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La vacuna contra el VPH previene el cáncer, pero la mayoría de los adolescentes no la recibe

La vacuna contra el virus del papiloma humano puede prevenir seis enfermedades malignas y potencialmente letales, pero la inoculación está encontrando cada vez más resistencia de los padres.

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Rachel Levit Ruiz/The New York Times

La renuencia hacia las vacunas no se limita a las de la COVID-19. Incluso la vacuna contra el VPH, la cual puede prevenir hasta el 90 por ciento de seis cánceres potencialmente letales, está encontrando cada vez más resistencia de padres que deben dar su aprobación antes de que sus hijos adolescentes la puedan recibir.

En 2006, la Administración de Alimentos y Medicamentos autorizó esta vacuna salvavidas para brindar protección en contra de la infección de transmisión sexual del VPH, o virus del papiloma humano. A lo largo de nuestras vidas, la mayoría de nosotros se infectará de VPH, del cual ciertas cepas pueden producir cánceres de cérvix, vagina y vulva en mujeres; cánceres de ano y en el fondo de la garganta en mujeres y hombres; y cáncer de pene en hombres. El VPH también puede causar verrugas genitales.

No obstante, la vacuna solo funciona si se administra antes de que la gente se infecte del virus. Y eso a menudo implica vacunarse antes de que los adolescentes y los jóvenes adultos tengan alguna forma de actividad sexual, incluidos el sexo oral y contacto de piel con piel sin penetración.

Más de la mitad de los adolescentes de entre 15 y 19 años reportan haber tenido sexo oral y uno de cada diez asegura haber tenido sexo anal. Si no están vacunadas, más del 80 por ciento de las mujeres se habrá infectado del VPH a la edad de 50 años. Y, aunque la mayoría de las infecciones se quitan por sí solas, persisten lo suficiente como para causar miles de cánceres años después. No hay tratamiento para una infección del VPH.

Sin embargo, en marzo, Kalyani Sonawane, investigadora del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, y sus colegas informaron que la intención de los padres de no vacunar a sus hijos adolescentes contra el VPH aumentó de un 50,4 por ciento en 2012 a un 64 por ciento en 2018. Muchos padres se opusieron a la vacuna a pesar de las recomendaciones de sus doctores, comentó Sonawane. Irónicamente, los padres se resistieron más —un 68,1 por ciento— a vacunar a niñas, el grupo mismo por el que se desarrolló la vacuna, en primer lugar, para prevenir el cáncer cervical.

Ahora, si no fuera por la lentitud de los padres de adolescentes para adoptar la vacuna contra el VPH, quizás ya habríamos avanzado mucho en la eliminación de casi todos los casos de cáncer cervical y los otros cinco cánceres que causa el VPH, de los cuales en Estados Unidos se diagnostican 45.000 casos al año, según me comentó Abraham Aragones, investigador de salud pública en el instituto Memorial-Sloan Kettering Cancer Center.

Una vacuna muy efectiva

Hasta hace poco tiempo, se presumía la capacidad de la vacuna para prevenir el cáncer, pero no se había demostrado. Los riesgos de cáncer cervical aumentan con la edad y suele ocurrir con mayor frecuencia en personas de mediana edad o mayores, por eso pueden pasar muchos años antes de confirmar la capacidad de protección de la vacuna en contra del cáncer.

En la actualidad, un nuevo estudio realizado en el Reino Unido sobre una primera versión de la vacuna reveló que después de trece años de la administración de la misma, hubo un 87 por ciento menos de casos de cáncer cervical en las mujeres que fueron inmunizadas entre los 12 y 13 años, en comparación con las mujeres no vacunadas. También se encontraron tasas bastante menores de cáncer en mujeres inmunizadas entre los 14 y 16 años, y entre los 16 y 18 años, aunque el mayor beneficio ocurrió en las mujeres vacunadas a menor edad, antes de que la mayoría de las niñas pudiera estar expuesta al virus por medio de contacto sexual.

El estudio británico involucró una vacuna llamada Cervarix que protege contra dos variantes del virus. La actual versión estadounidense de la vacuna contra el VPH, llamada Gardasil-9, es todavía más efectiva: protege contra nueve variantes del virus y se espera que prevenga más del 90 por ciento de los cánceres relacionados con el VPH, según Aragones. Un análisis reciente publicado en la revista médica JAMA Pediatrics reveló una disminución similar en la incidencia de cáncer cervical y mortalidad en mujeres jóvenes desde que se introdujo la vacuna.

En Australia, con base en una disminución constante en la incidencia del cáncer cervical y una alta tasa de cobertura de vacunación, unos investigadores predijeron que para 2028 el país iba a tener menos de cuatro nuevos casos de cáncer cervical por cada 100.000 mujeres y casi ninguno para 2066.

Por supuesto, el papanicoláu común que detecta las lesiones cérvicas precancerosas ha ayudado a prevenir el desarrollo de un cáncer invasivo, pero los esfuerzos de detección temprana no eliminan por completo el riesgo del cáncer cervical. Este año, la Sociedad Americana Contra el Cáncer estima que en Estados Unidos se diagnosticarán 14.480 nuevos casos de cáncer cervical invasivo y unas 4290 mujeres morirán a causa de la enfermedad. Además, no hay una prueba de revisión como el papanicoláu para los otros cinco cánceres que provoca el VPH.

La aprobación de los padres sigue siendo el mayor obstáculo

Aunque el verdadero culpable del cáncer fue identificado como el virus del papiloma humano y por fin se desarrolló una vacuna para prevenirlo, persuadir a los padres a fin de que inmunicen a sus hijas pequeñas ha sido una batalla cuesta arriba para los médicos. Pocos tienen el tiempo y las municiones fácticas para contrarrestar los temores de los padres y la desinformación sobre esta vacuna.

Lograr que los padres accedan a inmunizar a sus hijos hombres ha enfrentado un obstáculo adicional. La aprobación original de la vacuna para prevenir el cáncer cervical provocó que muchos padres cuestionaran su valor para los niños, para quienes la vacuna fue aprobada tres años después. La resistencia parental a inmunizar a sus hijos aumentó un 59,2 por ciento en 2018 en comparación con un 44,4 por ciento tan solo seis años antes.

“Los padres y los profesionales médicos no entienden en realidad la carga de los cánceres a causa del VPH entre los hombres”, comentó Dean A. Blumberg, director de división de pediatría en el Hospital Infantil de UC Davis. “Las tasas de cáncer orofaríngeo son casi cinco veces mayores en hombres que en mujeres y han aumentado en años recientes con el incremento del sexo oral. La vacuna es importante para que los niños protejan su propia salud y la salud de sus futuras parejas”.

Cómo se administra la vacuna

Entre los 9 y 15 años, se necesitan dos dosis de la vacuna contra el VPH, administradas con seis meses de diferencia; de los 15 años en adelante, se necesitan tres dosis. Los efectos secundarios suelen ser leves, como dolor o inflamación en el lugar donde se puso la inyección y tal vez fiebre breve, fatiga, náuseas o dolor muscular. Los seguros casi siempre cubren el costo de la vacuna.

Sonawane señaló que las ideas equivocadas de los padres en torno a la seguridad de la vacuna son un lugar común y los doctores casi no tienen tiempo para desmentir la desinformación sobre las vacunas que los padres encuentran en línea. “La información positiva sobre las vacunas no se publica en las redes sociales”, hizo notar Sonawane.

Algunos padres temen que al inmunizar a sus hijos contra el VPH los estén alentando a involucrarse en actividades sexuales, aunque no hay ninguna evidencia de que esto suceda. Aragones, entre otros, sugirió que la mejor manera de que los doctores minimicen la oposición parental es describir el papel anticáncer de la vacuna, limitar el debate en torno al vínculo con la actividad sexual e incluir la inmunización con otras vacunas que se administran de manera rutinaria en adolescentes.


c.2021 The New York Times Company

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