Desde los primeros años de este siglo, los análisis informatizados de las estadísticas deportivas se han convertido en una herramienta habitual para guiar la elección de un bateador que realiza el mánager de un equipo de béisbol, la decisión de tirar al marco o hacer un pase de un entrenador de fútbol, o el debate de un equipo de baloncesto sobre si cambiar a un jugador estrella por una elección en el draft.
Pero muchos expertos deportivos que realmente ven los partidos saben que el secreto del éxito no está únicamente en las bases de datos informáticos, sino también dentro de las cabezas de los jugadores. Así que quizá los psicólogos puedan ofrecer tantos conocimientos sobre los logros deportivos como los gurús de la estadística.
Al fin y al cabo, la psicología del deporte existe desde hace mucho más tiempo que la analítica informática. Los estudios psicológicos del deporte aparecieron ya a finales del siglo XIX. En las décadas de los setenta y ochenta, la psicología del deporte se convirtió en un fértil campo de investigación. Y en la última década, la investigación en psicología del deporte se ha disparado, ya que los científicos han explorado los matices de todo, desde la búsqueda de la perfección hasta los perjuicios de un entrenamiento abusivo.
“El deporte impregna culturas, continentes y, de hecho, muchas facetas de la vida cotidiana”, escriben Mark Beauchamp, Alan Kingstone y Nikos Ntoumanis, autores de una revisión de la investigación en psicología del deporte en el Annual Review of Psychology 2023.
Su revisión examina los resultados de casi 150 trabajos que investigan diversas influencias psicológicas en el rendimiento y el éxito deportivo. “Este conjunto de trabajos arroja luz sobre las diversas formas en que los procesos psicológicos contribuyen a los esfuerzos atléticos”, escriben los autores. Afirman que este tipo de investigación no solo puede mejorar el rendimiento deportivo, sino que también puede aportar información sobre las influencias psicológicas en el éxito en otros ámbitos, desde la educación hasta el ejército. Los conocimientos psicológicos pueden contribuir al rendimiento competitivo bajo presión, ayudar a evaluar las ventajas de perseguir la perfección y valorar los pros y contras de una gran confianza en uno mismo.
Confianza y asfixia bajo presión
En el deporte, tener mucha confianza en uno mismo (término técnico: elevada creencia de autoeficacia) suele considerarse una ventaja. Como dijo una vez el lanzador de béisbol Nolan Ryan: “Hay que tener mucha confianza para tener éxito en este juego”. Muchos mánagers de béisbol estarían de acuerdo en que un bateador que carece de confianza contra un lanzador determinado tiene pocas probabilidades de llegar a primera base.
Y, de hecho, muchas investigaciones psicológicas apoyan esa opinión, sugiriendo que fomentar la confianza en uno mismo es una estrategia beneficiosa. Sin embargo, aunque los deportistas seguros de sí mismos parecen rendir más que los que tienen dudas, algunos estudios apuntan a que, para un jugador determinado, el exceso de confianza puede ser perjudicial. Según Beauchamp y sus colegas, una confianza artificialmente inflada, no controlada por una retroalimentación honesta, puede hacer que los jugadores “no asignen suficientes recursos en función de la sobreestimación de sus capacidades”. En otras palabras, el exceso de confianza puede dar lugar a un bajo rendimiento.
Otros trabajos demuestran que tener alta confianza en uno mismo suele ser más útil en las situaciones más difíciles (como intentar hacer un gol de campo de 60 yardas en un partido de fútbol americano), mientras que no ayuda tanto en tareas más sencillas (como patear un punto extra).
Por supuesto, la facilidad para patear un gol de campo largo o un punto extra depende mucho de la tensión de la situación. Cuando el tiempo se está acabando y el partido está en juego, una jugada rutinaria puede convertirse en una prueba de fuego que provoca ansiedad. Según Beauchamp y sus coautores, las investigaciones psicológicas han demostrado claramente que los deportistas suelen mostrar “un rendimiento deficiente en situaciones que provocan presión” (término técnico: “asfixia”).
En general, el estrés perjudica no solo la orientación de los movimientos, sino también la capacidad perceptiva y la toma de decisiones. Por otra parte, también es cierto que algunos deportistas de élite rinden mejor en situaciones de mucho estrés. “También hay pruebas convincentes de que algunos de los deportistas con más éxito buscan y prosperan en los contextos que provocan ansiedad y que ofrece el deporte de alta presión”, señalan los autores. Si no, que se lo pregunten a Michael Jordan o LeBron James.
Muchos estudios han investigado las estrategias psicológicas que utilizan los deportistas para mantener la concentración e ignorar las distracciones en situaciones de gran presión. Un método popular es una técnica conocida como “ojo tranquilo” u “ojo silencioso”. Los estudios han demostrado que un jugador de baloncesto que intenta lanzar un tiro libre tiene más probabilidades de conseguirlo si mantiene “una mirada más larga y fija” en la canasta antes de lanzar.
“En una reciente revisión sistemática de las intervenciones diseñadas para aliviar la llamado asfixia bajo presión, se identificó que el entrenamiento de ojo tranquilo se encontraba entre los enfoques más eficaces”, escriben Beachamp y sus coautores.
Otro método habitual para combatir el estrés es la técnica de “auto-habla”, en la que los jugadores se dicen a sí mismos frases instructivas o motivadoras para mejorar su rendimiento. Por ejemplo, decir “yo puedo hacerlo” o “me siento bien” puede motivar a un corredor de maratón. Decir “ojo en la pelota” puede ayudar a un bateador de béisbol a conseguir un batazo.
Según Beauchamp y sus colegas, los investigadores han observado beneficios moderados de las estrategias de auto-habla tanto en atletas principiantes como experimentados. Diversos estudios sugieren que la técnica de auto-habla puede aumentar la confianza, mejorar la concentración, controlar las emociones e iniciar acciones eficaces.
También se han reportado beneficios moderados en el rendimiento con otras técnicas para contrarrestar el estrés, como la biorretroalimentación y, posiblemente, la meditación y el entrenamiento en relajación.
“Parece que las intervenciones de regulación del estrés representan un medio prometedor para apoyar a los atletas cuando se enfrentan a factores estresantes relacionados con el rendimiento”, concluyen Beauchamp y coautores.
En busca de la perfección atlética
Por supuesto, la psicología del deporte abarca muchas otras cuestiones además de influir en la confianza y hacer frente a la presión. Muchos deportistas se fijan como objetivo alcanzar la perfección, por ejemplo, pero ese esfuerzo puede inducir presiones psicológicas perjudiciales. Un análisis descubrió que los atletas que perseguían un nivel de exigencia puramente personal conseguían por lo general un rendimiento superior. Pero cuando el perfeccionismo estaba motivado por el miedo a las críticas de los demás, el rendimiento se resentía.
Del mismo modo, aunque algunas estrategias de entrenamiento pueden ayudar al rendimiento de un jugador, varios estudios han demostrado que un entrenador abusivo puede mermar el rendimiento, incluso durante el resto de la carrera del deportista.
Beauchamp y sus colaboradores concluyen que un amplio conjunto de factores y estrategias psicológicas pueden contribuir al éxito deportivo. Y estos factores pueden aplicarse a otros ámbitos de la actividad humana en los que la asfixia puede mermar el rendimiento (por ejemplo, al practicar cirugía cerebral o pilotar un avión de combate).
Pero los autores también señalan que los investigadores no deben descuidar la necesidad de tener en cuenta que, en el deporte, el rendimiento también se ve afectado por la naturaleza adversaria de la competición. Por ejemplo, las estrategias psicológicas de un lanzador que son eficaces contra la mayoría de los bateadores pueden no serlo contra Shohei Ohtani.
Además, los estudios de psicología del deporte (al igual que los análisis informáticos) se basan en estadísticas. Como subrayó en el siglo XIX Adolphe Quetelet, pionero de la estadística social, las estadísticas no definen a ningún individuo: la esperanza de vida media no puede decir cuándo morirá una persona determinada. Por otra parte, señaló que ningún caso excepcional invalida las conclusiones generales de un análisis estadístico sólido.
Los deportes son, de hecho, la búsqueda del individuo (o de un equipo) por derrotar al adversario. A menudo, el éxito exige desafiar las probabilidades —razón por la cual las apuestas sobre eventos deportivos son un gran negocio—. Los deportes consisten en concursos entre los promedios y las excepciones, y ni la analítica informática ni la ciencia psicológica pueden decir de antemano quién va a ganar. Por eso se juegan los partidos.
Tom Siegfried es periodista científico en Avon, Ohio (Estados Unidos).
Este artículo apareció originalmente en Knowable en español.