Arequipa ha sido señalada una vez más como epicentro de la pandemia de covid-19 en el Perú. Con más de 230 mil casos confirmados y más de 8 mil fallecidos por el virus, el gremio médico ha apuntado que la región podría estar marcando el inicio de una tercera ola. Y si bien el ministro de Salud, Óscar Ugarte, ha dicho que no hay suficiente evidencia para afirmarlo, las cifras bastan para encender la alarma. En Arequipa, a diferencia de lo que sucede a nivel nacional, el virus no parece haber dado tregua.
Richard Hernández, director del Hospital Honorio Delgado, señala a Salud con lupa que empezaron a observar un incremento leve pero sostenido de pacientes desde abril, pero con más intensidad hace tres semanas. En ese momento, alertaron por escrito y en forma verbal al Ministerio de Salud (Minsa) de esa situación. “A diferencia de la primera ola, donde teníamos pacientes mayores de 60 años, en esta nueva ola son entre 30 y 50 años, y cada vez más graves”, indica.
De acuerdo con Javier Gutiérrez, decano del Colegio Médico de Arequipa, los pacientes llegan con daño pulmonar entre el 50% y 80% después de haber sido tratados o más bien maltratados en casa. “Llegan después de recibir tratamientos empíricos como dióxido de cloro o ivermectina”, comenta. A ello se suma que el tiempo de evolución de la enfermedad es más rápido.
Cuando los pacientes no han recibido un manejo adecuado de oxígeno, no basta con brindarles una cama que provea este gas medicinal, sino que necesitan sistemas de alto flujo o ingresar a la unidad de cuidados intensivos (UCI). Equipos y atenciones especializadas difíciles de conseguir en una situación de colapso sanitario.
Además, el incremento de la demanda hizo evidente que este hospital no estaba preparado para funcionar al 100% de su capacidad. “La cantidad [de oxígeno] no es el problema, es el sistema de distribución. Cuando abrimos más puntos de oxígeno, cae la presión y los ventiladores ya no funcionan adecuadamente”, explica Hernández. Así, cuando se buscó incrementar el abastecimiento de oxígeno para atender a los pacientes que seguían llegando, las máquinas de ventilación encendieron sus alarmas. Ahora será necesario llevar un nuevo isotanque desde Lima, pero de acuerdo al director del Honorio Delgado eso podría demorar un mes.
Pronto será un año desde la primera vez que se advirtió el colapso sanitario en Arequipa. En ese entonces, la falta de personal, de infraestructura en los centros de salud y el incumplimiento de las medidas de prevención fueron señaladas como las causas. Lamentablemente, es poco lo que ha cambiado.
Reacción tardía
Cuando los entonces candidatos Pedro Castillo y Keiko Fujimori acudieron a Arequipa para el debate presidencial del 30 de mayo, la cantidad de fallecidos y personas en lista de espera para ingresar a hospitales de la región ya era crítica.
“Veíamos pacientes sentados con sus balones de oxígeno en emergencias de las áreas covid-19 tanto del Minsa como EsSalud. Había problemas no solo para conseguir una cama UCI, también de camas para pacientes con casos moderados que requerían cánulas de alto flujo”, cuenta Javier Gutiérrez, decano del Colegio Médico en Arequipa. Este gremio se manifestó en contra del debate electoral y pidió que se declare cuarentena en la región, ya fuera generalizada o focalizada.
De hecho, a inicios del mes, los cuerpos médicos en hospitales del Minsa y EsSalud, la gerencia regional de salud y las autoridades locales estuvieron de acuerdo con su pedido. “Pero el gobierno hizo oídos sordos”, lamenta Gutiérrez. En apoyo para revertir la situación de Arequipa llegó una brigada de médicos, enfermeras, intensivistas y otros profesionales, más camas de hospitalizaciones y oxígeno. Algo que, según apunta el decano, resuelve el acceso a la atención, pero no ataca la raíz del problema: la diseminación del virus.
Recién ayer, miércoles 16 de junio, el Gobierno anunció un cerco epidemiológico para Arequipa. Esto significa que del 21 de junio al 11 de julio no habrá ingreso ni salida de la región. Para Gutiérrez, era necesario que tanto las autoridades locales como el gobierno nacional reforzaran las medidas de prevención de contagio y distanciamiento físico desde antes, a la par de realizar una agresiva campaña de vacunación. El médico incluso considera que para cortar el brote se pudo plantear la vacunación de toda la población mayor de 18 años. “Más aún cuando se está hablando de una tercera ola”, apunta.
Como reportó Salud con lupa, Arequipa actualmente está al 57.4% de cobertura de la primera dosis de la vacuna en su población de 60 años a más y apenas en 15.5% para la aplicación de la segunda dosis. A la par, Javier Gutiérrez indicó a este medio que estos últimos días no ha habido la concurrencia que se esperaba para la vacunación del personal de salud. “Llama la atención, puede ser que están esperando ser vacunados con Pfizer”, comentó. El médico Richard Hernández advirtió que también hay casos de reinfección en el personal sanitario, otro factor que contribuye a diezmar la capacidad de respuesta ante la pandemia.
El sur del país en alerta
Este miércoles también se confirmó el segundo caso en Arequipa -y en el país- de contagio con la variante Delta, detectada por primera vez en la India. El reporte del primer caso, exactamente una semana atrás, fue interpretado por muchos como la explicación para la alta tasa de contagios y muertes en la región del sur.
Sin embargo, de acuerdo a un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud, la variante Delta aún no es la predominante. De hecho, el 90.6% de los contagios en Arequipa se deben a la variante C.37 (Lambda). Esta también es responsable del 78.1% casos de covid-19 en Cusco, del 76% en Tacna y del 72% en Moquegua.
Estas dos últimas regiones también han experimentado un incremento de la tasa de contagios que, sin ser aún tan preocupante como la de Arequipa, ya ha encendido la alarma entre su personal sanitario.
Juan Carlos Carbajal, ingeniero electrónico y voluntario de Open Covid Perú, explica que ellos definen el estado de criticidad de una región según casos de contagio, positividad, fallecidos, movilidad y demanda hospitalaria. Resalta la importancia de tomar en cuenta los contagios antes que las muertes. “Tomar decisiones en base al aumento de fallecidos sería muy tarde”, explica. Además, apunta que hay que prestar más atención a la tasa de incidencia de casos positivos que a la cifra total de casos, pues no es lo mismo 100 contagiados en una población de 500 personas que en una de 200. De acuerdo a esos criterios, actualmente Arequipa y Tacna encabezan el ranking de regiones con estado epidemiológico más crítico, seguidas por Moquegua. “Muchas veces la curva nacional sesga u oculta lo que pasa en determinada región”, explica, y las decisiones del Gobierno suelen llegar cuando la bomba explota.
Incluso en Tacna, una de las regiones más avanzadas en el proceso de vacunación, los hospitales están acercándose al tope. “No hay camas UCI, muchos pacientes necesitan una, pero no tenemos disponibles”, comenta Benjamín Núñez, decano del Colegio Médico en la región. El aumento de los casos también ha generado que profesionales de otras especialidades hagan turnos en áreas covid-19 para atender la demanda. Por ese motivo, actualmente se está gestionando poder contratar a más personal en el Hospital Hipólito Unanue.
Al igual que en Arequipa, se está viendo a más pacientes jóvenes que llegan con cuadros graves de la enfermedad y, a diferencia de la primera ola, cada vez más pacientes mujeres. “Tacna aún no está en las condiciones de Arequipa, pero consideramos que podemos llegar ahí si la población no toma conciencia. A veces aquí parece que no hay pandemia”, comenta Núñez.
En Moquegua aún se cuenta con camas hospitalarias, pero ya no camas UCI. “En el momento que todo esté copado en la región, no vamos a contar con el oxígeno necesario”, explica William Pinto, decano del gremio médico de Moquegua. No quieren esperar a llegar al colapso que vive Arequipa, y piden que se evalúe la verdadera capacidad de los establecimientos de salud para responder al alza de casos de covid-19.
Pasaron meses para que se reconociera el estado real de la pandemia en Arequipa, y lo último que quiere el personal de salud en las otras regiones del sur del Perú es que suceda lo mismo con ellos. “Pareciera que Lima está esperando que la pandemia tenga una caída natural de la curva epidemiológica. Lo ideal hubiera sido que ni bien se notó el incremento de casos, se tomara decisiones”, lamenta el arequipeño Javier Gutiérrez. Como señalaron todas las personas consultadas para este informe, la demora del Gobierno para tomar acciones ya está costando vidas.