En primera línea

La incertidumbre y las carencias cotidianas

Una epidemióloga de un hospital de San Juan de Lurigancho nos cuenta la dificultad de trabajar sin indicaciones claras ni información precisa en medio de esta pandemia.

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Llevar una cuenta infalible del avance del coronavirus ahora mismo es imposible. Lo comprendemos. Incluso puede que nuestras directivas mantengan algunas cifras en reserva para evitar el caos, pero nosotros somos profesionales de la salud y estamos listos para enfrentar emergencias. Quienes trabajamos en los hospitales reconocemos incongruencias en los datos que entrega la Dirección de Redes Integradas de Salud (DIRIS) del Ministerio de Salud. Hace unos días reportaron que había 28 casos COVID-19 positivos en San Juan de Lurigancho mientras que nosotros podíamos enumerar 54. No actualizan la información que manejan y, lamentablemente, la realidad de este distrito no está en los documentos oficiales. Con mis colegas del área de epidemiología hemos creado un grupo de Whatsapp para compartir los datos que tenemos pero sabemos que estos tendrán sus huecos. Si los establecimientos de EsSalud atienden a vecinos con COVID-19 no nos lo informan. ¿Cómo podemos entonces tomar precauciones? Si viene un paciente con gripe y veo en su ficha que vive en la misma cuadra donde ya hay un caso positivo, estaremos más alertas. Si no sabemos eso, el virus se sigue abriendo paso.

Al tener más de un millón de habitantes, San Juan de Lurigancho es un distrito con alto riesgo en esta pandemia. Tenemos varios mercados, zonas donde las personas no tienen agua y familias muy pobres. Nosotros pertenecemos a la DIRIS Lima Ciudad y, desde que empezó el estado de emergencia, hemos tenido problemas de comunicación. Nos dan indicaciones que simplemente no podemos cumplir porque no tenemos el equipo necesario para hacerlo. Según el protocolo, deberíamos entregar una mascarilla a cada persona que viene a nuestro centro de salud pero no tenemos suficientes. La realidad es que en Bayovar siempre hemos trabajado con carencias. San Juan de Lurigancho tiene una tasa alta de casos de tuberculosis, aún así, antes de la pandemia solo nos daban una mascarilla al mes y no teníamos alcohol en gel ni papel toalla.

Sin direcciones claras es más complicado contener al virus. No tenemos un buen mecanismo para referir a nuestros pacientes a otros hospitales. Hace unos días vino un señor con faringitis. Como no contamos con pruebas rápidas, tuvimos que mandarlo a casa aunque lo considerábamos sospechoso. Días después cuando hicimos el seguimiento telefónico, nos dijo que la fiebre continuaba así que le pedimos que regrese. Se le examinó y encontramos signos compatibles con neumonía. El paciente estaba desaturando: había disminuido la concentración de oxígeno en su sangre. Quisimos enviarlo al Hospital de San Juan de Lurigancho, al Dos de Mayo o al Arzobispo Loayza, pero ninguno nos aceptó la referencia. No nos quedó otra opción que brindarle retiro voluntario y darle las indicaciones más precisas posibles. Le tuvimos que decir que si sentía signos de alarma, se dirija por sus propios medios a una emergencia, siendo muy conscientes de que podría contagiar a otros en el camino. Ahora el paciente está internado en el Hospital Hipólito Unanue. Ocho de sus familiares también han dado positivo a COVID-19.

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