J Montalvo conserva la bomba lacrimógena que estuvo a punto de matarlo. El cartucho que lo desmayó y le partió en dos la mejilla izquierda el 14 de noviembre. El proyectil por el que le cosieron la cara con hilo grueso y luego tuvieron que reabrirlo para retirarle las esquirlas y suturarlo con veinte puntos. A él, un cantante de ritmos urbanos y actor de comerciales y miniseries. Alguien que, en otras palabras, vive de su imagen.
Conocido en el ambiente artístico por su primera inicial y su segundo apellido —inicial pronunciada en inglés, evidentemente—, J Montalvo salió como uno más aquel sábado para desfogar su enfado hacia una clase política que pone y saca presidentes como si se tratase de las fichas de un juego. Pero salió también para cuidar de los demás. Junto a tres amigos formaron un pequeño equipo de desactivación de bombas lacrimógenas. Alguna experiencia tenían.
José Piedra Montalvo, tal como figura en su DNI, se pegó dos cuadernos en el pecho con cinta aislante, se puso una casaca de cuero, más cuadernos en las canillas, una máscara de gas, lentes gruesos y un casco de bicicleta. “Muchos sabíamos a qué veníamos. De repente no regresábamos a casa”, dice el mismo muchacho que interpretó al boxeador Jonathan Maicelo hace seis años en una miniserie. Lo dice desde el lugar de los hechos, en la cuadra 8 de la avenida Abancay hasta donde hemos venido a pedido suyo.
Sobre esta pista, donde los autos y buses siguen su ruta sin inconvenientes este miércoles por la tarde, murieron dos chicos y se dañaron la vida de muchos otros. Un escuadrón de policías con proyectiles que ojalá hubiesen sido de goma como señalan. José recuerda que después de ahogar una bomba con bicarbonato, un policía le disparó de frente desde una corta distancia. Si no fuera por su máscara de gas que amortiguó el impacto, el cartucho se le hubiera podido incrustar, y su rostro acompañaría el altar de Inti Sotelo y Bryan Pintado que se encuentra apenas a unos metros. José fue atendido en el Hospital Grau. Vio a Inti llegar moribundo en una ambulancia y luego ser llevado a Emergencias en una silla de ruedas, con la boca abierta y casi sin signos vitales.
“Si los sueños en Perú son difíciles, imagínate ahora. Los sueños se vuelven nulos, imposibles”, lamenta José, mordiendo las palabras y con el hilito de voz que le dejó el ataque. Cada tanto sus dientes chirrían, produciéndole un temblor. Si hablar le cuesta horrores, tendrá que entrenar su paciencia para volver a los escenarios. Además, habrá que hacerlo con la cicatriz a la que por ahora solo le echa cremas e intenta regenerar tomando colágeno. El 28 de diciembre será su primer control. Gesticular nuevamente será su deseo de fin de año.
Coordinación y edición general: Fabiola Torres / Texto: Renzo Gómez / Fotografías: Omar Lucas / Edición de videos: Jason Martínez