Recostado en las piernas de su novia, Héctor Carballo le habló a su primera hija en el vientre. «Bebé, si estás ahí, muévete para saber si existes», le dijo casi susurrando. «Parece mentira, pero en ese momento ella se movió de lado a lado tres veces. Esa fue mi prueba de embarazo», recuerda Judith, quien después se convirtió en la esposa de Héctor por 23 años. Ese instante entre padre e hija marcó el inicio de una complicidad entre los dos. «Cuando ella nació, él le habló y la niña le respondió con la mirada», cuenta la esposa.
Para Dilgreth, su hija, el vínculo que ambos tenían era tan cercano que parecía telepático. A menudo, la muchacha sentía la presencia de su padre antes de que llegara a la casa. «Era algo en mi pecho. De repente pensaba en sus pasos y, como siempre fue alérgico, podía escuchar cómo se sacudía la nariz. No pasaba media hora y entonces él aparecía». Esta forma de presentimiento también sucedía al revés. «Cada vez que yo me enfermaba, mi papá soñaba conmigo». Como si una alarma se activara en él, Héctor sentía cuando su hija lo necesitaba.
Con Dilmar, la menor, a quien le decía «mi princesa», su papá era como una suerte de enciclopedia. «Sabía las respuestas de todo», cuenta la joven, quien solía esperar a hablar con él para despejar todas sus dudas. A pesar de que en julio de 2018, Héctor tuvo que migrar a Lima por la crisis en Venezuela, el alejamiento no afectó el vínculo estrecho con sus hijas. Dilmar dice que, aunque estaba a kilómetros de distancia, su papá siempre estuvo presente. «Lejos o cerca, pero estuvo».
Héctor deseaba vivir con ellas en Lima, pero al transcurrir el tiempo se dio cuenta de que migrar era muy duro y no quería hacerlas pasar por eso. «Nos quedamos a la espera de su retorno», dice la esposa. Hasta que una noche, su hija Dilgreth soñó con él y se despertó llorando. Sentía que algo andaba mal. «Lo llamé pero sus palabras fueron: ‘Quédate tranquila que estoy bien’». Ella sabía que era una de las señales, pero como el padre protector que era, Héctor convirtió esa inquietante premonición en una frase de alivio.