En un auditorio con más de cien personas, el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Concytec) presentó ayer el informe “Del campo a la mesa”, realizado por ocho investigadores con la finalidad de brindar recomendaciones a los productores, empresas que comercializan plaguicidas, autoridades y consumidores para que los alimentos lleguen a nuestros platos sin la presencia excesiva de residuos de plaguicidas.
El informe se realizó a raíz de la publicación del Primer Monitoreo Ciudadano de Agroquímicos en Frutas y Verduras en Supermercados de Lima y Callao, realizado por Salud con lupa en alianza con el Consorcio por la Salud, Ambiente y Desarrollo (Ecosad), la Red de Agricultura Ecológica (RAE Perú) y el Consorcio Agroecológico. El monitoreo reveló que 51 de 84 muestras de ají amarillo, apio, fresa, beterraga, pimiento, cebollita china y tomate que venden Metro, Tottus, Wong, Plaza Vea, Vivanda y Minka ponían en riesgo la salud de las personas al contener pesticidas por encima del límite máximo permitido en Perú.
El documento del Concytec también toma como referencia el monitoreo realizado por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) el año pasado a alimentos agropecuarios para verificar la presencia de agroquímicos. El Senasa halló que el 19% de 5,181 muestras tomadas a nivel nacional estaban contaminadas, como el ají amarillo, paprika, pimiento, tomate y melocotón. Asimismo, encontró sustancias prohibidas como el carbofurano y el metamidofos, dos agroquímicos peligrosos utilizados para controlar las plagas de los insectos en los cultivos.
Durante la presentación del informe en la Biblioteca Nacional de San Borja, la doctora en Economía Agrícola y Ciencias Sociales, Daniela Horna, explicó que si bien existen algunos métodos, como la cocción o el lavado, que pueden reducir los niveles de plaguicidas en los alimentos, no hay ninguna alternativa que los elimine por completo. Tampoco se puede comprobar mediante la observación, el sabor o el olor si están o no contaminados. Por eso es importante que todos los alimentos estén libres de plaguicidas.
Para que eso ocurra, la doctora Horna y los investigadores Rachel Atkinson, Jorge Barrenechea, Mayra Flores, Marleni Ramírez, Rosa Sánchez, Carlos Arbizu y Alberto Maurer brindaron una serie de recomendaciones en el informe. Las principales son cuatro y consisten en mejorar el marco regulatorio, el control y monitoreo de la presencia de plaguicidas, el fomento de buenas prácticas agropecuarias y que ninguna de las nuevas disposiciones represente un costo adicional para los productores.
Hacia un nuevo marco regulatorio
La principal recomendación del grupo de investigadores es mejorar las normas sobre el uso de plaguicidas en Perú. Para ello se debe nombrar de forma clara y sin ambigüedad una autoridad nacional de control de la inocuidad de los alimentos agropecuarios, que verifique constantemente la presencia de residuos de plaguicidas y esté en la capacidad de sancionar los incumplimientos a las normas.
El ingeniero agrónomo Jorge Barrenechea explica que estas funciones están dispersas y no siempre se cumplen. Por ejemplo, las más de 1,800 municipalidades del país deberían verificar la calidad de los alimentos que se venden en los mercados y supermercados, pero eso no sucede en la práctica. Mientras tanto, el Senasa realiza monitoreos anuales de la presencia de plaguicidas en los alimentos agropecuarios, pero como no obtiene los resultados en tiempo real los alimentos no son retirados del mercado.
También dijo que se deben implementar regulaciones y sanciones para evitar el contrabando de plaguicidas. Actualmente, hay sustancias prohibidas por su alta toxicidad y riesgo para la salud que no deben utilizarse en Perú, pero siguen apareciendo en los monitoreos anuales del Senasa y también en los que realiza la ciudadanía.
Los investigadores recomendaron, además, elaborar un plan nacional para retirar paulatinamente los plaguicidas más peligrosos del mercado, incluyendo todos los que ya están restringidos en la Unión Europea y Estados Unidos. Contar también con un programa de recojo y destrucción de envases usados de plaguicidas que representan un riesgo para la salud cuando son empleados para transportar agua o comida. El ingeniero Barrenechea recordó que lavar los envases con agua y jabón no elimina los residuos de plaguicidas y tener contacto con ellos podría ser mortal.
Mejorar el monitoreo de residuos de plaguicidas
Otra de las recomendaciones presentadas por el Concytec es crear un sistema que permita, a través de controles aleatorios, medir la cantidad de plaguicidas en los alimentos que se encuentran en los centros de procesamiento, supermercados y mercados. Esta medición debe ser en tiempo real, por ejemplo mediante la implementación de laboratorios móviles, para que los alimentos contaminados sean retirados del mercado.
Para ello también se necesita contar con un sistema que permita trazar la ruta de los alimentos agropecuarios desde su origen hasta que llegan a las manos de los consumidores. De esa manera, si se encuentra un alimento contaminado con agroquímicos, se pueda identificar de dónde proviene, el resto del lote y fiscalizar las condiciones en la que se cultivó.
Ambas tareas, de acuerdo con el ingeniero agrónomo Jorge Barrenechea, son complicadas de implementar, pero no imposibles porque ya ocurre con los alimentos que se exportan de Perú. Mencionó, por ejemplo, que cada año se exportan 10 mil millones de dólares en alimentos que cumplen estándares de inocuidad. Esto se debe a que las empresas peruanas tienen que acceder a certificados fitosanitarios del Senasa para exportar y que se obtienen luego de que se realiza una muestra de presencia de plaguicidas a las frutas o verduras. “Las mismas exigencias en los controles de inocuidad deberían cumplirse en el mercado local”, señaló.
Los investigadores también recomiendan que los monitoreos anuales que realiza el Senasa para detectar plaguicidas en exceso en los alimentos incluya a los productos de la canasta familiar como el arroz, el plátano y el maíz, porque son consumidos con mayor frecuencia en los hogares. El monitoreo, además, debería incluir a los alimentos utilizados en los programas “De la chacra a la olla”, del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego y “Qali Warma” del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.
Más conocimientos para los agricultores
En el Perú hay más de 2.8 millones de agricultores, pero sólo el 10.2% tiene acceso a capacitaciones para ejecutar buenas prácticas en su labor. Por eso, muchas veces utilizan los plaguicidas más peligrosos para las personas o el ambiente, incluso a pesar de su prohibición, para acabar con las plagas que matan sus cultivos. La propuesta de los investigadores del Concytec incluye la capacitación a los agricultores y al resto de personas que participan en la cadena de producción y distribución agropecuaria, como trabajadores, vendedores de plaguicidas y consumidores.
Una alternativa sería brindarles información sobre la importancia de utilizar plaguicidas autorizados y menos peligrosos a través de sus celulares u otros dispositivos móviles con los que cuenten. Así, incluso, se les asesoraría en tiempo real para que tengan otras fuentes de información ante cualquier duda y no sólo recurran a los vendedores de plaguicidas, que usualmente quieren asegurar más ventas sin importar el impacto de sus productos.
Estas capacitaciones, de acuerdo con el ingeniero agrónomo Jorge Barrenechea, deben incluir la identificación de plagas según alimentos agropecuarios, la elección del mejor plaguicida a utilizar, el momento en que se debe aplicar, el respeto al periodo de carencia -es decir, el tiempo entre la última aplicación del plaguicida y la cosecha-, el uso correcto de implementos de seguridad personal y de almacenamiento de los químicos.
Además de los entrenamientos, el ingeniero agrónomo Carlos Arbizu señaló durante la presentación del informe la necesidad de que ciertas nociones, como los usos indebidos de plaguicidas y sus consecuencias, se enseñen desde el colegio. En relación a este punto, los investigadores coinciden en la necesidad de que en las universidades, sobre todo aquellas vinculadas a la agricultura y salud humana, se incentiven las investigaciones o cursos sobre el manejo integrado de plagas que puedan ser útiles para los agricultores.
Disponibilidad de productos y costos
Los investigadores mencionan también que cualquiera de las disposiciones que se implemente no debería representar un costo adicional para las personas involucradas en la cadena de producción agropecuaria, porque podría desincentivar su cumplimiento. Por eso, sugieren que al momento de retirar plaguicidas altamente peligrosos del mercado, se realice de manera paulatina y brindando alternativas de agroquímicos a los agricultores con la misma o mejor eficiencia para acabar con las plagas.
De acuerdo con sus planteamientos, los plaguicidas utilizados en el mercado nacional deberían ser biológicos y sintéticos; es decir, de menor toxicidad y seguros para el ambiente, y a precios accesibles. Para que ello ocurra deben eliminarse las barreras que existen para registrarlos y, al ser utilizados, contar con información técnica puntual y clara en sus etiquetas. De esta manera, los agricultores pueden saber los periodos de carencias, formas de aplicación, dosis y si está recomendado o no para ciertos alimentos.
Las propuestas en este apartado también incluyen la creación de un sistema de incentivos para promover prácticas agrícolas sostenibles y tecnologías limpias en colaboración con sociólogos, comunicadores, economistas y otros profesionales. Para Benjamín Marticorena, presidente del Concytec, estas recomendaciones se pueden aplicar con un enfoque multidisciplinario y multisectorial; es decir, buscando la participación de todos los actores del sistema agropecuario. “Confiamos en que estas recomendaciones no solo serán ampliamente difundidas sino implementadas. Este es un llamado a la acción para todos los actores relevantes”, dijo.