Cuando termino mi turno y me retiro el equipo de protección personal, algún compañero tiene que acercarme una jarra con agua para poder lavarme las manos. En el complejo hospitalario en el que trabajo, conocido como El Algodonal, siempre hemos tenido problemas con el agua corriente. Ya existían cuando llegué aquí hace más de diez años. Ahora, justo cuando el lavado de manos es crucial para reducir la transmisión del coronavirus, la situación tampoco ha cambiado. Podemos pasar hasta una semana sin agua, y eso incluye a la maternidad Dr. Andrés Herrera Vegas, donde atendimos treinta pacientes con COVID-19 hasta inicios de junio.
En medio de una emergencia sanitaria mundial, los profesionales del principal centro para enfermedades respiratorias en Venezuela tenemos que almacenar agua en tobos [baldes]. Es terrible, pero nos hemos acostumbrado a trabajar así. A veces contamos los días sin agua: se va el viernes y pasan sábado, domingo… regresa el miércoles. Los residentes de guardia del área de coronavirus tienen que bañarse antes de salir del hospital y solo cuando tienen suerte pueden usar la regadera. Normalmente tienen que asearse con el agua recogida en tobos. Si no hay ninguna de las dos, deben ducharse al llegar a sus casas, lo que aumenta su exposición al virus. Algunos pacientes también se incomodan cuando ven que no hay agua en los baños. Pero son venezolanos: han padecido esa ausencia en el pasado y han aprendido a adaptarse.
Antes de la pandemia ya era difícil planificar procedimientos y cirugías en el hospital. Todo dependía de si había agua o no. Podíamos preparar pacientes, pero suspendíamos si el suministro fallaba. Ahora, con las cirugías electivas paralizadas, adecuamos nuestra rutina: el día en que llega el agua, hacemos limpieza exhaustiva y la almacenamos en tobos. El día en que no hay agua, limpiamos con lo que haya y entre nosotros usamos gel y alcohol. Así es aquí y en todos los hospitales del país que padecen intermitencias en el servicio de agua.
Los médicos en Venezuela tenemos años trabajando sin agua. Sabemos que no se trata de un problema exclusivo, sino amplio y estructural. Hemos protestado y entregado infinidades de escritos, pero es una situación que no nos corresponde resolver a nosotros. Así, en tiempos de coronavirus y con todas nuestras limitaciones, los doctores nos ajustamos para rendir el agua, el más vital de los recursos para evitar que se propague aún más esta nueva enfermedad.