Abridora_Percy Shapiama_191220_005.jpg
Foto: Omar Lucas
Cuerpos rotos, vidas por reparar

El bartender al que un proyectil le destruyó los intestinos

[Percy Pérez Shapiama, 27 años]

Percy Pérez es un bartender que disfruta de los tragos sencillos como un chilcano clásico de limón, pero también alguien dispuesto a presentar un mojito en forma de esfera sobre una cuchara, como si de un caviar se tratara. La mixología molecular es una evolución de la coctelería tradicional que Percy se había propuesto estudiar en este 2021, en algún país europeo, previo dominio del inglés. Esos eran sus planes. La pandemia los afectó, clausurando las discotecas y bares donde solía trabajar, pero la canica que le perforó el estómago el jueves 12 de noviembre acabó por arrasarlos.

Un indicio sangriento de lo que vendría dos días después. Percy Pérez Shapiama fue el primer herido que dejó el gobierno de Manuel Merino de Lama. Y uno de los que más delicados ha quedado también. Percy sufrió un paro cardiaco, ha sido operado del estómago en tres ocasiones y actualmente vive por tiempo indefinido con un pedazo del intestino expuesto, conectado a una bolsa por donde drenan sus heces. Una bolsa que debe vaciar y enjuagar cada dos horas y que debe cambiar cada tres días. Bolsa de colostomía le llaman.

Percy Shapiama_191220_013.jpg
Foto: Omar Lucas

Los médicos del Hospital Almenara se la colocaron para que sus intestinos trabajen menos y empiecen a sanar. La canica que le atravesó el abdomen rebotó dentro de su organismo hiriendo tres zonas de sus intestinos y la vena ilíaca de la pierna derecha. Cuando Percy recuerda el momento se llena de rabia. El contingente policial había lanzado las suficientes bombas lacrimógenas en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay para que la turba se dispersara. Pero Percy, poseído por el ímpetu, se mantuvo adelante. Cuando se dio cuenta estaba solo, a merced de un cordón policial. Un policía dio un paso adelante y, desde una distancia de diez metros, lo apuntó. Percy atinó a cubrirse detrás de un poste. El policía disparó una vez, dos veces, y al tercer intento, cuando él retrocedía de frente, le dio.

Ante la inmovilidad de su pierna derecha, a Percy solo le quedó gritar. Pero, según dice, la policía siguió lanzando bombas lacrimógenas para que no lo auxiliaran. Más o menos cinco minutos después, un bombero y unos chicos pudieron entrar para sacarlo. El estómago se le había adormecido. Lo vendaron, pero camino al hospital le dio un paro. Lo resucitaron en la sala de operaciones.

Percy Shapiama_191220_021.jpg
Foto: Omar Lucas

“Soy un sobreviviente”, dice con razón, desde su cuarto en San Juan de Miraflores donde vive con su madre desde que le dieron de alta. Su madre se encontraba en el departamento de San Martín, en la selva, cuando todo sucedió. Un amigo le pagó su pasaje en avión para que pudiera acompañar la convalecencia de su único hijo. En la primera operación le extrajeron la canica y sellaron sus heridas con gasas. En la segunda le reconstruyeron los intestinos y en la tercera le colocaron la colostomía y le redujeron el intestino delgado a 130 centímetros.

A fines de enero, si todo sale bien, lo operarán por cuarta vez. Deberá subir algo de los trece kilos que perdió para aguantar la intervención. Pero Percy no ha logrado en este mes y medio moverse de los 52 kilos. Ingerir alcohol en estas condiciones sería atentar contra sí mismo. No podrá hacerlo durante un año y medio. Atrás quedaron sus pretensiones de convertirse en un sommelier y un bartender que experimente con las texturas de los tragos. La paciencia lo hará sabio. Como el búho que lleva tatuado en el pecho.

Coordinación y edición general: Fabiola Torres / Texto: Renzo Gómez / Fotografías: Omar Lucas / Edición de videos: Jason Martínez


Más en Cuerpos rotos, vidas por reparar

Más en Salud con lupa