Las elecciones generales en el Perú son Luisa Pérez, la anciana de 72 años que se ofreció a ser miembro de mesa en el colegio Mayta Cápac, en el distrito de Cayma, en Arequipa. Pero también son el muchacho de la mochila al que le dieron cólicos luego de que un oficial del Ejército le pidiera que fuera miembro de mesa para abrir su mesa su votación en el colegio San Agustín, en Lima. Su ‘desmayo’ repentino a las diez de la mañana condensó en una escena lo que viviríamos en las próximas horas.
Colas de adultos mayores —y personas con comorbilidades y alguna discapacidad— sancochándose bajo el sol, desesperados, sin saber qué hacer mientras los minutos avanzaban. Miembros de mesa que debían estar antes de las siete de la mañana y no llegaban nunca. Piero Corvetto, el jefe de la ONPE, tuvo que llamar a los jóvenes para que corran a sus centros de votación apelando al patriotismo. Según un reporte de Transparencia, hasta las 9:30 a.m. en el 31.3% de los locales de votación se había instalado apenas el 50% y el 75% de las mesas de sufragio. Y hubo un 12.9% de locales con menos del 50% de mesas instaladas.
Mientras tanto, en ese mismo rango de hora los candidatos a la presidencia de la República se dirigían hacia sus desayunos con sus portátiles, como si no estuviésemos padeciendo una segunda ola que ayer sábado se cobró la vida de 1,131 peruanos, como ha informado el Sistema Informático Nacional de Defunciones (SINADEF).
Ello no impidió que Rafael López Aliaga, candidato de Renovación Popular, fuera recibido en Ventanilla por una orquesta ni que César Acuña (Alianza para el Progreso), Verónika Mendoza (Juntos por el Perú) o Hernando De Soto (Avanza País) —por citar algunos— se sentaran en mesas con desayunos para las cámaras de televisión. No portaban mascarilla ni tampoco se mostraron debidamente distanciados.
Las largas colas en parques, colegios, universidades y centros comunales persistían y entonces comenzaron a reportarse una serie de irregularidades: comercio ambulatorio en Piura, Lima y Ucayali; módulos de votación que no cumplían con las condiciones indispensables de accesibilidad para personas con discapacidad en Tumbes y Pasco; ‘voluntarios’ que pedían cinco soles a cada elector de su cola para asumir su mesa de sufragio; madres que denunciaron que no las dejaron ingresar a su local por estar con sus bebés; propaganda electoral en las fachadas de algunos colegios en Chimbote y Juliaca; locales sin servicio de energía eléctrica en Puno; personeros que asumieron como miembros de mesa en el colegio San Agustín, en San Isidro; fallecidos que figuraban en el padrón de electores en el distrito de Independencia; y hasta una mujer que denunció que en la sede de Pueblo Libre de la Universidad Alas Peruanas encontró un ánfora con cédulas marcadas a favor de Keiko Fujimori, la aspirante de Fuerza Popular que lo intenta por tercera vez.
Los reportes de la ONPE se actualizaban constantemente cada media hora para tranquilizar a un electorado que se sentía defraudado con una institución que prometió organización. A la 1.00 p.m, seis horas después de haberse iniciado el proceso electoral, la ONPE confirmó que se habían instalado el 99.9% de mesas. Piero Corvetto había señalado más temprano que San Isidro, Miraflores, San Borja y Surco eran los distritos de la capital con mayor ausentismo. No es extraño si tomamos en cuenta que en los últimos cinco procesos electorales (desde la segunda vuelta de 2016 hasta las elecciones congresales extraordinarias de 2020) ni San Isidro ni Miraflores han superado el 30% de asistencia.
Con dos candidatos con covid-19 que se quedaron en casa obligadamente como George Forsyth (Victoria Nacional) y Marco Arana (Frente Amplio) y uno convaleciente como Ciro Gálvez (Renacimiento Unido Nacional), el trayecto de votación del resto de candidatos provocó aglomeraciones que tenían que evitarse.
Dos son los personajes que en lugar de llamar al orden alborotaron sus centros de votación. Pedro Castillo, el candidato de Perú Libre, que en Tacabamba, distrito de Chota, Cajamarca se montó en una yegua visiblemente nerviosa que estuvo a punto de hacerlo caer y golpear a las personas que se encontraban a su alrededor. Castillo, además, mostró su cédula de votación, violando la ley electoral. En el caso de López Aliaga son varias las faltas: lució la gorra de su partido, insultó a personal de la ONPE, y se paseó en su local de votación en el complejo deportivo Chino Vásquez de Miraflores supuestamente para buscar miembros suplentes. Pero López Aliaga no votó en su primer intento, sino que realizó tres viajes para atraer a los medios de comunicación. Puestas en escena innecesarias que pusieron en riesgo a los demás.
A las 7:00p.m. después de varias horas de incertidumbre, América Televisión / Ipsos Perú dio el primer flash electoral con el tradicional a boca de urna, confirmando lo que arrojaron las últimas encuestas: Pedro Castillo (Perú Libre), el representante de los profesores rurales, se ubicó en el primer lugar con 16.1% mientras que se produjo en empate en el segundo lugar: Keiko Fujimori (Fuerza Popular) y Hernando De Soto (Avanza País) con un 11.9%. Detrás, aunque bastante cerca, se ubicaron Yonhy Lescano (Acción Popular) con 11% y Rafael López Aliaga (Renovación Popular) y ya más rezagada Verónika Mendoza (Juntos por el Perú) con 8.8%.
Un proceso electoral que aún no se define. El conteo rápido de la ONPE se hará público a las 11:30p.m. Y dado lo reñido del flash se prevé que el conteo final se prolongue en los próximos días. Más allá de eso ha acabado una jornada con serias deficiencias que solo podrían agravar la salud de la población.