Se suele decir que el lenguaje es una ventana a la mente humana. David Harrison lo experimentó de primera mano cuando era un joven lingüista en los años noventa y viajó a la república rusa de Tuvá para pasar un año con un grupo de pastores nómadas. Durante el tiempo que pasó con los tuvanos fue testigo de la estrecha relación entre estos indígenas y los animales, la naturaleza y los paisajes con los que coexisten. Esa conexión está profundamente arraigada no solo en la cultura tuvana, sino también en su idioma, desde su rico vocabulario para describir su ganado y el mundo que los rodea; hasta su propio sonido, que puede imitar fielmente los ruidos del entorno.
Desde entonces, Harrison ha estudiado lenguas indígenas en otras partes del mundo —desde el archipiélago Vanuatu, ubicado en el Pacífico, hasta las tierras altas de Vietnam— y aprendió que muchas de ellas se centran de esta manera en la naturaleza, lo que refleja milenios de profunda observación del mundo natural. Los académicos reconocen cada vez más que muchas de estas lenguas codifican mucho conocimiento sobre las especies y ecosistemas del planeta que la ciencia occidental desconoce —conocimiento, sostiene Harrison, que puede resultar fundamental para proteger la naturaleza en medio de una crisis de extinción global—.
Harrison señala que las Naciones Unidas y otros organismos han reconocido desde hace mucho tiempo que las comunidades indígenas suelen ser mejores guardianas de la biodiversidad que otras personas menos apegadas a la naturaleza. “Si estamos dispuestos a ser lo suficientemente humildes como para aprender de los pueblos indígenas”, dice Harrison, “lo que saben podría ayudar a salvar el planeta”.
Trabajar con comunidades indígenas para comprender el conocimiento ambiental incorporado en sus idiomas es el objetivo de la “lingüística ambiental”, una línea de investigación que Harrison describe en un artículo de 2023 en el Annual Review of Linguistics. Esta tarea es urgente, porque muchas de las miles de lenguas indígenas del planeta están amenazadas y corren riesgo de ser reemplazadas por otras más comúnmente habladas.
Harrison, que enseña en la VinUniversity en Hanoi, Vietnam, habló con Knowable Magazine sobre sus estudios del idioma tuvano y lo que podemos aprender de las lenguas centradas en la naturaleza. Esta entrevista ha sido editada para lograr más claridad
En términos generales, ¿qué hace que una lengua esté centrada en la naturaleza?
Cada idioma está conectado con la naturaleza. Pero si las personas que hablan el idioma se alejan del mundo natural, ese conocimiento se atrofia. En inglés solíamos usar muchos términos para referirnos animales que ya no usamos. Ahora simplemente decimos “caballo bebé” (baby horse) porque no recordamos la diferencia entre una potranca (filly) y un potrillo (colt). No obstante, el tuvano —hablado por los nómadas siberianos— está especialmente centrado en la naturaleza, porque la mayoría de los integrantes de ese pueblo aún dependen mucho de sus animales y del entorno. Viven en plena Siberia, uno de los ambientes más duros de la Tierra, por lo que para ellos no es un lujo ni un hobby estar interesados en la naturaleza; es una habilidad de supervivencia.
Los tuvanos también creen que el entorno es sensible —que tiene albedrío y ejerce influencia sobre sus vidas y su ganado—. Hacen ofrendas frecuentes a los espíritus y construyen mojones de piedra —llamados ovaa—, para apaciguar a los espíritus que creen que residen en el paisaje. Tienen cuidado de respetar el entorno evitando tirar basura, manteniendo limpios los sitios estacionales de campamento y ofreciendo leche y alimentos en determinados lugares consagrados. Todas esas cosas hacen que su lenguaje se centre en la naturaleza.
Cuénteme más sobre tu estadía en Tuvá. ¿Qué le sorprendió de la cultura y del idioma tuvano?
Aunque los tuvanos tienen un sistema de escritura, siguen siendo una sociedad principalmente oral. Yo tenía mis propios prejuicios sobre eso. Si creces en una sociedad alfabetizada, automáticamente crees que la alfabetización es un estado superior de desarrollo humano, y que las personas analfabetas tienen alguna deficiencia. Esto nos da un considerable punto ciego respecto de las ventajas cognitivas de una sociedad oral en su capacidad para transmitir grandes cantidades de información sin escribir. Es como levantar pesas para el cerebro.
El narrador tuvano Šojdak-ool Xovalyg sabe leer y escribir tanto en tuvano como en ruso, pero se basó exclusivamente en la tradición oral cuando memorizó 10.000 líneas de un cuento épico sobre una heroína. Se trata de una niña chamana que tiene habilidades mágicas para cambiar de forma y que emprende una búsqueda para revivir a su hermano fallecido, guiada por su sabio caballo parlante. Para completar la misión debe ganar concursos de arquería, carreras a pie y lucha libre. Para nosotros que vivimos en sociedades alfabetizadas, nuestras capacidades (de memorizar texto) se han atrofiado tanto que lo que hizo parece magia. Personalmente, apenas soy capaz de memorizar un número de teléfono. Los tuvanos tienen un precioso dicho, ugaanga tönchü chok, que significa “la mente no tiene fin”. Literalmente, creen que la mente es infinita y lo demuestran a través de su capacidad de memoria.
Cada conversación que sostuvimos se volcaba a sus preocupaciones ambientales porque esa es su vida y su sustento. Los tuvanos están muy en sintonía con el ambiente, exploran constantemente el horizonte y monitorean el clima y los sonidos de sus animales. Cosas muy sutiles, que quizás yo no noté, son importantes para ellos. Yo podía mirar dos cabras, y ambas me parecían a mí como dos cabras marrones. Pero para mi familia anfitriona había una diferencia sutil en el color o patrón que yo no podía ver, y esa diferencia tenía una etiqueta distinta en su idioma.
Si tienes una etiqueta que te permite distinguir cabras individuales de un rebaño de 200, eso es una tecnología de supervivencia. Fue revelador saber que el lenguaje se puede conectar con el ambiente de formas que nunca antes había experimentado.
¿Esta visión del mundo centrada en la naturaleza solo se refleja en el vocabulario, o hay otras formas en que el idioma tuvano codifica el conocimiento ambiental?
También está integrado en la gramática. Por ejemplo, la forma preferida de decir “ir” en tuvano se refiere a la dirección de la corriente del río más cercano y su trayectoria relativa a esa corriente. Realizan un seguimiento de esa información mientras se mueven por el entorno. Una vez recibí a un amigo tuvano en Manhattan y me preguntó “¿dónde está el río?”. Entonces, lo llevé al lado oeste de Manhattan y le mostré uno de los ríos. Y tomó nota de ello para poder utilizar correctamente los verbos topográficos tuvanos en la ciudad de Nueva York.
De hecho, puedes encontrar conocimiento ambiental en todos los niveles de la estructura del lenguaje. Por ejemplo, los tuvanos tienen una capacidad muy desarrollada para imitar la acústica natural que les rodea utilizando su tracto vocal. Esta es la base de su mundialmente famoso arte, el canto de garganta. A través de su canción transmiten conocimientos sobre el ambiente incluso a nivel de sonidos.
Al imitar los sonidos ambientales, ellos, desde su perspectiva, se están comunicando con los espíritus que habitan el ambiente. Pero también lo utilizan para inducir estados psicológicos favorables en sus animales domésticos en diferentes escenarios. Si una camella no quiere amamantar a su cría, tienen una canción que ayudará al animal a alcanzar un estado en el que estará dispuesto a hacerlo.
¿Cómo fue aprender un idioma centrado en la naturaleza como el tuvano? ¿Eso cambió su visión sobre nuestra relación con la naturaleza?
Para ser honesto, al principio no estaba muy interesado en el mundo natural. Pero si la mayoría de las conversaciones que ocurren a tu alrededor tienen que ver con el ambiente, empiezas a preocuparte por eso. Por ejemplo, los tuvanos tienen una palabra, ий, que se pronuncia “ee”, que significa “el lado corto de una colina”. Es un concepto muy importante, porque querrás evitar la ladera empinada de la colina si caminas, montas a caballo o pastoreas tu rebaño de cabras. Una vez que aprendí el nombre para ello comencé a buscarlo. Pero hasta que el lenguaje te ofrezca este concepto, simplemente no te darás cuenta. Aprender estos conceptos centrados en la naturaleza en el idioma te hace ver el ambiente de manera diferente.
¿Cómo influye esta visión del mundo centrada en la naturaleza en la vida cotidiana de las personas de Tuvá?
Lo que los pueblos indígenas tienen en sus lenguas es un programa de sostenibilidad. Los tuvanos tienen límites y fronteras en cuanto al uso adecuado del ambiente —por ejemplo, en cuanto a cómo se pueden cazar o sacrificar los animales, y cuándo; qué plantas se pueden recolectar, cuándo y dónde; cómo mostrar respeto por los animales que cazan; así como muchas convenciones sobre cómo tratar a los animales domesticados—. Creen en no tomar más de lo que necesitan.
Estos conocimientos y normas de comportamiento están codificados en el idioma tuvano a través de verbos, sustantivos, frases, aforismos, canciones y dichos sabios. Si un tuvano dice “Deberías limpiar el campamento estacional sagrado”, eso carece de sentido cuando se traduce otro idioma, porque no tenemos un concepto para tal cosa. Pero la palabra tuvana para eso, xonash, evoca una respuesta profundamente emocional y sentimental para quienes hablan tuvano, que son inmediatamente conscientes de toda una gama de creencias y comportamientos que derivan de ese concepto. La sostenibilidad está integrada en su lenguaje y visión del mundo.
¿Qué ha aprendido de otras lenguas indígenas en términos de cómo codifican el conocimiento ambiental?
Están absolutamente saturados de conocimiento ambiental. Mi trabajo reciente ha sido en Vanuatu, nación insular del Pacífico Sur, donde estoy estudiando calendarios ecológicos, que son sistemas lingüísticos utilizados para hacer un seguimiento de la época del año. Se basan en ciclos naturales, como la floración o fructificación de ciertas plantas, o la aparición de determinadas aves, insectos o patrones climáticos. Los melanesios, que son indígenas de Oceanía, han estado observando estos patrones durante tanto tiempo que son completamente confiables como método de medición del tiempo.
Y aquí en Vietnam estoy trabajando con la minoría étnica Bahnar. Todas las manualidades que producen —ya sea elaboración de canastas, arquitectura, canoas, textiles— también son indicadores ambientales. Una canasta en particular en la que estoy pensando está hecha de cuatro plantas diferentes, pero una de esas plantas se ha vuelto escasa recientemente debido a la deforestación y al cambio climático, por lo que la tienen que sustituir con plástico. Entonces, si observas la canasta y el vocabulario usado para hablar de ella, está contando una historia sobre el estado actual del ambiente.
¿Qué podemos aprender del tipo de conocimiento ambiental arraigado en las lenguas indígenas?
Lo que los pueblos indígenas saben sobre sus entornos naturales supera con creces lo que saben los científicos occidentales, y se expresa de manera única en sus idiomas. La mayoría de las especies de plantas del mundo, por ejemplo, aún no han sido clasificadas dentro del sistema taxonómico del marco científico occidental. Pero si hablas con la gente local tienden a conocer todas las plantas y animales de su entorno.
Recuerdo haber conocido a un hombre llamado Reuben Neriam en Vanuatu. Pasé más de una semana trabajando con él y un equipo de botánicos del Jardín Botánico de Nueva York, observando fotos y especímenes de plantas. Él pudo nombrar más de 2.000 plantas, lo cual es asombroso. Y no solo nombró las plantas, si no que habló sobre dónde y cuándo crecen, cuándo se deben cosechar, cómo se procesan y qué propiedades medicinales y nutricionales tienen. Existe una inmensa base de conocimientos que de verdad no se aprecia ni es conocida para la ciencia occidental.
¿Cómo se puede utilizar este conocimiento para ayudar a proteger la biodiversidad?
Para proteger la biodiversidad, primero tenemos que saber cuánta biodiversidad existe y dónde existe. Hay bastantes artículos científicos recientes que debaten esta pregunta de cómo se mide la biodiversidad. Los pueblos indígenas están mucho más cerca que nosotros de conocer la riqueza de las diferentes especies en sus ambientes, cómo utilizarlas como alimento o medicina y cómo interactúan y se comportan.
Por ejemplo, hay un artículo de 2016 de David Fleck y Robert Voss que muestra que muchos de los datos que conocen los matses de la Amazonía sobre el comportamiento de los armadillos son desconocidos para los científicos occidentales. Este tipo de conocimiento puede ayudarnos a aprender sobre la biodiversidad. Tenemos que superar nuestro prejuicio de que la ciencia occidental es superior a las formas de pensar indígenas.
¿Ve alguna señal de que la ciencia occidental en general esté comenzando a reconocer el conocimiento ambiental que tienen las comunidades indígenas?
Existen campos como la etnobotánica, que está enteramente dedicada al conocimiento indígena. Yo diría que la lingüística está avanzando en esa dirección. Pero desafortunadamente, en algunas áreas de la ciencia todavía existe este paradigma colonial y de falso descubrimiento. Por ejemplo, en 2023, el Fondo Mundial para la Naturaleza anunció los hallazgos de cientos de nuevas especies aquí en Vietnam. Lo que no hicieron fue preguntar a los indígenas locales “¿cómo se llama este animal?” Los lugareños no solo les habrían dicho el nombre, sino también contado historias y leyendas sobre el animal, por qué es importante y cuál es su ciclo de vida.
Pero ya sabes, todos podemos llegar a eso. Solo necesitamos respetar a los pueblos indígenas y tratarlos como nuestros iguales y maestros de la biodiversidad. Y estamos en un momento crítico de la historia. Necesitamos hacerlo ahora antes de que perdamos la biodiversidad que la gente conoce.
Katarina Zimmer es una periodista científica y ambiental que actualmente reside en Alemania, cuyos trabajos han sido publicados en Knowable Magazine, National Geographic, Scientific American, BBC Future, The Atlantic y otros medios. Más sobre su trabajo en www.katarinazimmer.com.
Este artículo apareció originalmente en Knowable en español.