países con menos recursos, a los indocumentados y a personas no vinculadas al mundo digital”.
Israel, el pionero
El certificado verde que en la Unión Europea aún está en fase piloto existe en Israel desde finales de febrero. No solo es un documento que se puede descargar y llevar con facilidad en el celular. Lleva consigo una animación que muestran a una familia verde felizmente vacunada que caminan sin problemas por el mundo.
En el país asiático, donde la vacunación se ha estancado en el 60% por cuestiones religiosas (los ultraortodoxos son el 12% de la población israelí), aquellos que cuentan con un pase verde pueden asistir a eventos culturales, deportivos o religiosos. También a gimnasios, restaurantes y hoteles. Incluso a fiestas. No a reuniones, fiestas. Que además son masivas.
Estados Unidos no ha sido ajeno a esta corriente. Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, informó que la posibilidad de establecer un pasaporte de vacunación para los viajes internacionales ha entrado en consideración. Sería válido para los estadounidenses vacunados contra la covid-19 que viajen desde y hacia el extranjero.
No existe un criterio común. Mientras Nueva York ya posee su propio carné de inmunidad, otros estados como Florida o Texas se niegan a implantarlo. Una medida controversial cuyos efectos veremos en los próximos meses.
Con datos de la Agencia EFE