Como estoy estudiando mi segunda especialidad, ahora no trabajo en una sola clínica sino que roto en distintas. Ese viernes regresaba de un turno bastante agitado en la Clínica Cardio VID de Medellín. La madrugada anterior me la pasé estudiando unos seminarios de mi especialidad y entré a trabajar el viernes a las seis de la mañana. Por eso es que al regresar a casa solo quería descansar pero se me presentó una última emergencia. Jaime, el portero del edificio donde vivo, me recibió diciéndome que tenía un dolor que lo incomodaba. Le pedí que me diera unos minutos porque tenía que subir a bañarme y desinfectarme. Mientras estaba en mi apartamento, mi esposa me avisó que Jaime había llamado por teléfono. Se sentía muy mal. Me puse una mascarilla de alta eficiencia y bajé de inmediato.
Al llegar a la portería vi a Jaime de color morado y en segundos se desplomó. Me di cuenta que era un paro cardiorespiratorio y, como estamos en época de pandemia, también sospeché de COVID-19. Comencé a aplicar masajes cardíacos para que regrese la sangre al pecho. Necesitaba llamar una ambulancia pero había dejado el celular arriba en casa. Por fortuna, mi esposa muy alerta bajó a ver cómo estábamos y trajo el teléfono con ella. Llamamos a los paramédicos pero tardaban en llegar. Mientras le hacía las compresiones en la zona toráxica pensaba en que si me detenía, Jaime moriría. Hace un par de días conversaba con mi esposa sobre el hombre tan auténtico, respetuoso y amable que era. Ahora lo tenía inconsciente debajo de mí, sin ninguno de los dispositivos que sirven para reanimar a las personas en Cuidados Intensivos. Todo lo que tenía Jaime eran mis manos y lo que sé hacer con ellas.
La ambulancia llegó veintitrés minutos después. Lo empezamos a ventilar con oxígeno, le canalizamos una vena y le pusimos un par de ampollas de adrenalina para impulsar los latidos del corazón. A los dos minutos, Jaime salió del paro. Cuando sentí su pulso fue como si yo recuperase la vida también. Cuando trabajas en Cuidados Intensivos sabes que asumirás una carga emocional muy intensa por cada paciente. En una consulta externa, los doctores reciben todo tipo de casos médicos. Felizmente la mayoría no son graves. Sin embargo, en la especialidad que yo elegí cada paciente que recibimos es crítico y tenemos que tomar decisiones éticas para atenderlos. ¿Cuánto tiempo debía seguir presionando el pecho de Jaime? Yo decidí no parar.