No es sorpresa para nadie que entre diciembre y abril ocurre la temporada de lluvias en Perú, especialmente en las zonas más altas, sin embargo, la intensidad con la que ha estado lloviendo en las últimas semanas está llamando la atención de algunos especialistas por sus posibles causas y consecuencias para la región, con énfasis en países como Perú y Ecuador.
Durante febrero y marzo, las lluvias extremas no han dado tregua a Perú. En Piura ha habido precipitaciones de 12 horas seguidas e inundaciones de hasta 81 milímetros diarios (mm/día). En zonas como Oyotún y Lambayeque, los acumulados de lluvia han alcanzado los 67 mm/día, mientras que en Salpo y La Libertad, han sido de 41 mm/día. El gobierno decretó estado de emergencia durante 60 días en 233 distritos de Lima, Tumbes, Piura, entre otros, al ver que los deslaves en varias de esas zonas han provocado la muerte de 58 personas, centenas de afectados y miles de viviendas destruidas.
“En las últimas semanas, se han registrado fuertes precipitaciones en la zona norte del Perú; básicamente son precipitaciones estacionales y que son parte de la variabilidad climática de la zona norte del Perú, sin embargo estas lluvias han sido exacerbadas debido a un calentamiento anómalo de la temperatura del mar frente a la zona norte del Perú”, explica Juan Carlos Bazo, asesor científico del Centro del Clima de la Federación Internacional de la Cruz Roja e investigador externo Centro Latinoamericano de Excelencia en Cambio Climático y Salud de la Universidad Cayetano Heredia.
El calentamiento del mar y el paso de una onda tropical conocida como oscilación Madden Julian han provocado el desarrollo e intensificación del “ciclón” (baja atmosférica), denominado Yaku (agua, en lengua kichwa), que apareció frente a las costas de Perú y Ecuador hace unos días y que intensificó las lluvias en ambos países. Así lo informó hace unos días (8 de marzo) el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología de Ecuador en un comunicado: “la estructura y formación de este sistema se ha visto fortalecido por el calentamiento de la temperatura de superficie de mar y la presencia de la Zona de Convergencia Intertropical”, dice el Instituto.
#Infórmate #Yaku, Ciclón de características tropicales no organizado, se desarrolla frente al mar peruano desde el pasado 4 de marzo. Conoce el probable recorrido hasta el 15 de marzo
— Senamhi (@Senamhiperu) March 13, 2023
🔴Líneas rojas, recorrido del 4 al 12 de marzo
🟡Líneas amarillas, probable recorrido pic.twitter.com/5RkyzoMFA7
Así que para entender por qué está lloviendo tanto en Perú parece necesario comprender la relación entre las precipitaciones y la temperatura del mar. Y uno de los conceptos que justamente explican esa conexión es el fenómeno conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
El Ministerio del Ambiente (MINAM) de Perú define ENOS como un evento natural de la variabilidad climática en el que se interrelacionan el océano y la atmósfera en la región tropical del Océano Pacífico. Esto quiere decir que la temperatura del mar cambia en función de la acción de los vientos. Y entonces ocurren dos fenómenos que se intercalan cada cierto tiempo (entre 2 y 7 años): El Niño, cuando la superficie del océano Pacífico tropical se calienta más de lo habitual, y La Niña, cuando en vez de calentarse, se enfría.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, desde septiembre de 2020, “se instauraron en el Pacífico ecuatorial las condiciones características de un episodio de La Niña”. Y hasta su reporte de noviembre de 2022, estas condiciones persistían. De hecho, sus proyecciones con base en los datos de los Centros Mundiales de Producción de Predicciones a Largo Plazo, mostraban que el episodio de La Niña continuaría hasta el invierno boreal de 2022/2023, es decir hasta marzo de 2023, y que a partir de entonces iniciarían condiciones neutras. También proyectaba que la probabilidad de que se formara un episodio de El Niño en estos momentos era “ínfima”.
De manera que las lluvias de los últimos días se deben, en parte, a que el episodio de tres años de La Niña está llegando a su fase final para dar paso a un periodo de neutralidad, pero al mismo tiempo otros fenómenos como el debilitamiento de los vientos del este y el paso de la oscilación Madden Julian están propiciando mayores precipitaciones. Aquí explicamos por qué.
El mar más caliente de la Tierra se mueve hacia Perú
Para llegar a las lluvias, hay que explicar, primero, la causa de que el mar se caliente. El origen de este fenómeno está en el Océano Pacífico Occidental Ecuatorial (que se encuentra entre Asia y América del Sur, más hacia el norte de Australia). En esa zona, que es donde los rayos solares pegan directamente, se ubica lo que se conoce oficialmente como la Piscina Cálida del Pacífico Occidental, que no es más que una masa de agua caliente y muy extensa, de más de 40 millones de kilómetros cuadrados. Por eso se le considera el mar más caliente de la Tierra.
Esta masa de agua caliente se mantendría fija si no hubiera cambios en los vientos, pero los hay. Los vientos alisios (como se les conoce a los vientos que soplan constantemente hacia el Ecuador en verano y un poco menos en invierno) mantienen esta piscina en el oeste, entre Indonesia y el norte de Australia durante el verano, mientras que en el invierno estos vientos se debilitan e incluso soplan hacia el lado opuesto, lo cual hace que la piscina de agua cálida se mueva hacia el este y llegue a las costas de Ecuador y Perú.
Así que cuando esa piscina de agua caliente avanza hacia Sudamérica, de oeste a este, impulsada por los vientos, surge El Niño. Y en contraste, cuando la masa de agua caliente vuelve al oeste, hacia el norte de Australia, y las aguas frías emergen a las costas ecuatoriales de nuestro continente, surge La Niña. Hay, entre ellos, lapsos en los que las aguas se mantienen con temperatura neutra, que es lo que debería ocurrir en los siguientes meses. Sin embargo, hay otros fenómenos oscilatorios que calientan el mar, sin que eso se convierta en un episodio de El Niño.
La oscilación Madden Julian también intensifica las lluvias
De la misma forma que el El Niño propicia el calentamiento de agua en las costas de Perú, otros fenómenos hacen lo mismo en otras partes del mundo. En este caso, la oscilación Madden Julian (MJO), que debe su nombre a las dos personas que lo identificaron en 1971, Roland Madden y Paul Julian, es una onda tropical que ocurre principalmente en el Océano Índico, y que se mueve al este con efectos en la temperatura global.
A diferencia de El Niño que puede prologarse durante años, la MJO puede estar activa durante un par de meses, por lo que en cuestión de semanas puede provocar cambios en las precipitaciones e inundaciones en distintos sitios. De hecho, la MJO también se asocia con la formación y la intensificación de ciclones y tormentas tropicales. Lo que está sucediendo ahora, según especialistas como Bazo, es que la MJO está provocando “nubes” adicionales, lo que propicia que haya precipitaciones por encima del promedio.
El mar caliente y las lluvias
Ahora, ¿cómo se conecta la temperatura del agua en la costa de Perú con que haya más o menos lluvias? Básicamente, si el agua superficial del mar está muy caliente (El Niño), ésta se evaporará fácilmente, se concentrará en forma de nubes y se precipitará con fuerza.
“Es como si pusiéramos a calentar agua en una tetera y ponemos un vidrio encima, si aumentamos el fuego, el agua va a estar más caliente, por lo que va a producir evaporación y esa evaporación se va a condensar y van a caer gotas. Esto es lo que pasa también con el calentamiento del mar”, dice Juan Carlos Bazo. Es decir, que entre más caliente esté el agua del mar, más formación de nubes convectivas (las que se forman cuando el aire caliente superficial asciende) y más posibilidades de que haya lluvias torrenciales.
Eso es lo que parece estar pasando en estos momentos en Perú: el episodio de La Niña está cediendo, mientras que las aguas de las costas de Perú se están calentando. Esto explica el origen de las lluvias, pero hay otros factores que intervienen en que sus consecuencias sean fatales.
La importancia de la planificación urbana
Aunque ya vimos que la temperatura del mar está relacionada con la frecuencia e intensidad de las lluvias, eso no significa que sea el único factor responsable de las pérdidas en Perú. Hay, en realidad, varios artículos que muestran otros factores particulares que hacen que ciertas zonas y poblaciones sean especialmente vulnerables a las inundaciones.
En un reporte de octubre de 2010, el Ministerio de Agricultura y la Autoridad Nacional de Agua, describieron algunos de esos factores: por ejemplo, los suelos arcillosos de las cordilleras y los cerros pierden estabilidad cuando el agua sobrepasa su capacidad de retención, entonces suceden deslizamientos que trasladan grandes volúmenes de tierra, rocas, lodo y escombros y destruyen viviendas, infraestructura y cultivos.
Otro elemento importante es la deforestación, pues cuando se retiran los árboles y sus raíces no hay nada en el suelo que puede detener el flujo del agua y esos deslizamientos avanzan sin obstáculos. Además, muchos de los caudales de los ríos del país son irregulares, lo que significa que suelen ser abundantes de diciembre a mayo (justo en la época de lluvias) y se secan el resto del año; así que cuando llegan las lluvias extremas muchos de estos ríos se desbordan, aumentando la posibilidad de que ocurran deslizamientos. Cuando estos deslizamientos se convierten en flujos rápidos de lodo cuesta abajo, se les llama huaicos, que se definen como avalanchas de barro y escombros que destruyen a su paso viviendas, carreteras y cultivos, y en muchas ocasiones causan que muchas personas salgan heridas, desaparezcan o mueran.
De manera que más allá de la variabilidad climática, hay situaciones causadas por el ser humano que agravan las consecuencias de las lluvias, como instalar viviendas cerca de ríos que se pueden desbordar o deforestar extensas zonas en los cerros y eliminar así sustratos que podrían detener esas avalanchas.
“La vulnerabilidad básicamente se da porque la costa norte es un área seca y árida y no está preparada para recibir lluvias extremas. La vulnerabilidad está más asociada a la infraestructura y planificación urbana. Después de varios El Niño, no se han mejorado las condiciones para un buen drenaje de las lluvias”, explica Bazo.
Por lo tanto, para prevenir estos impactos, el monitoreo y estudio de fenómenos climáticos es solo una parte de la ecuación. El resto tiene que ver con llevar a cabo cambios estructurales y no estructurales para la prevención de riesgos. Por ejemplo, encausar y desviar ríos, colocar espigones y diques de protección, elaborar mapas de riesgos, señalizar las zonas de más peligro. Tenemos que anticiparnos y planificar para futuras emergencias teniendo una comunicación eficaz con la población, para que sí se puedan reducir los impactos y ser mas resilientes frente a fenómenos que no van a desaparecer.