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Foto: Omar Lucas
Cuerpos rotos, vidas por reparar

El pintor con dos dedos
destrozados por perdigones

[Bryan Pérez Castro, 27 años]

Mientras intentaba desactivar una bomba lacrimógena con un cono de tránsito, Bryan Pérez sintió un golpe en la mano derecha que traspasó su guante y le causó un ardor parecido a una quemadura con agua hirviendo. Eran las diez y media de la noche del sábado 14 de noviembre y el ataque ocurrió cerca de la Estación Colmena del Metropolitano, donde había varios jóvenes que intentaban sobreponerse a los gases irritantes lanzados por la policía. Cuando se retiró los guantes se dio cuenta que sus dedos estaban hinchándose y sangraban.

El joven pintor, especialista en acabados de casas y departamentos, buscó el auxilio de una brigada médica voluntaria que le lavó la herida y le hizo un torniquete en la mano con un polo. Pero Bryan sentía que sus dedos latían y el dolor era cada vez más intenso. Supo que tenía que salir de la zona, que ya no podía ayudar en esas condiciones. En los disturbios había perdido contacto con su amigo Jon Cordero, con quien había asistido a la marcha, y no traía su celular para avisarle que debía regresar a su casa en Surquillo. Apenas le contó a su madre de su estado, ambos fueron de emergencia al hospital Casimiro Ulloa, donde conoció la gravedad de sus heridas: varios perdigones le habían fracturado el dedo medio y el dedo índice de la mano derecha. En los exámenes de rayos X pudo ver las fracturas ocasionadas por los proyectiles y cómo varias esquirlas estaban alojadas en sus dedos.

La madrugada del domingo 15 de noviembre no pudo ser sometido a una cirugía por falta de personal en el Casimiro Ulloa. Por eso, tuvo que ir al hospital Dos de Mayo, donde lo operaron para colocarle clavos percutáneos, un procedimiento que implica la inserción de clavos a través de la piel para mantener los huesos en una posición adecuada mientras se consolidan. Bryan Pérez perdió las articulaciones de sus dedos y los médicos le han dicho que será difícil que recupere toda la movilidad.

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Un retrato de cuando Bryan participaba en concursos de break dance.

“No han podido sacarme todas las esquirlas esparcidas en mis dedos porque es peligroso. Me han dicho que necesitaré terapia después de que me retiren los clavos, pero mi mano derecha no volverá a tener la movilidad normal”, cuenta. Esta lesión ha causado que Bryan Pérez ya no pueda seguir pintando casas y menos dedicarse a dos de las actividades que más ama: el break dance y el ciclismo. Para mantener a su hijo de nueve años, piensa ahora dedicarse a la producción de beats para grupos musicales, pero no ha podido comprar aún todos los equipos que necesita. Solo tiene su computadora para empezar en este propósito. “Tengo que encontrar la forma de ayudar a mi familia”, dice.

Coordinación y edición general: Fabiola Torres / Texto: Miriam Romainville / Fotografías: Omar Lucas / Edición de videos: Jason Martínez


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