Dos son las variantes del SARS-CoV-2 que en estos momentos están esparciéndose en el Perú. La B117, aparecida en Reino Unido, que ya se encuentra en Piura, Cajamarca, Madre de Dios y Ucayali; y la P.1, originada en Brasil, que según declaraciones recientes del ministro de Salud, Óscar Ugarte, se ha diseminado en casi todas las regiones, aunque con diverso grado. Ya no solo en Loreto, Huánuco y Lima, como se anunció a inicios de febrero, sino en todo el país.
No por nada el número de infectados y de fallecidos ha ido en ascenso desde que empezó el año. Según cifras del Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), 50 mil 520 personas murieron a causa del nuevo coronavirus tan solo en el primer trimestre de 2021, en plena segunda ola. Un análisis molecular realizado por el Instituto Nacional de Salud (INS) ha permitido proyectar que en algunos departamentos la variante de Manaos representa la mitad del grueso de casos infectados, como Madre de Dios (52.5%) o Ucayali (47.6%). En la costa norte la situación no es muy distinta. En Piura, por ejemplo, hubo un repunte de contagios entre febrero y marzo. De 127 a 273 casos diarios. De acuerdo a este mismo análisis molecular del INS, el 25% de nuevos casos en la ‘ciudad de los algarrobos’ tuvieron su origen en la variante de Manaos.
Sobre los efectos de convivir con estas nuevas variantes conversamos con Pablo Tsukayama, microbiólogo molecular de la Universidad Cayetano Heredia, quien lidera un equipo que se dedica a estudiar los genomas del SARS-CoV-2 desde la primera ola. “El genoma es el manual de instrucciones de un organismo”, recalca. Información valiosa con la que podría tomarse mejores decisiones en esta incierta batalla contra el virus.
¿Por qué un año después el Perú aún no considera a la vigilancia genómica como una política de Estado para luchar contra la covid-19?
Es una gran pregunta y no tengo una respuesta exacta. El virus tarde o temprano iba a cambiar y nosotros podíamos usar esos cambios para entender cómo se transmite y cómo se mueve en las distintas regiones. Nadie nos hizo mucho caso hasta que empezaron a aparecer las variantes en diciembre. La gente se dio cuenta que no se trata de un ejercicio científico, sino que es útil para determinar si algunas variantes específicas se están volviendo más transmisibles. ¿Por qué el Gobierno no se lo ha tomado en serio hasta ahora? No lo sé. Procesar cada genoma nos cuesta aproximadamente entre 200 y 300 dólares. El costo es elevado, pero a estas alturas el Gobierno debería haber invertido en esto.
¿Dónde estamos parados en la región?
Las primeras secuencias genómicas del virus se hicieron públicas en enero de 2020, en Wuhan, China. Desde ese primer genoma hasta hoy se han secuenciado más de 900 mil genomas en el mundo. Estamos hablando del organismo más estudiado y más caracterizado en la historia de la ciencia. De esos 900 mil genomas, casi la mitad han sido estudiados por Reino Unido. Lo han hecho a escala y de forma sostenida. En Latinoamérica tenemos menos de 10 mil genomas en su conjunto. Los que lideran este esfuerzo son Brasil y México con 4 mil genomas cada uno.
¿Y el Perú dónde se ubica?
Nosotros estamos más atrás. Entre el Instituto Nacional de Salud y la Universidad Cayetano Heredia hemos secuenciado poco menos de mil genomas en un año. Al cálculo, novecientos setenta y tantos. Estamos lejos, pues lo ideal es examinar una muestra representativa de lo que está circulando. Y estamos muestreando 0.1% de los casos. Es insuficiente. Se nos escapan muchas variantes que están en el Perú, porque el muestreo es muy bajo. Deberíamos ser capaces de procesar el 1% de casos en el 2022 si queremos mejorar la situación.
¿Cuántas variantes han podido identificarse hasta la fecha?
Es difícil determinarlo. Aumentan todos los días. Conforme los países secuencian más genomas, encuentran distintas variantes. Dentro de estos 900 mil genomas que se han secuenciado hay miles de variantes únicas. Eso no quiere decir que sean peligrosas. Solamente algunas han demostrado un comportamiento distinto. Se les llama variantes de preocupación y son tres en estos momentos: la del Reino Unido (B.1.1.7), la de Sudáfrica (B.1.351) y la de Manaos (P.1).
Hace un par de semanas, el ministro de Salud afirmó que el 40% de los casos de covid-19 en Lima son producidos por la variante P.1, originada en Brasil ¿Es tan contagiosa como dicen?
La evidencia es muy prematura todavía. Aún no se le puede caracterizar por completo. Pero los reportes indican que puede ser hasta 120% más transmisible. Si antes decíamos que una situación de riesgo era cuando alguien permanecía en un lugar cerrado por más de 15 minutos con otras personas, en el caso de esta nueva variante de Manaos ese tiempo puede reducirse a seis minutos. Al respecto el Instituto Nacional de Salud ha desarrollado una alternativa más barata a la prueba de secuenciamiento. Un PCR especial que permite identificar algunas mutaciones y diferenciar una variante regular de una variante de Manaos, Sudáfrica o Reino Unido. El truco es que sea consistente. Esa es la vigilancia real. Por ahora estamos muy lejos de alcanzar ese nivel.
¿No debimos adoptar medidas más drásticas en la triple frontera cuando la variante P.1 ya acechaba? Ya estábamos avisados.
Uno empieza a cuestionarse. El problema es que si tenemos una frontera tan grande como la de Brasil y en un lugar como la amazonía es muy difícil controlar el tráfico de personas. No olvidemos que las fronteras son porosas. El virus iba a filtrarse igual. Por otro lado, la restricción del tráfico aéreo pudo haberse hecho, pero eso no es sostenible en el tiempo. Solo retrasa.
¿Qué condiciones favorecen el brote de una nueva variante?
Tiempo y espacio. La mutación es un proceso natural. El virus acumula una o dos mutaciones por mes. Mientras más tiempo pase, el virus cambiará más. Pero también necesita espacio. Es decir, gente a quién contagiar. Tanto en Brasil como en Reino Unido y Sudáfrica hubo epidemias descontroladas. Por eso probablemente no escucharemos variantes peligrosas en Australia o Nueva Zelanda donde han aplastado al virus. Si no hay casos, no hay oportunidades de cambiar. Pero si hace poco tuvimos 11.260 nuevos contagios en un solo día es obvio que tenemos chances de sobra para que el virus siga mutando.
¿Hay la suficiente información para saber con qué tipos de variantes funciona mejor Pfizer o Sinopharm, las vacunas que están llegando al Perú?
La información es preliminar. Recién se están haciendo los estudios. Pero están empezando a salir datos interesantes. La de Pfizer, por ejemplo, parece funcionar para todas las variantes. Pero la de AstraZeneca no. En Sudáfrica la eficacia de la vacuna cayó muchísimo. Preocupa porque esta variante de Sudáfrica es muy similar a la de Brasil en algunos aspectos, como las mutaciones. Es probable también que esta variante de Manaos haga que fallen algunas vacunas. Ya nos enteraremos en los próximos meses. En la actualidad todas las vacunas están diseñadas contra el virus original de Wuhan.
Además de su equipo, ¿Qué otras entidades en el país están haciendo vigilancia genómica?
Inicialmente eran el Instituto Nacional de Salud y la Cayetano, pero los instrumentos para hacer estos análisis de secuenciamiento están en varias otras universidades. Hay al menos unos diez aparatos repartidos en todo el Perú. Aprovechando eso estamos trabajando con colegas en la Universidad Católica, la Universidad San Marcos, la Universidad San Agustín de Arequipa y la Universidad Toribio Rodríguez de Mendoza de Amazonas. Con todos ellos estamos formando una red nacional de vigilancia genómica. La idea es que estos laboratorios también empiecen a generar datos de sus regiones. El Instituto Nacional de Salud y nosotros nos encargamos de Lima que posee el mayor volumen de muestras. Pero queremos que sea descentralizado. Esa es la clave. Por ahora procesaremos muestras de tres regiones, pero debemos procesar muestras de todas las regiones.
A propósito de lo que dice, la variante brasileña ya está en seis regiones: Piura, Áncash, Cajamarca, Ayacucho, Madre de Dios y Ucayali. ¿Cuántos genomas se deberían secuenciar al mes para cercar a esta variante?
Lo óptimo deberían ser entre quinientos y mil genomas al mes. Hace poco ganamos un concurso de Concytec que nos permitirá procesar doscientos genomas al mes durante todo el 2021. Pero doscientos sigue siendo muy poco. Todo indica que tendremos al virus circulando por mucho tiempo más. Mi pronóstico es que aparecerán más variantes y con nuestra escasa capacidad de secuenciamiento no podremos seguirles el rastro.