El 30 de enero pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote del nuevo coronavirus aparecido en China como una emergencia de salud pública de importancia internacional. Su principal preocupación está en la posibilidad de que el virus se propague a países con sistemas de salud más débiles y que no estén preparados para enfrentarlo.
La alerta no se basa en la letalidad de este coronavirus (2019-nCoV) que causa neumonía: los médicos saben ahora que su tasa de mortalidad es alrededor del 3.4% de las personas infectadas (con reportes al 3 de febrero). La gran mayoría se recupera. En realidad, “se busca que todos sigamos las recomendaciones para prevenir su propagación y garantizar una respuesta mesurada y basada en evidencia”, explicó su director general, Tedros Adhanom, en una conferencia de prensa en Ginebra, Suiza.
Sin embargo, para la comunidad científica y las autoridades sanitarias la alerta siempre está activada. Hay otros virus que nos amenazan, sobre los que se ha investigado aún poco para desarrollar vacunas y terapias que los controlen. Entre ellos están el Ébola y la gripe aviar, incluidos entre las 10 amenazas globales para la salud pública en los dos últimos años.
La OMS los llama virus emergentes porque, a pesar de que existen desde hace miles de años en animales, en las últimas décadas se han transmitido a los seres humanos. Son temidos por su elevada tasa de mortalidad y porque, aunque ahora su contagio es bajo, ciertas condiciones en los servicios de salud o mutaciones genéticas podrían aumentar la facilidad con la que se transmiten entre personas.
A continuación describimos los 7 virus con estas características:
Ébola
La enfermedad por el virus del Ébola se detectó por primera vez en 1976 en dos brotes simultáneos ocurridos en Nzara (hoy Sudán del Sur) y Yambuku (República Democrática del Congo). Se considera que los transmisores de este virus son los murciélagos de la fruta, de la familia Pteropodidae.
Las personas pueden contraer el Ébola por contacto directo con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales infectados.
El brote de Ébola ocurrido entre 2014 y 2016 tuvo una consecuencia devastadora: 28.000 infectados y 11.300 personas muertas. La epidemia empezó en Guinea y se extendió a Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal, Estados Unidos, España, Malí y Reino Unido.
La OMS declaró el fin de la emergencia de salud pública de importancia internacional el 29 de marzo de 2016, aunque mantiene la vigilancia en los países afectados. Entre el 15 y el 21 de enero pasado, se notificaron 9 casos nuevos de Ébola confirmados en el Congo.
Todavía no hay ningún tratamiento aprobado que neutralice el virus de forma demostrada, pero están en fase de desarrollo dos vacunas. Por ahora, una asistencia rápida con algunos paliativos aumenta las posibilidades de supervivencia del paciente.
Gripe Aviar
La mayoría de los virus de la gripe de las aves no afecta a las personas. Sin embargo, algunos son zoonóticos; es decir, pueden infectar al ser humano y causarle una enfermedad. El ejemplo más conocido son los virus de la gripe aviar de las cepas A H5N1 y A H7N9 que han infectado a cientos de personas y generado numerosas muertes.
En 1997 se notificaron los primeros casos de personas afectadas por el virus A H5N1 tras un brote en aves de corral en Hong Kong. Esta epidemia hizo que se sacrificara a todos los pollos de la isla, considerados el origen del problema. Desde entonces, este virus ha sido detectado en pollos y gansos en más de 50 países de África, Asia, Europa y Oriente Medio. En seis es endémico: Bangladesh, China, Egipto, India, Indonesia y Vietnam.
Mientras que los casos de infecciones en personas por el virus A H7N9 se reportaron por primera vez en China en marzo de 2013. A partir de esa fecha han ocurrido epidemias anuales de infecciones esporádicas por este virus. Unas 1.565 personas fueron infectadas por el virus A H7N9 entre el 2013 y 2017. El 39 % murió.
La mayoría había estado en contacto directo con aves de corral infectadas u objetos contaminados por sus heces.
Se han usado algunos antivíricos (oseltamivir, zanamivir) para actuar contra el virus de la gripe aviar y mejorar las posibilidades de supervivencia de las personas. Sin embargo, hay estudios que revelan resistencia al oseltamivir.
MERS-CoV
El coronavirus causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS -CoV, por sus siglas en inglés) se originó en Arabia Saudita en 2012. Desde entonces, la mayoría de los casos reportados se concentra en la Península Arábiga, pero un brote en Corea del Sur ocurrido en 2018 por un caso importado confirmó el potencial pandémico del virus.
El MERS -CoV es transmitido por los camellos a las personas. El virus puede propagarse entre personas que tienen estrecho contacto, como ocurrió con los trabajadores de salud que atendieron a pacientes infectados. Los síntomas incluyen fiebre, tos y diarrea. La neumonía es frecuente. Sin embargo, hay algunos casos asintomáticos.
Hasta la fecha no hay vacunas ni terapias específicas. Solo se puede administrar un tratamiento de apoyo basado en el estado del paciente.
SARS
El Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en Inglés) es provocado por un miembro de la familia coronavirus (la misma que puede causar el resfriado común). Aunque su origen todavía no se ha establecido con certeza, hay estudios que indican que los murciélagos y la gineta (un gato salvaje) están entre los transmisores de este virus que provoca una neumonía atípica en las personas.
Los primeros casos aparecieron en la provincia de Cantón, China, en noviembre de 2002. Luego se propagó a las vecinas Hong Kong y Vietnam a finales de febrero de 2003, y llegó a más de doce países de América, Europa y Asia en 2004. En ese período se notificaron 8.000 personas contagiadas y más de 800 muertos.
No hay tratamiento ni vacuna aprobada.
Nipah
Fue identificado en Malasia en 1998. Desde entonces ha aparecido cada año en el sur de Asia y es una de las infecciones que la OMS vigila con lupa ante una posible epidemia. El último brote ocurrió en India, donde murieron 17 personas en 2018.
Su transmisor es un murciélago frutero de la familia Pteropodidae, pero puede llegar al ser humano a través de otros animales, como el cerdo, o incluso de alimentos contaminados. También se produce el contagio entre personas.
La tasa de mortalidad de este virus, según la OMS, va del 40% al 75%. Podría ser tan letal como otros brotes como el del Ébola solo si las circunstancias fueran desfavorables, es decir, el país tuviera un sistema sanitario débil.
No hay tratamientos específicos ni vacunas para las personas ni los animales.
Fiebre de Marburgo
Esta enfermedad se identificó por vez primera en 1967 tras dos brotes simultáneos en Marburgo y Frankfurt (Alemania) y en Belgrado (Serbia). Su aparición se asoció a investigaciones de laboratorio con monos verdes africanos importados de Uganda. El virus lo transmiten los murciélagos de la fruta (Rousettus aegyptiacus) a los seres humanos y se propaga de persona a persona por contacto directo con sangre o secreciones de los infectados.
El virus de Marburgo causa una fiebre hemorrágica grave. Se han notificado brotes y casos esporádicos en Angola, Kenya, la República Democrática del Congo, Sudáfrica (en una persona que había viajado recientemente a Zimbabwe) y Uganda entre 1980 y 2014.
Su tratamiento está en desarrollo.
Fiebre de Crimea-Congo
Es una enfermedad muy extendida causada por un virus (nairovirus de la familia Bunyaviridae) que se transmite a las personas, ya sea por la picadura de garrapatas o por contacto con la sangre o tejidos de animales infectados. Es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia. Fue identificada por primera vez en Crimea en 1944.
La mayoría de los casos se ha dado en personas relacionadas con la industria ganadera, como trabajadores agrícolas, trabajadores de mataderos y veterinarios.
No hay vacuna ni una terapia específica contra el virus que produce la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, aunque se ha ensayado la ribavirina.