El psicólogo Mauricio Murcia ha tratado a varias personas LGTB que pasaron antes por una terapia de conversión para supuestamente volverse heterosexuales. Entre el 2017 y comienzos de este año, Murcia trabajó como coordinador de la ONG It Get Better Perú, que registró en ese período atenciones a por lo menos 65 pacientes torturados para cambiar su orientación sexual e identidad de género.
Pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que las personas LGTB no están enfermas y que cualquier tratamiento médico para cambiarlas no se justifica, hay iglesias evangélicas neopentecostales y psicólogos con sesgos por sus creencias religiosas que promueven estas terapias, consideradas una forma de tortura por la ONU.
Entrevistamos a Murcia para conocer la situación de las personas que buscan ayuda después de pasar por una terapia de conversión en el Perú.
En los pacientes que ha tratado por terapias de conversión ¿ha encontrado algún patrón?
Sí. Son personas que “al ser descubiertas” porque la mamá revisó los chats o el papá vio algún mensaje se ven forzadas “a salir del clóset”. Y cuando esto sucede son sometidas a algún tipo de intervención nociva para la salud, como por ejemplo los tratamientos aversivos cognitivos. Justamente tuve un caso así la semana pasada.
¿Qué sucedió?
Un chico gay fue sometido a una terapia de conversión durante dos años por una psicóloga que a la vez era pastora. Ella le decía cosas como: “imagínate que estás teniendo relaciones sexuales con un hombre, ahora imagínate que ese hombre tiene diarrea”. Lo obligaba a imaginarse situaciones que siempre terminaban en algo aversivo.
¿Cuál era la frecuencia de esta práctica con este joven?
El primer año fue semanal. El segundo, una vez al mes, pero porque él se resistía. Y también porque empezó a tener fuertes cambios en su comportamiento, como desórdenes alimenticios y dos intentos de suicidio.
¿Las ideas o intentos de quitarse la vida son comunes a causa de las llamadas terapias de conversión?
Sí, es algo frecuente. Las terapias de conversión son tan iatrogénicas [alteración, especialmente negativa, del estado del paciente producido por el médico] que llevan a las personas a suicidarse.
¿Qué otras consecuencias causaron en el chico gay la terapia a la que fue sometido?
Una disfunción sexual. La aversión misma ha hecho que se genere todo un trastorno de la sexualidad que ha determinado en una disfunción erectiva. Cuando él llegó a consulta me decía: “cuando tengo pareja no tengo sexo porque me da pánico”. Cada vez que iba a besar a algún muchacho sentía los síntomas propios de una fobia como son la alteración en los latidos cardiacos, la sudoración excesiva, etc.
¿Las personas que llegan a su consultorio lo hacen solas o en compañía de algún familiar?
Solas. Llegan prácticamente escapando de las prácticas de tortura a las que fueron sometidas. Les dicen a sus padres que van a ir al psicólogo, y claro, ellos no saben que It Gets Better es todo lo contrario de lo que buscan para sus hijos. Los muchachos que llegan aquí desean calmar la depresión y ansiedad que han generado la exposición a ese tipo de prácticas dolorosas y aversivas.
¿Qué edad tienen las personas que han llegado hasta su consultorio?
Entre 14 y 24 años.
¿Todas las personas atendidas viven en Lima?
Sí. Tengo conocimiento que también hay casos en el interior del país. Hay personas que nos han escrito. Varias fueron internadas en centros para tratar adicciones.
¿Usted ha visto casos de este tipo?
Sí. A una mujer trans [biológicamente nació hombre, pero su identidad de género es mujer] la internaron en uno de estos centros. La mayoría de este tipo de establecimientos está relacionado con iglesias evangélicas. A esta chica la ingresaron con puros hombres y fue tratada también como hombre. Tuvo que llevar un régimen como si tuviera algún tipo de adicción. Fue sometida a esfuerzo físico, por ejemplo.
¿En qué consistió su supuesto tratamiento?
La mayoría de adicciones en el Perú se tratan con ejercicios. Buscan que la persona se agote con rutinas físicas e incluso se llega hasta los golpes. La mayoría de los centros que trata adicciones comete abusos y no solamente en el caso de las personas que son internadas para una terapia conversiva. En el Perú, solo tres de cientos de estos centros están autorizados para ejercer como tal. El resto es completamente ilegal.
¿Son clandestinos?
Claro. La Organización Mundial de la Salud y la Asociación Psiquiátrica Americana indican que el tratamiento para cualquier adicción ya no es internar a las personas. Las adicciones -problemas con drogas, alcohol, desórdenes alimenticios– se tratan de otra forma.
¿Ha atendido casos de chicas lesbianas sometidas a terapias de conversión?
En mujeres es común una práctica que llaman violación correctiva. Hemos tenido casos de chicas lesbianas que han sido violadas supuestamente para que “se corrijan”.
Para que supuestamente “le empiecen a gustar los hombres” ...
Sí. Y esto no está hecho por psicólogos. Pero, como quiera que sea, tiene el propósito de que la persona cambie su orientación o su identidad.
Entre 14 y 24 años de edad tienen los pacientes atendidos después de pasar por una terapia de conversión sexual.
¿Cómo puede intervenir el Colegio de Psicólogos para evitar estas prácticas?
En el decanato anterior, el Colegio de Psicólogos (de Lima y Callao) permitió que se presenten cursos de terapias de conversión. Hubo un cambio de decano que recién se ha dado a partir de enero de 2019.
¿Por qué se permitió eso?
Porque el exdecano regional Elmer Salas Asencio tiene declaraciones homofóbicas. Bastaría con ver las entrevistas que le hicieron en televisión.
¿Qué otro tipo de prácticas emplean los que realizan terapias de conversión?
Las constelaciones familiares, que son un tipo de roleplay en el que juegan a recomponer tu historia familiar. Hemos atendido a un chico gay al que le dijeron que era homosexual porque su papá lo abandonó. Entonces hicieron una simulación. Se juntaron entre diez o quince extraños. Uno hacía de su papá, otra la de su mamá y así. En esa simulación el muchacho estaba en diferentes situaciones con su papá. En una se despide de él. En otra su padre le pide perdón. Esto es sumamente iatrogénico porque no tiene un propósito. La psicoterapia no trabaja en función a lo que ya pasó o al síntoma que tiene la persona.
¿Cómo afecta la aplicación de esta práctica en la salud de una persona?
Dependiendo de la vulnerabilidad psicológica de la persona. En muchos casos las personas LGBTI tienen más rasgos de vulnerabilidad social. No estamos en Australia, sino en Perú. Acá cruzas la esquina de la mano de tu pareja y te van a insultar. Si tú tienes una persona que es vulnerable y aparte no tiene los recursos psicológicos necesarios para afrontar este tipo de situaciones, como mínimo se va a deprimir.
Y si tienes a una persona depresiva y que además es impulsiva es una bomba de tiempo. Puede terminar suicidándose. Hay muchos casos así.
Me contaba también de unos casos que atendió donde le aplicaban a los pacientes electroshock.
Tuve el caso de una chica lesbiana que fue tratada con pulsos eléctricos. No me refiero a dos cables pelados. Sino a pequeñas descargas eléctricas que se utilizan, dentro del proceso de condicionamiento clásico, para instaurar fobias y que se terminen rechazando ciertas cosas. Su condicionamiento fue más físico, entonces el sufrimiento es mayor porque la fobia está mucho más instaurada. Ella no quería hablar mucho de lo que vivió.
“La mayoría de los centros que trata adicciones comete abusos y no solamente en el caso de las personas que son internadas para una terapia de conversión sexual”.
¿Cómo está ella ahora?
Tuve cuatro o cinco sesiones con la muchacha. Luego tuvo que viajar.
¿Por qué la mayoría de víctimas de estas terapias no denuncian?
Casi nadie denuncia la mala praxis psicológica. Tú puedes ir a un psicólogo y este no necesariamente te va a garantizar que su trabajo es bueno. En un médico es notorio: que te dejó una gasa dentro, que te operó por algo que no era, que se equivocó de pierna (...) En la Psicología, la mala praxis existe. Por ejemplo, hay personas que llegan con depresión y se atienden con un coach o con un psicólogo que es educativo, pero ve cosas clínicas. Entonces el paciente va a quedar peor.
¿Dónde se debería denunciar?
Ese es el problema. Ni siquiera el Colegio de Psicólogos ve este tipo de denuncias porque no hay un plan para intrusismos. Otra razón es que el 92% de personas LGTB que recibe algún tipo de maltrato no denuncia. Imaginémonos que va un joven gay o una chica lesbiana a una comisaría a poner una denuncia por torturas en terapias de reorientación sexual. Lo más probable es que los policías no asuman que este es un problema real. Muchas personas no comprenden que la iatrogenia y la mala praxis en Psicología es realmente un tipo de daño a la estructura psicológica.
¿Ninguno de sus pacientes o algún familiar o amigo ha denunciado estos abusos?
Ninguno. Es más, yo siempre en las últimas consultas los induzco a que vayan a denunciar. Pero no es una opción para ellos. Es que, en realidad, más allá de que ellos denuncien, yo creo que es una práctica que debe ser regulada. (...) El Ministerio de Salud no conoce las cifras de suicidio de personas LGTB y las razones. En el Perú no hay casos aislados de terapias de conversión, sino que sobreabundan.