En la región Ayacucho, más del 70% de la población objetivo (658.081 personas) ya ha recibido las dos dosis de la vacuna contra la covid-19. Sin embargo, ni siquiera un tercio de esa población ha recibido la tercera dosis.
Según el Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) del Ministerio de Salud (Minsa), Ayacucho es una de las tres regiones con menor cobertura en aplicación de la dosis de refuerzo. Con un avance de 32% hasta el 29 de abril, Ayacucho se ubica solo por delante de Puno y Madre de Dios en la lista de cobertura de tercera dosis. Un retraso llamativo respecto a su cobertura para la segunda dosis.
En todas las regiones donde se ha alcanzado una cobertura de más de 70% en la segunda dosis, el avance de la aplicación de la dosis de refuerzo es mayor que en Ayacucho. Incluso en Loreto, una de las regiones con más dificultades en el proceso de inmunización desde que llegaron las vacunas al país, se alcanza una cobertura mayor (36%) al cierre de esta nota. ¿Por qué se da esta situación en Ayacucho?
Walter Bedriñana, subdirector adjunto de la Dirección Regional de Salud (Diresa) Ayacucho, sostiene que esta es una brecha ya identificada por las autoridades sanitarias. “Sabemos que hay algunos sectores de la población que no han recibido su tercera dosis. Estamos haciendo lo posible por cerrar esa brecha que existe ahorita. Estamos en un punto clave de la pandemia y no puede haber lugar para el rechazo o la desconfianza hacia la vacuna”, dice.
En octubre de 2021 se empezaron a aplicar las dosis de refuerzo en Ayacucho. Primero al personal médico y luego al resto de la población por orden de edad. De acuerdo a datos del Centro Nacional de Abastecimiento de Recursos Estratégicos en Salud (Cenares), desde entonces se han distribuido en Ayacucho 902.100 vacunas de los laboratorios Pfizer (452.580), Sinopharm (333.080), Astrazeneca (96.240) y, recientemente, Moderna (20.000).
Hasta la fecha, se han aplicado 176.911 dosis de refuerzo en Ayacucho. Un número que ha quedado corto para las autoridades. “Esperábamos vacunar más, completar el esquema con tres dosis en más población hasta ahora, pero no se ha podido. Sabemos que la desinformación podría estar teniendo una presencia fuerte entre los sectores que no quieren recibir la dosis de refuerzo hasta ahora”, remarca Bedriñana.
Temores persistentes
Víctor Huampaní, de 45 años, es uno de los más de 390 mil ayacuchanos que aún no completan su esquema de vacunación con tres dosis. Él cree que ponerse el refuerzo es un peligro. Se basa en los malestares que, según cuenta, han presentado los pocos familiares suyos que han recibido la tercera dosis.
“Yo he visto cómo te pone esa tercera dosis. Mi hermana, que es menor que yo, estuvo cuatro días con dolores, con fiebre. A mí me asusta lo que pueda pasarme si me pongo eso. Por eso hasta ahora no voy. No pueden obligarme, ¿no?”, dice Víctor.
Huampaní, residente de la ciudad de Huanta, debió aplicarse la tercera dosis de la vacuna contra la covid-19 hace cuatro meses, de acuerdo con el esquema de inmunización establecido por el Minsa. Relata que un primo suyo, que es enfermero, le advirtió sobre los posibles efectos que tendría la tercera dosis y le aconsejó no recibirla.
“Él me llamó en setiembre [de 2021] y me dijo que tres vacunas era mucho, que había gente que no iba a resistir. Yo me asusté, le conté a mi esposa, a mi hermana, a mis compañeros del trabajo. ¿Cuál es la necesidad de que sean tres vacunas? Yo ya me puse dos y ahí me quedo”, manifiesta.
Lo cierto es que ese temor es una de las razones más comunes del rechazo a la vacuna en la región, según reportan las autoridades sanitarias en Ayacucho. La desconfianza, agudizada por un proceso de desinformación que se repite constantemente, está frenando de forma considerable el avance del proceso.
“En los días de Semana Santa, la plaza de armas de Huamanga se llenó de grupos antivacunas. Salieron con carteles a decir mentiras sobre la vacuna contra el coronavirus y mucha gente se acercaba a prestarles atención. Eso ha sido hace muy poco. También sabemos que estas campañas de desinformación se están filtrando en canales de comunicación vecinales, como grupos de Whatsapp o de Facebook, con cada vez más fuerza. Por desgracia, hay personas que quieren engañar a la población con información falsa”, lamenta Bedriñana.
De las once provincias que posee Ayacucho, en solo una se supera el umbral del 50% en aplicación de la tercera dosis. Se trata de Paucar del Sara Sara, cuya población es menor a 8 mil personas. En otras, como Cangallo, La Mar y Huanta —con poblaciones de 30 mil, 71 mil y 86 mil habitantes, respectivamente—, la cobertura es menor al 30%.
Precisamente de Huanta es Milagros Carrasco, quien tampoco ha recibido la tercera dosis. “Me tocaba en enero, pero no he ido hasta ahora por temor a que me pueda generar algún daño. Yo necesito la plata que gano todos los días para vivir, y no puedo estar mal un día, ni dos, ni tres. Tengo dos hijos”, narra la mujer de 38 años.
Explica que, luego de la segunda dosis, sintió cansancio, malestar general y dolor de cabeza, y por eso decidió no volver al centro de vacunación. “Estuve en la cama como por un día entero cuando me pusieron la vacuna. En la primera, me dolió el brazo. En la segunda ya me sentí muy mal. Mis hijos me decían ‘mamita, mejor no te hubieras puesto [la vacuna]’. Pero me puse y me hizo mal”, dice.
La evidencia científica confirma que las vacunas son efectivas para reducir el riesgo de hospitalización y muerte a causa del coronavirus, pero Milagros no se deja convencer. "Los del Gobierno dicen que no pasa nada, que es bueno para la salud, pero yo no les creo. Cuando estuve mal tuve que aguantarme nomás y encima perdí un día de trabajo. No quiero arriesgarme”, agrega.
El ritmo perdido
Desde enero de 2022, en Ayacucho no se ha alcanzado el ritmo de vacunación que tuvo, por ejemplo, entre setiembre y diciembre del año pasado. Según la plataforma de Datos Abiertos del Minsa, en ese período se aplicaban, en promedio, 5 mil o 6 mil dosis por día.
A partir de este año, sin embargo, el promedio diario ha superado muy pocas veces las 3 mil dosis. Un descenso considerable que no se ha contrarrestado hasta ahora, y que se expresa también a nivel provincial. El caso más elocuente es el de Huanta, donde más del 70% de población objetivo —poco más de 100 mil personas— ya se aplicó dos dosis de la vacuna. Pero solo el 30% ha vuelto por la tercera.
“Primero, hay que dejarle claro a la población que las vacunas sí son seguras, que en Ayacucho no hay ninguna razón para temerle a la vacunación. También hay que combatir la desinformación, y en ese sentido vamos a redoblar esfuerzos. Porque no somos ajenos a lo que significó y sigue significando esta pandemia. Aquí han muerto más de 2 mil personas a causa del virus”, concluye Bedriñana.