La variante ómicron, reportada por primera vez por un grupo de investigadores sudafricanos, y con presencia en más de 89 países, ya ha sido reportada en nueve países y territorios de América Latina, según la última conferencia de prensa por parte de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Hasta el 15 de diciembre, la OPS había registrado la nueva variante en Estados Unidos, Canadá, Brasil, México, Argentina, Chile, Cuba, Trinidad y Tobago y Bermudas. Pero en los últimos días, otros países como Perú, Ecuador y Costa Rica, se han unido a la lista. En las próximas semanas, se espera que llegue a toda la región.
En Europa, una de las regiones con mayor cantidad de casos, se han implementado medidas extremas. En Países Bajos, por ejemplo, habrá confinamiento estricto hasta el 14 de enero, y cerrarán hoteles, escuelas, actividades culturales y deportivas, así como comercios no esenciales. Incluso han establecido un máximo de cuatro personas por hogar para las celebraciones decembrinas.
En Alemania, el ministro de salud, Karl Lauterbach, dijo hace unos días que se espera una quinta ola masiva en las próximas semanas y, por lo tanto, ha restringido la entrada de personas no vacunadas a restaurantes y comercios. Dinamarca cerrará teatros, cines y salas de conciertos; mientras que Austria solo permitirá la entrada a su territorio a las personas que comprueben que han recibido su dosis de refuerzo.
La principal razón de estas medidas tiene que ver con la velocidad con la que ómicron se transmite. A pesar de que la OMS se mantiene cautelosa sobre las características de la variante, algunos estudios preliminares muestran los primeros datos sobre cómo actúa ómicron.
Por ejemplo, un estudio sin revisión por pares de investigadores de la Universidad de Hong Kong muestra que, en un periodo de 24 horas, Ómicron infecta y se multiplica 70 veces más rápido que la variante Delta en los bronquios de las personas. “Lo que puede explicar por qué ómicron puede transmitirse más rápido entre los humanos que las variantes anteriores”, dicen los autores. Eso también explicaría por qué en lugares donde hubo transmisión comunitaria como en la provincia sudafricana de Gauteng, donde se registró la variante por primera vez, los casos aumentaron de manera exponencial en unos pocos días.
Pero aún no hay razón de alarma. En el mismo estudio también reportan que ómicron se replicó menos en el pulmón que la variante original, lo que significaría que ésta podría ser menos grave y lo que explicaría por qué los casos de Gauteng han disminuido en los últimos días, pasando de los 10,000 en promedio durante 7 días a 8,000.
Pero, a pesar de que la evidencia disponible hasta ahora sugiere que ómicron no genera síntomas ni enfermedad más graves que los ya conocidos, la preocupación más importante por parte de los gobiernos es que muchas de las personas infectadas requerirán atención hospitalaria, por lo que el colapso de los sistemas sanitarios sigue siendo una posibilidad.
Por eso, y especialmente en los países de América Latina, en donde solo 56% de la población tiene el esquema de vacunación contra Covid-19 completo, las acciones individuales especialmente en las festividades decembrinas son clave para ganar tiempo antes de que ómicron domine la transmisión comunitaria.
Vacunarse o… vacunarse
De acuerdo con la OPS, en América Latina y el Caribe se han administrado hasta ahora más de 1,300 millones de dosis de las vacunas contra Covid-19; sin embargo, esto solo ha sido suficiente para completar el esquema de 56% de la población, dejando a millones sin una sola dosis.
El problema de que haya tantas personas sin vacunar es que, justamente, permiten que ómicron se mueva libre y rápidamente y que, en las personas que no han sido inmunizadas, genere enfermedad grave o muerte. Además, las personas no vacunadas también pueden ser el perfecto caldo de cultivo para que se generen nuevas variantes.
Hasta ahora la población no vacunada ha sido la más afectada por este coronavirus. En Ohio, por ejemplo, de las 14,000 personas que murieron de Covid-19 este año, 95% no se había vacunado. En esa ciudad, donde se han reportado decenas de casos de ómicron , las unidades de cuidados intensivos (UCIs) ya están operando al 90% de su capacidad.
Para evitar que esto ocurra en los países de América Latina, es necesario aumentar y apresurar la vacunación a quienes aún no lo han hecho. Se sabe que cualquier vacuna contra Covid-19 hace que las personas generen anticuerpos ante el SARS-CoV-2 y hasta ahora no hay datos de que esa protección cambie drásticamente frente a esta nueva variante. Por lo tanto, la mejor estrategia que puede haber para contener a ómicron es que haya la mayor cantidad de personas vacunadas.
Dosis de refuerzo, con énfasis en grupos vulnerables
A pesar de que la población más vulnerable ante ómicron es la no vacunada, esto no significa que las personas vacunadas o quienes ya se infectaron no puedan volver a infectarse con la nueva variante.
Los pocos estudios que hay sobre la eficacia de las vacunas contra ómicron muestran que solo un par logra impedir la infección. Las vacunas Moderna o Pfizer, con dosis de refuerzo, podrían impedir que las personas se infecten con Ómicron. Pero no hay datos de que ocurra lo mismo para el resto de las vacunas, por lo tanto, cualquier persona podría infectarse con la nueva variante.
Infectarse no significa enfermar. E incluso, se sabe que las personas vacunadas podrían tener los anticuerpos que les permitan desarrollar Covid-19 leve o moderada, aun si se infectan con ómicron.
El problema es que, si son muchas las personas infectadas, el impacto para los hospitales y el personal de salud, agotado después de casi dos años de pandemia, podría ser fatal. “Si hay una alta transmisibilidad, vas a tener un sistema de salud saturado porque la cantidad de personas enfermas va a ser mayor”, dijo el profesor de la Universidad de Chile, Mario Rosemblatt al New York Times.
Por eso, otra estrategia importante para retrasar el avance de ómicron son las dosis de refuerzo, especialmente para grupos vulnerables, como personas de edad avanzada o inmunodeprimidas, que son las que podrían enfermar más gravemente si se infectan con la nueva variante.
Varios países de la región, como Brasil, Chile, Perú y México, han iniciado campañas de aplicación de dosis de refuerzo a estos grupos con el fin de mantener un nivel aceptable de anticuerpos. Y se espera que, conforme surja más evidencia sobre la eficacia de las dosis de refuerzo, otros grupos poblacionales tendrán acceso a ellas. La recomendación es que tan pronto como esté disponible en sus ciudades, las personas acudan a recibir su dosis de refuerzo.
Celebrar, sin sacrificar la seguridad
A estas alturas, ya hemos aprendido que ni las vacunas ni las dosis de refuerzo por sí solas son un escudo infranqueable. La otra parte esencial de la protección frente al SARS-CoV-2 y sus nuevas variantes son las medidas que reducen los encuentros en donde mucha gente comparte el mismo aire durante mucho tiempo y en espacios con poca ventilación.
Para muchas autoridades de salud, las fiestas decembrinas son un riesgo porque propician esos encuentros. “Estoy segura de que la gente va a seguir buscando formas para celebrar, y eso es importante porque han sido dos años muy difíciles”, dijo Maria Van Kerkhove, líder técnica de Covid-19 de la OMS.
“En los encuentros no hay riesgo cero, pero hay formas de reducir ese riesgo: pueden limitar el tamaño de las reuniones, asegurarse de que están vacunados y hacerse una prueba -estas pruebas rápidas que existen son altamente confiables ahora- para saber cuál es su condición exacta en este momento. Pueden hacer más actividades al exterior que al interior; y si están en interiores, usar mascarillas y abrir ventanas. Creo que hay formas de celebrar, solo debemos hacernos la pregunta de cómo podemos hacerlo lo más seguro posible”, dijo la especialista.
También reducir los viajes innecesarios a zonas que implicarán compartir espacios cerrados con mucha gente -aeropuertos, hoteles, restaurantes o salones de fiesta- puede ser una medida de precaución tremendamente útil.
Y si las personas deciden viajar sin importar nada, la epidemióloga de la Universidad de George Mason, Saskia Popescu, recomienda tomarse un tiempo de “enfriamiento”, es decir, reducir las actividades que puedan ser propensas a propagar COVID-19, como las comidas en interiores o los encuentros con cubre bocas de mala calidad, antes de viajar, y realizarse una prueba para Covid-19 antes de cualquier reunión, especialmente si en ellas habrá gente vulnerable, enfermos o adultos mayores.
Este tipo de decisiones individuales pueden hacer la diferencia para que las celebraciones decembrinas en plena llegada de ómicron no sean sinónimo de desastre.