Durante el último mes, un par de pacientes al día se han sentado enfrente de Alberto Mendoza, un médico que trabaja en una clínica de VIH en Lima para escucharlo confirmar lo que temían: tienen viruela del mono. Los hombres están atormentados por las dolorosas lesiones que provoca el virus. También sienten miedo, porque las llagas visibles los identifican como hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, una identidad peligrosa en Perú, donde hay una intensa discriminación contra la homosexualidad.
No obstante, Mendoza, especialista en enfermedades infecciosas, no puede ofrecerles gran alivio. “No tengo opciones”, afirmó en una entrevista. Ni el medicamento antiviral ni la vacuna que se utiliza contra la viruela del mono en Estados Unidos y Europa están disponibles en Perú.
“No tenemos nada, a pesar de que somos el país con uno de los mayores números de casos por población”, dijo Mendoza, quien trabaja con la organización médica benéfica Partners in Health.
Brasil, el país vecino que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), registra cerca del 10 por ciento de los casos de viruela del mono en el mundo, tampoco dispone actualmente de vacuna o tratamiento. En la misma situación están los países de África Occidental y Central que han luchado contra los brotes de viruela del mono durante décadas.
La pugna por las vacunas y los tratamientos contra la viruela del mono se ha centrado en Estados Unidos y Europa, donde se agotaron o casi se agotaron los suministros de vacunas; sin embargo, más de cien países han notificado casos de viruela del mono, y la gran mayoría de ellos no ha recibido ninguna vacuna o tratamiento.
Fueron excluidos debido a los costos elevados y a las naciones ricas que compraron la mayoría de las dosis disponibles. Estados Unidos ya controlaba la mayor parte de la vacuna, desarrollada en principio para la viruela, como parte de su estrategia de armas biológicas tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Algunos grupos de salud pública también critican a la OMS por no tomar más acciones para garantizar un acceso equitativo a las pruebas, los tratamientos y las vacunas, después de que el 23 de julio declaró la viruela del mono como una emergencia de salud pública de relevancia internacional. Dicen que los problemas son similares a los observados con el COVID-19, pero sin ninguno de los mecanismos que se desarrollaron para tratar de corregir el desbalance durante la pandemia de coronavirus.
Es difícil incluso saber la cantidad de personas que tienen viruela del mono en los países en desarrollo porque muchos carecen de capacidad para diagnosticar la enfermedad, lo cual se hace con una prueba de reacción en cadena de la polimerasa. La mayor parte de las pruebas en los países que han tenido brotes durante años se realizan a nivel de vigilancia, al hacer pruebas solo en una muestra de la población para encontrar la incidencia global de la enfermedad. Las pruebas para diagnosticar a pacientes de manera individual, muchos de los cuales viven en zonas rurales aisladas, son escasas o inexistentes.
“En África no tenemos acceso a las pruebas, por lo que no sabemos dónde hay casos así que no puedes partir de eso para tomar decisiones respecto al uso de los recursos”, señaló Boghuma Titanji, profesora adjunta de medicina en la Universidad de Emory quien respondió a un brote de viruela del mono en 2018 en su país natal Camerún.
La mayoría de las personas que mueren de viruela del mono son africanas. Hay dos cepas diferentes de la enfermedad, una más letal que circula en la República del Congo y los países vecinos, y una versión menos virulenta en África Occidental, que es la que se está registrando ahora en los países de altos ingresos. Aunque las muertes por viruela del mono son escasas, el riesgo de un caso mortal es mayor en niños y mujeres embarazadas, y la enfermedad es insoportablemente dolorosa para cualquier persona contagiada.
La rápida propagación de la enfermedad a los países de ingresos elevados, que comenzó hace cuatro meses, desencadenó una carrera por las vacunas. Aunque no hay una vacuna específica para la viruela del mono, los datos de los ensayos con primates no humanos sugerían que las vacunas contra el virus de la viruela, con el que está muy relacionado, también podrían prevenir la transmisión de esta. El centro de atención fue la vacuna contra la viruela Jynneos, fabricada por la empresa danesa Bavarian-Nordic, que es la más fácil de administrar de las diversas vacunas contra la viruela y tiene el menor número de efectos secundarios.
Bavarian-Nordic tenía aproximadamente 16 millones de dosis de la vacuna, la mayoría de las cuales eran propiedad de Estados Unidos o habían sido adquiridas por este país, que contribuyó con más de mil millones de dólares para desarrollar la vacuna como estrategia de defensa tras el 11 de Septiembre, cuando las autoridades temían que la viruela pudiera utilizarse como arma biológica. Esas dosis estadounidenses se destinaron a una reserva de defensa y en forma de medicamento a granel, no de vacunas embotelladas, lo que ralentizó su distribución. El casi millón que quedaba lo compraron de inmediato Canadá, Australia y los países europeos a partir de mayo.
Hasta la fecha no se han comprado ni ordenado dosis para los países africanos. En la República del Congo se está iniciando un ensayo clínico de la vacuna Jynneos dirigido por los Institutos Nacionales de la Salud, pero ese país no dispone de suministro de vacunas para los trabajadores sanitarios o los contactos de las personas que se enferman.
“La solución evidente para este problema es que el gobierno de Estados Unidos ponga todas las dosis que tiene (más de 15 millones) en viales, para que puedan ser administradas, en Estados Unidos y en otros lugares”, comentó James Krellenstein, uno de los fundadores de PrEP4All, un grupo que defiende el acceso a los medicamentos. “Este es el paso más importante que cualquiera puede dar para ayudar a controlar este brote a nivel mundial”.
Ninguna de las 7 millones de dosis enviadas a embotellar será de acceso mundial.
Un análisis de la organización de apoyo Public Citizen calcula que los países de altos ingresos que han adquirido la vacuna Jynneos están pagando 110 dólares por dosis. El mes pasado, en una teleconferencia para analizar resultados financieros, Paul Chaplin, presidente de Bavarian-Nordic, aseveró que la vacuna tenía un solo precio en todos los mercados y que se descontaría solo para los compradores al mayoreo.
“Para un país como Perú, esto es demasiado caro”, dijo Mendoza, en Lima.
La dependencia latinoamericana de la OMS consiguió una donación de un pequeño número de dosis para esa región; el ministerio de salud de Brasil confirmó que esperaba recibir 50.000.
Sylvie Briand, directora del departamento de preparación y prevención de epidemias y pandemias de la OMS, afirmó que la respuesta mundial a la viruela del mono se complicaba por el hecho de que la mayoría de las intervenciones médicas carecían de datos de ensayos clínicos en humanos, y no contaban con la aprobación reglamentaria.
“La gente piensa que por ser una emergencia será cuestión de días, pero todas esas cosas tardan semanas o meses”, dijo. “Estamos tratando de acortar el tiempo entre cada paso y acelerar el proceso, pero no es tan fácil. Tienes que asegurarte de que algo es seguro y eficaz”.
El fármaco antiviral tecovirimat, comercializado en Estados Unidos como Tpoxx, se sometió a pruebas de seguridad en humanos, y su eficacia contra la viruela del mono se probó en primates no humanos. Se están realizando dos ensayos clínicos en humanos contra la viruela del mono, el primero de los cuales debería presentar datos a principios del próximo año. No obstante, la actual falta de datos en humanos significa que la OMS no puede realizar el proceso habitual de precalificación que ayuda a los países a acelerar la autorización de un medicamento.
“El pecado original de toda esta pandemia es que podríamos haber probado estas cosas en los países endémicos y entonces tendríamos la información”, explicó Ranu Dhillon, experto en enfermedades infecciosas e instructor en la Escuela de Medicina de Harvard, pero hubo poca inversión o ganas de hacerlo en el caso de la viruela del mono cuando solo se vieron afectados países como Camerún y la República Centroafricana, dijo.
Krellenstein comentó que tenía la impresión de que no todos en el mundo de la investigación compartían el sentido de urgencia que impulsó al director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, a declarar la emergencia.
“La reacción parece ser: ‘Nadie se está muriendo, así que no es una amenaza para la seguridad’ (y quienes están enfermos son los homosexuales, los transexuales y los africanos), así que parece ser un tema muy académico” para los responsables de la seguridad nacional que controlan el acceso a las reservas de vacunas, dijo.
Muchos expertos en salud pública dicen que una respuesta lenta a la viruela del mono, basada en el análisis de que pocas personas están muriendo en este brote, ignora los riesgos que plantea este virus que se está comportando de una manera nunca vista.
“En este momento, la viruela del mono tiene un espacio enorme para adaptarse mejor”, concluyó Titanji. “Está muy mal no tener bajo control otro virus de la viruela que circula entre los seres humanos”.
c.2022 The New York Times Company