El Covid-19 ha afectado a todos los países del mundo, a ricos y pobres, a mujeres y hombres, viejos y jóvenes. El virus no discrimina, pero la solución sí podría crear nuevas desigualdades o exacerbar las existentes. Algunos países como el Reino Unido ya empezaron a vacunar a su población esta semana, pero otros tendrán que esperar varios meses para tener la primera dosis y eso va a generar nuevas divisiones. Como lo expresó en un reciente foro virtual el doctor David Nabarro, comisionado especial para el Covid-19 por la Organización Mundial de la Salud: “Las vacunas van a crear los cismas más horribles en nuestra sociedad”.
¿Cuántas vacunas se necesitan para que el mundo logre derrotar al Covid-19?
La respuesta a esa pregunta es incierta. La población mundial es de 7.700 millones de personas. Pero más de 62 millones ya se han infectado de Covid-19 en casi todos los países y esa cifra seguirá aumentando en los próximos meses. Es posible que desarrollen una inmunidad contra el virus, pero no se sabe con certeza cuánto tiempo dura, pues ya se han detectado algunos casos de reinfecciones. Tampoco sabemos si la inmunidad que las vacunas puedan producir en quienes las reciban durará para siempre, varios años, o si habrá que vacunarse recurrentemente, como sucede con la influenza. También es posible que una vacuna funcione inicialmente pero el virus mute y ya no sea efectiva. En cualquier escenario, según los cálculos y modelos de los expertos, el gran problema es que no habrá suficientes vacunas para todos, por lo menos hasta el 2023 o 2024.
¿Qué capacidad industrial hay en el mundo?
Una de las principales razones por las cuales no habrá suficientes vacunas es que no hay cómo fabricarlas. La CEPI (una coalición internacional de fundaciones y gobiernos para luchar contra las epidemias) hizo una encuesta para medir la capacidad de producción de vacunas en el sector farmacéutico para finales de 2020 y 2021. Un total de 113 empresas de más de 30 países respondieron (equivalente a un tercio) y según los datos recabados, la capacidad global de producción en estas empresas está entre 2 mil y 4 mil millones de dosis en total. Con esto se alcanzaría a cubrir a menos del 20 por ciento de la población mundial.
La encuesta era anónima y no sabemos si entre las que respondieron están las compañías con mejor capacidad y experiencia. Valga recordar que solo 13 de las más de 200 vacunas contra el Covid-19 están siendo desarrolladas por empresas que cuentan con una trayectoria tecnológica reconocida, un músculo financiero sólido y plantas masivas con controles y estándares de calidad rigurosos.
“Hemos hecho un gran esfuerzo en términos de producción. Desde marzo o abril todos (las empresas) empezamos a trabajar en todas partes para escalar la producción, fabricar más viales. Ha sido un esfuerzo masivo, pero en estos momentos todavía es limitada. Podríamos hacer más si tuviéramos más capacidad productiva alrededor del mundo”, dice Paul Stoffels el jefe de científicos de la multinacional Johnson y Johnson.
Aun si se logra incrementar la capacidad, hay que tener en cuenta que en cualquier proceso de producción se pierde parte del producto. Algunos pueden romperse en el momento del envase o del traslado, o dañarse si no se conservan a ciertas temperaturas. Por eso se calcula que pueden perderse hasta el 15 por ciento de los viales.
¿Dónde están las farmacéuticas y plantas para producir las vacunas?
La mayoría de empresas que van a producir las vacunas contra el Covid-19 está en otros continentes, principalmente Europa, Estados Unidos, la India, China, Canadá y Australia. Este punto es clave porque muchas de las plantas productoras piensan destinar un porcentaje de las dosis primero para sus propios países o, en otros casos, solo destinarán una parte para exportar a otros.
En América Latina, sólo algunos países tienen laboratorios y plantas con cierta capacidad para producir vacunas. En la década pasada, algunos de los laboratorios estatales más importantes de Brasil como el Instituto Butantan y Fiocruz/Biomanguinhos lograron negociar transferencia de tecnología importante con farmacéuticas como Sanofi y Glaxo Smith Kline para elaborar sus propias vacunas. El Instituto de Tecnología de Paraná también tiene experiencia y capacidad para desarrollar algunas.
En Argentina los Laboratorios e Institutos de Salud Malbrán y el Instituto de Enfermedades Virales Julio Maiztegui han desarrollado y producido varias vacunas. En México lo han hecho los Institutos Nacional de Higiene y de Virología y la estatal Laboratorios Birmex.
En los tres países también han crecido algunas empresas y grupos del sector privado que se han especializado en productos farmaceúticos.
Si bien Cuba no tiene tantos recursos, ha invertido y apostado al desarrollo de medicamentos y vacunas propias, a través del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnológica (CIGB) y el Instituto Finley, entre otros laboratorios y empresas de salud que pertenecen al grupo estatal BioCubaFarma.
Durante los años 90 Colombia, Chile, Ecuador y Venezuela destinaron algo de su presupuesto para desarrollar algunas vacunas —entre ellas la de la rabia y fiebre amarilla— pero algunas de esas dejaron de producirse, otras nunca llegaron a existir porque se quedaron en planes. Con el tiempo, estos países decidieron no invertir en sus propias capacidades de producción y se dedicaron a importar, como la gran mayoría de países del continente, quedando en una posición muy desventajosa ante una pandemia.
Aunque se ampliara la capacidad de producción en el continente creando o acondicionando plantas existentes, hay barreras de propiedad intelectual por parte de los laboratorios extranjeros que pueden impedir que se reproduzcan de manera local algunos de los componentes o insumos de las vacunas. La discusión sobre las flexibilidades y excepciones necesarias para lograr la transferencia de la tecnología entre distintas compañías de un país y otro ha sido materia de debate tanto en la OMS como en la Organización Mundial del Comercio, y aún no termina.
¿Alguna vacuna se va a producir en América Latina?
Un reducido número de institutos de investigación públicos y también algunas universidades de la región están intentando desarrollar su propia vacuna contra el Covid-19. Pero van mucho más lento en sus ensayos clínicos que los laboratorios internacionales, por eso la mayoría de países terminará comprando las que se elaboraron en el exterior y ya están culminando su fase III de ensayos. A pesar de la deficiente capacidad, algunas de esas vacunas serán fabricadas en América Latina, gracias a algunos acuerdos puntuales que estas multinacionales han firmado con unas pocas plantas locales para poder escalar su producción y vender dosis en la región.
Brasil es el país que ha firmado más acuerdos con varias empresas —AstraZeneca, Cansino, Pfizer, el Instituto Gamaleia de Rusia— para que, en primer lugar, hicieran los ensayos clínicos en su país y luego fabricar las dosis que necesita para su población, si resultan efectivas y seguras. Lo que no está claro es si esos convenios permitirían que Brasil produzca vacunas para otros países, y se convierta así en el punto de despacho o “hub” de la región.
Gracias a la mediación del magnate mexicano Carlos Slim, dos empresas, una mexicana y otra argentina, lograron un acuerdo con la farmacéutica Astrazeneca y la Universidad de Oxford para reproducir su vacuna en el continente. El laboratorio mAbxience en Buenos Aires, del Grupo Insud, se encargará de producir el principio activo de la vacuna que luego será enviada al laboratorio Liomont en México, para terminar el proceso de envase y etiquetado para las dosis. Lo que no está claro es cuántas de estas son para México y Argentina y cuántas serán vendidas a otros países del continente, que podrían acceder a ellas a través del mecanismo Covax, de la cual hace parte esta vacuna.
Algunas dosis de la vacuna china de Cansino también serán envasadas en México, pero no se sabe aún cuál empresa se encargará del proceso. Y estas dosis se quedarían en este país.
Rusia también ha dicho que parte de las dosis de su vacuna Sputnik serían producidas en América Latina, posiblemente en el Instituto de Tecnología de Paraná de Brasil, siempre y cuando la agencia reguladora sanitaria de este país lo autorice tras verificar la información de sus ensayos clínicos. También se había hablado de una posible alianza con los laboratorios cubanos, o con algunos de Nicaragua, pero no es seguro que este país tenga la capacidad para fabricarla.
¿Habrá suficientes vacunas disponibles para los países de América Latina?
Cuando empezó la pandemia, la OMS hizo un llamado a la solidaridad entre todos los países , para que los pequeños y pobres no se quedaran sin medicamentos esenciales y vacunas para combatir el virus, como sucedió con la epidemia de H1N1, cuando la mayoría de los países ricos se apropiaron de todo. Enarbolando las banderas del multilateralismo y la equidad, varias organismos que trabajan en pro del acceso a las vacunas como Gavi, CEPI y la OMS desarrollaron Covax, un fondo común de riesgo e inversión en el cual podrían participar todos los países, para aportar al desarrollo de un amplio portafolio de vacunas de distintas empresas. La producción de las que tuvieran éxito y fueran aprobadas por la OMS sería repartida equitativamente entre todos.
“La realidad es que las vacunas van a llegar a los países que puedan pagarla”, dice Mark Pearson, el ex director de la división de salud de la OCDE. Si bien ha existido una gran colaboración entre los científicos en distintos países del mundo, no ha sucedido lo mismo entre los gobiernos, ni las compañías. Ahí el multilateralismo ha perdido frente a los acuerdos bilaterales.
El mecanismo Covax ha hecho un gran esfuerzo. Tras varios meses de reuniones y esfuerzos para lograr sumar a la mayor cantidad de países y laboratorios productores, más de 180 países han confirmado su participación en el mecanismo. Entre ellos hay 92 que son los más pobres del mundo y recibirían donaciones de algunas dosis a través de Covax (en América Latina están Haití, Bolivia, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Guyana, más algunas de las islas pequeñas del Caribe). Según Seth Berkeley, director de la alianza para las vacunas, GAVI, eso es un gran logro en medio de un clima de mucho nacionalismo.
Pero por ese mismo nacionalismo, varios de los países más ricos no quisieron sumarse a Covax, como Estados Unidos. O se sumaron, como Japón y la UE, pero en paralelo compraron buena parte de todas las dosis de vacunas que están en producción, a unos precios que muchos de los países con menos recursos no podrían pagar. De esa manera, los convenios o acuerdos de compra o precompra bilaterales, que en su gran mayoría han sido secretos, terminaron socavando hasta cierto punto el espíritu de colaboración y solidaridad entre países.
El observatorio de compras y negociaciones entre países y farmacéuticas de la Universidad de Duke ya ha registrado 9,6 mil millones de dosis de vacunas vendidas. De esas, solo 700 millones de dosis son para Covax, lo cual hace dudar que el mecanismo pueda proveer las 2 mil millones de dosis que había proyectado entregar en el 2021 a los países que han invertido en el fondo.
¿Quiénes han comprado la mayoría de dosis que estarán disponibles en el 2021?
Lo que ha pasado con la oferta y venta de vacunas por anticipado ha sido como un gran banquete. “A los países ricos y grandes los sentaron en la mesa principal a comer, y a los países pequeños y pobres los sentaron en la mesa de los niños y les dejaron las sobras”, dice la doctora Joane Liu, quien trabajó muchos años para Médicos sin Fronteras y ahora integra el comité independiente de evaluación de la respuesta ante la pandemia por el Covid de la OMS.
La mayoría de países ricos corrieron a asegurar vacunas para su población sin que aún hayan terminado los ensayos clínicos: Estados Unidos, la Unión Europea, Inglaterra, Canadá o Japón y también algunos de los países más poblados como la India o Indonesia. Se podría decir que hay un acaparamiento de vacunas de unos pocos países, pues dos de ellos —Estados Unidos y la India— han adquirido más dosis cada uno que los más de 180 países que decidieron unir esfuerzos y comprar juntos a través del mecanismo Covax, al cual pertenecen la gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe.
Para tratar de asegurar algunas dosis en medio de tanta competencia rapaz y para no depender únicamente de Covax, algunos países de la región también decidieron comprar más vacunas por adelantado mediante acuerdos bilaterales con distintas farmacéuticas. Brasil ha adquirido 196 millones de dosis, mientras que el resto de países de la región juntos han comprado 150 millones de dosis. Entre ellos figuran principalmente Chile, México y Argentina, y en menor proporción y volumen, Ecuador, Costa Rica, Venezuela y Perú. Es posible que otros países también hayan comprado algunas dosis que no aparecen registradas por la base de datos del observatorio, porque no se han hecho públicas o porque aún no se han terminado de concretar dichas negociaciones.
¿Qué vacunas compraron los países?
Entre las que están en etapa más avanzada de pruebas se destacan las vacunas de Pfizer-Biontech y Moderna, cuyos anuncios de efectividad de más del 90 por ciento fueron recibidos como una muy buena noticia en días pasados. Ambas son de las más caras que hay en el mercado (se sabe que cada una de sus dosis fueron vendidas a unos $35-$40). Son también vacunas que exigen unas temperaturas mucho más frías que las de otras plataformas tecnológicas, lo que podría añadir algunas dificultades para algunos países que no cuentan con energía en ciertas zonas, ni tienen la infraestructura apropiada para almacenarlas. Ambas compañías se apresuraron a aclarar que los viales pueden durar varios días en neveras normales, a temperaturas de entre 2 y 8 grados.
Pfizer dijo que planeaba producir 50 millones de dosis antes de finalizar el año y 1.3 mil millones de dosis en 2021. Pero ya tiene vendidas 40 millones al Reino Unido, 120 millones a Japón, 300 millones a la Unión Europea y 600 millones a los Estados Unidos. Le quedan 240 millones de dosis para vender al resto del mundo. Según el observatorio de compras de vacunas de la Universidad de Duke, algunas dosis lograron ser adquiridas por varios países de América Latina: Chile compró 10 millones, Perú 9.9 millones, Costa Rica 3 millones y Ecuador 2 millones. Es posible que otros países hayan adquirido otras dosis, pero aún no se ha hecho público y es probable que otros continúen negociando. Tampoco se sabe si Pfizer ha dado un precio similar a los países del continente, que sería inferior al que han negociado con los países ricos. En días pasados se reveló que el Ministerio de Hacienda de Colombia había autorizado al gobierno comprar 10 millones de dosis a esta farmacéutica por un valor de $12 dólares cada una.
Según un vocero de Pfizer, el laboratorio también está en conversaciones para vender algunas de sus dosis al mecanismo Covax, que sería una manera en que otros países de la región puedan acceder a esta vacuna, pero nada es seguro.
Moderna tiene menos capacidad de producción de dosis que Pfizer y que otras farmacéuticas. La mayoría están destinadas a los Estados Unidos, pues esta vacuna recibió una inyección de capital enorme del gobierno de este país en su proceso de desarrollo, así que ya tiene comprometidas las primeras 100 millones. Canadá y Japón también han adquirido cada una unas 50 millones y otros países como Reino Unido, Suiza e Israel han comprado 5 millones o menos cada uno.
Otra de las vacunas en etapa final de pruebas que anunció recientemente que ofrecía una efectividad entre 70 y 90 por ciento es la de Oxford y Astrazeneca. La diferencia de resultados se debe a un error en algunos de los ensayos —lo que ha generado un poco de suspicacia sobre la calidad y rigurosidad de sus ensayos clínicos en varios países— porque en vez de darle una dosis completa a algunos de los participantes, les dieron la mitad. Fue una suerte que esa media dosis resultara mejor que la completa para inducir una reacción defensiva más fuerte del sistema inmune, que luego se reforzó con una segunda dosis completa tres semanas después.
Mientras se terminan los ensayos y las evaluaciones, millones de dosis de la vacuna Oxford-Astrazeneca ya han sido vendidas a varios países y al mecanismo Covax. Según Jane Halton, directora de CEPI, la razón por la cual lograron acceder a esta vacuna para Covax, comprando 300 millones de dosis, fue porque invirtieron considerables recursos para su desarrollo desde el principio, asegurando así buena parte de los cupos.
Además de Covax, entre los principales compradores de esta vacuna está la India, cuyo instituto Serum —la compañía productora de vacunas más grande del mundo— firmó un convenio con Astrazeneca para fabricarla. Algunas dosis serán para consumo interno, otras serán exportadas a otros países. Las dosis negociadas para América Latina —y no está claro si hacen parte de las que serán producidas en la región— son: Brasil 100 millones, Argentina 22 millones y Ecuador 5 millones.
La otra vacuna que ya tiene negociadas varias dosis para países de América Latina es la Sputnik, desarrollada por el Instituto Gamaleya de Rusia. A pesar de las suspicacias que hay frente a esta vacuna, Brasil ha negociado 50 millones de dosis, México 32 millones y Venezuela 10 millones.
Entre las vacunas que también están completando sus pruebas de fase tres hay varias chinas. En una reunión que sucedió hace unos meses entre el Ministro de Relaciones Exteriores de ese país y sus homólogos de la región, el ministro chino prometió que las vacunas que distintas empresas públicas y privadas están desarrollando tendrían un costo muy bajo, 1 ó 2 dólares, e incluso no tendrían patente. También ofreció una línea de crédito para facilitar el pago.
Varios países de la región ya han llegado a acuerdos de compras con algunas de estas compañías, gracias a que algunos de sus ensayos clínicos se hicieron con su población. Chile es uno de ellos, donde Sinovac está haciendo pruebas y por eso tiene negociadas 60 millones de dosis. Brasil también ha adquirido 46 millones. Por otro lado, México compró 35 millones de dosis de la vacuna de Cansino, que serán empacadas en el país.
¿Qué países podrán acceder a más dosis primero para su población?
La OMS ha desarrollado una ruta de recomendaciones en donde se prioriza el tamaño y el nivel de vulnerabilidad que hay entre la población de cada país, y esa es la ruta que Covax va a seguir. “Los planes actuales del mecanismo Covax favorecen una estrategia de alocación que prioriza a los grupos de mayor riesgo —entre ellos los de edad más avanzada— y sugieren una vacunación “igualitaria” en la que cada país recibe dosis en proporción al tamaño de su población y su estatus epidémico,” dice uno de los boletines recientes elaborados por el grupo de Imperial College, que considera esa estrategia como la más adecuada para reducir al máximo la mortalidad por Covid-19.
Si se tienen en cuenta esos criterios de priorización y la proporción del tamaño de la población, a América Latina y el Caribe no van a distribuirles tantas dosis como a otras regiones del mundo. ¿Por qué? Somos aproximadamente 630 millones de habitantes, repartidos en 33 países, pero somos solo el 8 o 9 por ciento de toda la población mundial. Es decir que países más densamente poblados en Asia y África tendrían más dosis a través del mecanismo, en un inicio.
En cuanto a la población de más edad que tendría prioridad para recibir vacunas, somos uno de los continentes con un promedio de población más joven que otros, como Europa. En la región, son los países del conosur, Argentina, Chile y Uruguay, los que recibirían más dosis porque son los que tienen más adultos mayores.
Teniendo en cuenta la disponibilidad limitada de vacunas existentes y con comprobada eficacia, lo más probable es que en el 2021 solo sean vacunados los médicos y la población con mayor riesgo por su edad y comorbilidades. El resto de los latinoamericanos tendrán que seguir practicando la paciencia, el distanciamiento social, el uso de mascarillas, y otras medidas para evitar el contagio.