“Juntos estamos logrando cosas increíbles, nunca El Salvador había sido considerado como un referente mundial en salud, ahora estamos rompiendo esquemas. Además, la @opsoms nos ha pedido un documental sobre nuestro desempeño durante la pandemia”, publicó la cuenta de la Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia de El Salvador el miércoles 20 de enero. El ministro de Salud, Francisco Alabí, había repetido lo mismo unas horas antes a través de un enlace al canal de televisión estatal, desde la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero la única medalla que recibió El Salvador oficialmente de la OMS en esa visita del ministro Alabí a Ginebra (Suiza) fue la certificación de que El Salvador está libre de malaria. Este logro fue posible tras décadas de vigilancia epidemiológica del paludismo.
El 24 de diciembre, cerca de la Nochebuena, el presidente de El Salvador envió un mensaje a sus seguidores en redes sociales con el mismo espíritu festivo y de orgullo internacional. “Una de las revistas más prestigiosas del mundo, @TheLancet, que sale todas las semanas desde 1823, publicó un artículo sobre el @hospitalSV y cómo estamos rompiendo paradigmas en salud pública y, especialmente, en el tratamiento de pacientes con Covid-19”, escribió Nayib Bukele en sus cuentas de Facebook y Twitter.
El mensaje iba acompañado de un enlace a un artículo en inglés que apareció en The Lancet y que llevaba como título: “Hospital El Salvador: un paradigma novedoso de cuidados intensivos en respuesta al Covid-19 en Centroamérica.” El algoritmo comenzó a trabajar y, en cuestión de horas, había generado más de 60,000 likes en Facebook, casi 3,000 compartidos y más de 2,000 comentarios tecleados no solo desde El Salvador; también había algunos aplausos y felicitaciones de los vecinos de Guatemala y Honduras, y hasta de países más lejanos como Bolivia. No se sabe cuántos dieron clic y pudieron leer el detalle de ese titular que sonaba muy favorable.
Lo que los usuarios no sabían es que la redacción del artículo había sido facilitada por el gobierno, quien contrató a una especialista con fondos del Hospital El Salvador.
Con sede en Reino Unido, esta revista médica es considerada un referente para publicaciones originales de investigación científica. Sin embargo, la sección en la que apareció mencionado este proyecto insignia del gobierno de El Salvador corresponde al segmento de opinión.
Sin verificación
Salud con Lupa consultó a los editores el camino que siguió este artículo para su publicación. “Este comentario fue enviado por los autores y no fue encargado por The Lancet Global Health”, respondió Emily Head, encargada de Relaciones con los Medios. Según explican las políticas y requisitos de publicación, la mayoría de comentarios se solicitan, pero el Journal también está abierto a propuestas de relevancia para la audiencia médica, con ciertas condiciones (750 palabras máximo y 10 referencias bibliográficas).
Head también hizo otra aclaración cuando le preguntamos si habían realizado un fact-checking del contenido. “Este comentario no fue revisado externamente por pares, como es habitual en los comentarios de las revistas de The Lancet”, expresó. La revisión por pares es un estándar de oro en el mundo científico que sirve para garantizar que el trabajo es riguroso y no adolece de fallas fundamentales.
El artículo hace un recuento de la tecnología adquirida para implementar la telemedicina en la atención del Covid-19, y aclara algunos datos que han sido manejados de forma inconsistente en la comunicación oficial.
Por ejemplo, en el mismo hilo de tuits donde se anunció la producción de un documental, la secretaría de Comunicaciones escribió algo que no existe: “Adelantándonos al impacto de la pandemia, iniciamos uno de los proyectos más ambiciosos, el hospital más grande y moderno en Latinoamérica, el @HospitalSV. A partir de allí elevamos la atención de salud pública y habilitamos al país 2,000 camas UCI”.
En el artículo de The Lancet quedó escrito que 105 camas UCI y 143 camas de cuidados intermedios funcionan con un sistema de monitoreo digital. A través de cámaras y otros equipos se puede llevar control de los signos vitales y facilitar la actualización del estado de los pacientes. Según la publicación, el Hospital El Salvador cuenta, además, con 731 camas para atender a pacientes estables, pero estas también podrían transformarse en camas UCI si fuera necesario.
El Hospital El Salvador que nació con la etiqueta de que sería el más grande de América Latina para pacientes Covid-19 aún está en construcción. El 26 de marzo del año pasado, el ministro de Obras Públicas, Romeo Herrera, anunció que en dos meses y medio estaría terminado y hasta dio una fecha específica: el 10 de junio. El tiempo se acababa y Bukele terminó inaugurando una primera fase el 21 de junio, pero se necesitó otro mes para terminar de adecuar esa primera etapa. Muchos de los que buscaron alivio para sus familiares se encontraron aún con un hospital fantasma. La segunda se oficializó el 9 de agosto.
Parte de las historias dolorosas que vivieron los salvadoreños que enfermaron durante la primera ola, entre los meses de junio y agosto cuando el sistema de salud colapsó, quedaron recogidas en este reportaje. La última promesa es que la tercera fase del HNES estará terminada en el primer trimestre de 2021.
La pandemia por Covid-19 ha sido un terremoto social cuyas réplicas aún continúan preocupando a la población mundial. En la mayoría de países, el manejo de la enfermedad también se ha convertido en material para las campañas presidenciales o de medio término. Los políticos se esfuerzan por enmarcar en una narrativa de éxito cada una de las decisiones que toman para enfrentar esta crisis y no siempre la información que proporcionan para evaluarlas es completa o confiable. El Salvador realizará elecciones legislativas y municipales el próximo 28 de febrero y el Ejecutivo apuesta a obtener una mayoría en el Congreso.
En la última encuesta del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana (IUDOP) que evaluó el año 2020, quedó claro que, por primera vez en décadas, la principal preocupación de los salvadoreños no era la violencia ni la situación económica, sino la pandemia. Por eso, y en el contexto de la campaña electoral, la comunicación oficial repite, por distintas vías, que el gobierno logró controlar el impacto de la pandemia, pero en la percepción ciudadana esa afirmación aún es muy baja. (Ver gráfico de encuesta IUDOP).
Escribir con urgencia
Dos meses antes de la publicación en The Lancet, la directora del Hospital El Salvador, doctora Laura Miranda, emitió una resolución razonada para justificar la primera contratación directa que haría este nuevo hospital. El objetivo era resolver una petición de “Consultoría técnica para la redacción descriptiva de artículos sobre el manejo de Covid-19 en El Salvador”.
La solicitud de dicha consultoría, dice el documento, la realizó el doctor Manuel Bello, quien dirige el departamento de Cuidados Intensivos e Intermedios del Hospital El Salvador. De hecho, él es quien aparece como el primero de los ocho autores que firmaron el artículo en The Lancet. La última de los firmantes es Magdalena Serpa. Su nombre llevaba un asterisco con una nota que advertía que ella fue contratada por el gobierno de El Salvador para ayudar en la redacción. Hacer esa aclaración, cuando se tiene un conflicto de interés, es parte de las exigencias éticas que impone The Lancet a los investigadores.
En la resolución razonada de la doctora Miranda, se detalla que luego de varios meses de enfrentar la epidemia “se vuelve imperativo la contratación de los servicios de una consultoría que tenga por objeto la redacción y publicación internacional de cinco artículos sobre el manejo del covid-19 en El Salvador.”
A inicio de setiembre, el Hospital recibió un refuerzo presupuestario de 15.4 millones de dólares de un préstamo del BID para concluir el año y solventar diversas necesidades, especialmente el pago de remuneraciones del personal que en ese entonces era de 1,089 empleados.
La orden de compra fue emitida el 28 de octubre y tiene como fecha de finalización del contrato el 31 de diciembre, por un monto de $12,600 a favor de la consultora extranjera Magdalena Serpa. La fuente de financiamiento de ese gasto saldría de préstamos externos, detalla el documento. En los días previos, según aparece en la página de compras públicas, se utilizaron también fondos externos para la compra de medicamentos y fórmulas nutricionales, pero bajo la modalidad de libre gestión.
Otro de los propósitos que se planteó para justificar la contratación es que estos textos servirán para una “mejor comprensión clínica del fenómeno epidemiológico, un mejor tratamiento del paciente y una sustancial mejora de los diagnósticos y tratamientos.”
El doctor Bello dice que sí comentó a la jefatura de que sería valioso contar al mundo la experiencia de organización para montar el nuevo hospital, pero no de todo el manejo de la pandemia como sistema de salud. Añadió que luego les indicaron que la doctora Serpa apoyaría en adecuar el texto para cumplir los requisitos que exigen las revistas internacionales.
En la orden de compra aparece que el doctor Bello será el encargado de darle seguimiento al servicio de redacción de cinco artículos internacionales, y que el pago a la consultora se dará después de que el administrador de la orden de compra haya recibido y se muestre satisfecho con la entrega.
Al consultarle si los otros cuatro artículos ya fueron escritos y entregados por la consultora y si estuvieron orientados a cumplir estos objetivos dijo que desconocía esa responsabilidad y que no sabía si está trabajando con otras áreas o instituciones: “Al menos conmigo y con mi equipo no está trabajando. Nosotros estamos haciendo nuestras propias investigaciones y si consideramos que hay alguna información que valga la pena publicar en un journal, tal vez sí vamos a tener que asesorarnos con alguien que sepa cómo”, expresó Bello. “Al final de la pandemia vamos a saber cosas como los factores de riesgo que más incidieron en los salvadoreños que padecieron la enfermedad o los medicamentos que funcionaron mejor”, agregó.
Elaborar cinco estudios sobre el manejo de la pandemia, en dos meses, era una meta ambiciosa. Quisimos consultar a la directora del HNES cuáles han sido los otros cuatro productos en los que colaboró la doctora Serpa y dónde fueron publicados, o si hubo una modificación de la orden de compra, pero no tuvimos éxito en la gestión de una entrevista con la doctora Miranda. La encargada de comunicaciones del HNES, Gabriela Galdámez, contestó una llamada telefónica, pero dijo que se le escribiera al WhatsApp y luego ya no respondió.
El Ministerio de Salud (Minsal) ha ido cerrando las puertas de la información de tal forma que hacer análisis y cruces de datos del sistema de vigilancia de salud y de cómo ha impactado las medidas sanitarias por zonas geográficas, o el manejo médico en cada hospital, es una tarea casi imposible para los investigadores.
La lucha por los datos
“El gobierno, desde el inicio de la pandemia, ha provisto información incompleta, discontinua e inconsistente”, dice Edwin Segura, jefe de LPG Datos, la unidad de investigación social de La Prensa Gráfica. Al principio esta llegaba vía la cuenta de Twitter del presidente, hoy es a través de la plataforma del Ministerio de Salud.
Segura comenta un ejemplo de las dificultades para el análisis. “La información se limita a la cantidad de casos diarios, y la ubicación en los municipios. La información sobre los recuperados incluye solo un total nacional. Es imposible, entonces, calcular la cantidad de casos activos a escala municipal”, dice.
Añade que a veces han pasado hasta cinco días en los que no se actualizan los casos, o se dan cambios sorpresivos de un día a otro. Con los números de los fallecidos, los investigadores se enfrentan a la limitante de que el Minsal solo indica (mediante un par de tuits) el total, el género y la edad en rangos. No hay información sobre la precondición médica de los fallecidos ni sobre su municipio y departamento de origen.
Con los informes del Registro Nacional de Personas Naturales, LPG Datos publicó que había un exceso de muertes en el país de 7,549 hasta septiembre. El número oficial de fallecidos por Covid-19 en El Salvador, hasta el 25 de enero, era de 1,572.
El 21 de enero, LPG Datos obtuvo una resolución favorable del Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP). El Instituto ordenó al Minsal entregar información sobre los costos para la construcción del Hospital El Salvador, así como de los pacientes y fallecidos de Covid-19. Estas peticiones las hicieron seis meses atrás. A los investigadores de LPG Datos también les han negado las solicitudes de información relacionadas con llamadas al número 132 por sospechas de Covid-19; la distribución de los kits de medicamentos, por municipios y grupos etarios, y el detalle de los entierros con protocolo Covid.
Desde junio 2020, toda la información que genera el Laboratorio Nacional de Salud Pública sobre procesamiento y resultados de pruebas para detectar Covid-19 tiene reserva de dos años, por órdenes del ministro Alabí. Los resultados totales de los tamizajes comunitarios realizados a través de las pruebas PCR, que ya superan las 600,000, ni siquiera ha estado al alcance de los investigadores del Instituto Nacional de Salud (INS), el ente encargado de la investigación científica, según lo confirmó la misma directora Xochilt Sandoval ante los diputados el 5 de enero pasado.
Un año después de la pandemia, el Instituto creado para la producción de conocimiento científico, no ha publicado ningún informe de casos o artículo original que arroje luz a las diferentes estrategias en salud y el manejo clínico implementado en El Salvador. Desde hace tres años, el INS cuenta con una revista de divulgación de conocimiento científico llamada Alerta. Pero los artículos producidos en los últimos números se han limitado a la revisión narrativa sobre las investigaciones o experiencias internacionales en el manejo de la pandemia.
Lo que sí está resumido en la sección “comunicaciones breves” es el proceso para la secuenciación genética del virus SARS-Cov-2 que lideraron los investigadores del Laboratorio de Virología y Microbiología Molecular de la Universidad de El Salvador (UES). Con presupuesto de la universidad pública, se adquirió el equipo y los materiales necesarios para realizar un proceso de planificación y análisis durante meses, el cual fue validado por pares internacionales. El INS se involucró en facilitar y garantizar las muestras de laboratorio necesarias para determinar las cepas que circulan en el país. Esta información, se supone, podría servir al país para tomar mejores decisiones sobre los fármacos adecuados y el plan de inmunización.
La revista Alerta lanzó su primer número del año 2021 el pasado 22 de enero. En esta edición, la directora publicó un editorial en el que cuestiona cómo funciona el mundo de la investigación: “La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia una verdad penosa sobre la ciencia: el actual sistema de comunicación académica no satisface completamente las necesidades de la ciencia y de la sociedad en general”, escribió Xochilt Sandoval.
La siguiente línea incluso suena como una autocrítica. La directora del INS, que también está incluida entre los autores que firmaron el artículo en The Lancet, se refiere a los intereses que se esconden a la hora de hacer publicaciones en el exterior: “Específicamente, esta crisis pone de manifiesto un sistema de investigación con valores predeterminados de una ciencia cerrada con énfasis excesivo en las publicaciones de élite en idioma inglés, independientemente del contexto, las consecuencias de la investigación y el conocimiento que esta genere”, dice.