No vengo del futuro, yo vivo en el futuro. Ese futuro que se llevó 40 días de mi vida en una cuarentena que me protegió dentro de cuatro paredes en Beijing mientras que la lucha estaba afuera. Ahora queda claro que la curva de contagios nunca se hubiese aplanado sin la cuarentena, un gobierno que reaccionó tarde pero cuando lo hizo se portó como un gigante, aunque lo más importante ha sido la participación activa de la ciudadanía. Y puedo afirmar, como también lo sostiene Fang Fang, escritora muy popular, que ha sido un despertar de la sociedad civil china.
Ahora que el infierno se apagó en la ciudad de Wuhan, origen del brote del coronavirus COVID-19, las autoridades locales han anunciado que lanzarán una campaña para educar a la población “en la gratitud hacia el Partido Comunista China por controlar la epidemia”. Fang ha puesto la estocada al aclarar que son los funcionarios del gobierno los que deberían agradecer al personal médico, a los pacientes, a las familias y a los miles de voluntarios por tanto sacrificio, disciplina y compromiso. Si bien el Gobierno Chino tiene entre sus ingentes recursos, el control de las organizaciones de base y ONGs, todas vinculadas al Partido Comunista de China (PCCh) -las cuales han estado envueltas en esta lucha-, esta crisis ha puesto en evidencia la participación activa de una generación que ya no busca sostenerse en los brazos de sus autoridades para reaccionar.
Los primeros en dar batalla fueron los videobloggers y otros activistas que salieron a las calles y hospitales de Wuhan para denunciar el caos. De allí los estudiantes chinos en el extranjero que abrieron camino para donaciones sin intervención gubernamental o partidaria. Después los universitarios que hacían compras para los ancianos que viven solos o personas con discapacidad en plena cuarentena, y también los jóvenes que rescataban perros y gatos abandonados en los departamentos o las calles.
Muchos de estos grupos de millenials son esfuerzos voluntarios que se activaron a través de las redes sociales para conectar la ayuda de aquellos que no confían en los canales oficiales. Y así muchas otras iniciativas de los residentes que cooperaron en la logística y como soporte del equipo médico que arribaba a Wuhan, o el Grupo de Ayuda Wuhan 520 con voluntarios que buscaron activamente en las redes sociales a personas que necesitaban ayuda y las conectaban con hospitales y oficinas del gobierno. Muchos de ellos han dicho que la reacción fue “instintiva” y los unió “un fuerte sentido de misión” para realizar tareas que para otros no son tan importantes, pero demuestran empatía, solidaridad y humanidad. Casi ninguno tenía experiencia de voluntariado, ya que este rubro suele ser ocupado por las agrupaciones con lazos gubernamentales, pero aprendieron sobre la marcha, o como diría el pequeño timonel Deng Xiaoping, “cruzando el río, sintiendo las piedras”. 摸着石头过河 .
Ahora que habrá cuarentena en el Perú, ¿ya sabes cómo vas a colaborar con la sociedad? Si vives en una casa o un departamento, es necesario organizar a los vecinos de la urbanización o el edificio para identificar a las personas de tercera edad que viven solas o familias que necesiten ayuda. Ya sabemos que hay mucho por hacer online pero hay más por hacer offline. No esperes que todo lo haga el Gobierno y no creas que salvando a tu familia, ya estás a salvo. Esta es una lucha colectiva. Lo sé yo que vivo en el futuro.
Patricia Castro Obando es Doctora en Antropologia China y periodista residente en Beijing. Entre 2001 y 2004 fue corresponsal de El Comercio (Perú) durante las guerras de EE.UU. en Afganistan e Iraq. Hasta el 2012, fue corresponsal en China para el mismo diario. También trabajó en la cadena china CGTN entre 2003 y 2005. Salud con lupa reproduce este columna con autorización expresa de la autora.