Una de las expresiones de violencia más difícil de identificar y combatir es aquella en la que no queda claro si lo que ocurre es realmente un acto violento o “una percepción individual”. Peor aun si el comportamiento en cuestión es algo sutil y normalizado desde hace muchos años por la sociedad. En ese rubro encaja el gaslighting: una forma de violencia emocional en la que se busca que la víctima dude de su propio criterio, memoria, juicio o percepión, implantando en ella la idea de que todo es su culpa, que no comprende la realidad o a las personas que la rodean.
El término gaslighting se debe a la obra teatral “Gaslight”, de Patrick Hamilton, estrenada en 1938. En esta obra británica un hombre intenta convencer a su esposa de que ha perdido la razón manipulando su entorno. Por ejemplo, finge salir de casa y atenua las luces de las lámparas de gas que la iluminan para que su esposa piense que se están prendiendo y apagando por sí solas. Además, la acusa de inventarse situaciones y tener lagunas de memoria. Desde entonces, se ha adecuado el verbo gaslighting para referirse a la acción intencionada de provocar que alguien dude de su propio juicio.
Sin embargo, es probable que esta palabra se haya extendido con mayor velocidad a partir del 2017 cuando empezó a inundar los medios de comunicación en Estados Unidos. Ese año, Donald Trump asumió la presidencia y muchos psicólogos y sociólogos denunciaron públicamente su conducta como gaslighting. Cada vez que surgía un problema en su administración, Trump lo enfrentaba con declaraciones como “lo que están leyendo en los medios no es realmente lo que está pasando” o “la verdad ya no es la verdad”. Una vez remedó en tono de burla a un reportero con discapacidad, luego lo negó firmemente. Dijo que sus opositores “deberían sentir vergüenza de acusarlo de algo tan bajo”. Finalmente, cuando circuló en redes un video donde se le veía imitando al reportero, Trump redujo su argumento a lo siguiente: “¿En quién confían? ¿En mi o en sus ojos embusteros?”.
El ejemplo de Donald Trump tratando de hacerle gaslighting a todo un país demuestra que este tipo de violencia puede suceder en diversos planos. Para la psicoterapeuta y autora de libros sobre este tema, Stephanie Sarkis, el gaslighting puede suceder en cualquier tipo de vínculo donde una persona quiere ejercer poder en otros y se presenta como la única fuente de la verdad para aumentar una dependencia nociva. Quizás lo más doloroso de este tipo de violencia es que realmente consigue que las víctimas duden de su propio juicio, que asuman responsabilidades que no les corresponden y que piensen que “hay algo mal con ellas”. Provocando, lamentablemente, que se aferren más a su abusador porque creen que nadie más podrá quererlas.
Un punto importante a considerar es que para que realmente un acto se configure como gaslighting, la persona (abusador o abusadora) que lo realiza, tiene que saber lo que está haciendo y darse cuenta de que la víctima está confundida. Si la discusión es de dos puntos de vista, por ejemplo, y ambas partes, en igualdad de poder y sin intención de hacer daño psicológico a la otra persona, presentan argumentos que se contraponen entre sí, no estamos frente a la violencia o manipulación descrita. Es simplemente un desacuerdo. Pero, si quien agrede, lo sabe, continúa y daña al otro (sea porque no quiere aceptar una responsabilidad, no desea disculparse, o quiere explícitamete lastimar), entonces sí se trata de gaslighting.
Este patrón de conducta puede ser difícil de reconocer. Aquí comparto algunas frases que suelen utilizarse en el gaslighting:
- Todo está en tu cabeza
- Creo que estás perdiendo la razón
- ¿Te vas a poner así por algo tan pequeño?
- Eres una exagerada
- Tu problema es que eres demasiado sensible
Una señal de alerta elemental sobre gaslighting es si la otra persona insiste en tener siempre la razón y en convertirte a ti en el único culpable de todo. Las relaciones humanas, sean las que sean, están basadas en lo que ambas personas digan o hagan, por ello, tanto conflictos, como puntos de vista diferentes o percepciones distintas, obedecen a la historia de cada uno y a la interacción entre ambas. La tendencia de culpar solo a una parte de un vínculo asumiendo que la otra tiene siempre la razón es falsa e inconsistente.
Si tú sientes que estás siendo víctima de gaslighting es muy importante que puedas tomar un espacio de separación de la persona que te maltrata, que accedas a tratamiento profesional y que puedas discernir si realmente es saludable para ti seguir frecuentando a esa persona. Las consecuencias psicológicas de este tipo de violencia son igual de devastadoras que cualquier otra.