En primera línea

La impotencia de los bomberos

Yampier Patiño, Teniente de la Compañía de Bomberos Salamanca 127, soporta a diario la frustración de no poder responder los llamados de auxilio.

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El día de hoy tres personas murieron mientras sus familiares hablaban conmigo en el teléfono. El nuevo coronavirus avanza muy rápido y no espera a que uno resuelva problemas administrativos. Antes de la pandemia, ni bien contestábamos una llamada, los bomberos salíamos corriendo a auxiliar a quien lo necesite. Miles de peruanos, frente a cualquier emergencia, piensan primero en nosotros. Sin embargo, ahora que estamos convulsionados por un virus, tenemos las manos atadas. Desde que empezó el estado de emergencia se nos ordenó no atender ninguna llamada por problemas médicos. No podemos exponernos a la menor sospecha de COVID-19 porque no se nos ha entregado el material de protección necesario que indican las autoridades de salud nacional. A los bomberos no nos han considerado en el frente de batalla de esta pandemia pero aquí seguimos alertas. Viviendo a diario la impotencia de no poder socorrer a quienes están en peligro.

Una de las llamadas que recibí hoy fue de una señora muy nerviosa porque su esposo diabético tenía la glucosa por debajo del nivel normal. También era un caso positivo de COVID-19 y estaba presentando complicaciones. Los bomberos no podíamos ir a ayudarlos y decirle que llame al 113 o al 105 sería inútil. No había tiempo que perder. Empecé a tratar de conseguir una ambulancia equipada para movilizar a pacientes COVID-19. Mientras que gestionaba eso, la señora al otro lado del teléfono me dijo que ya no me preocupe, que su esposo había muerto. No sé qué decir ni sentir frente a esas llamadas que, lamentablemente, no son pocas. Hay familiares que comprenden nuestra impotencia y nos dan las gracias por el esfuerzo. Otros desahogan su rabia con nosotros y nos llenan de insultos. Los entendemos pero quisiera que sepan que esta circunstancia escapa de nuestras manos. Sin la protección necesaria, no podemos exponernos. Nuestros seres queridos también cuentan con nosotros.

Cuando yo era un niño acompañaba a mi mamá a su trabajo. Ella es enfermera y en ese entonces no tenía con quién dejarme en casa,. Mi infancia transcurrió en los pasillos de un hospital. Me gustaba conversar con los pacientes y avisarle a mamá si alguno necesitaba algo. Siempre supe que trabajaría atendiendo a otros. Pero hay algo particular en ese deseo: yo no quería estar todo el día dentro de un hospital, me atraía la idea de ir de un sitio a otro. Cuando veía series como E.R lo que más me fascinaba era las ambulancias. Mi mamá dice que también dibujaba muchos camiones de bomberos. Mi vocación es acudir velozmente a auxiliar a alguien en peligro. Llevo ocho años haciéndolo desde el Cuerpo de Bomberos del Perú y es una lástima que por no contar con las condiciones necesarias, no lo pueda hacer ahora, cuando más nos necesitan.

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