Las mujeres de Cocoashi habían encontrado en sus clases una manera de revertir esta situación, retomando aprendizajes de comunicación y matemáticas que se habían quedado truncos años atrás. Un duro golpe para ellas fue la suspensión de las lecciones por la pandemia.
Con la llegada de la emergencia sanitaria, todas las actividades colectivas se paralizaron; y nadie, solo el apu, tuvo permitido entrar o salir de la comunidad. Aún así, una ola de contagios de covid-19 afectó el año pasado a Cocoashi, que no contaba con ninguna posta médica, y que alberga a casi 200 familias que viven sin agua, desagüe, electricidad, o algún tipo de conectividad satelital. Afortunadamente, no se registró ningún fallecido por el virus.
Este año, ya casi sin contagios y con la población más tranquila, se han ido reanudando las actividades paulatinamente. Entre ellas, las clases de lectura, escritura y matemáticas de las maestras ceramistas.