En caso de que hayas vuelto a la oficina o de que regresarás en algún momento, es buena idea preguntar qué medidas ha tomado tu empresa para mejorar la calidad del aire en los espacios interiores.
Cuanto más tiempo pasamos en interiores con otras personas, son mayores las probabilidades que tenemos de respirar el aire exhalado de los demás y los gérmenes. La gran mayoría de los científicos están de acuerdo en que el coronavirus se transmite por el aire y las gotitas infecciosas pueden permanecer en el aire, flotar por la habitación o acumularse en espacios con poca circulación de aire, como las salas de conferencias.
Al principio de la pandemia, un brote de coronavirus en el piso once de un edificio de oficinas en Corea del Sur demostró cómo una sola persona infectada puede aumentar el riesgo para todos en un lugar de trabajo. De las 216 personas que trabajaban en ese piso, 94 se contagiaron. La mayoría de los infectados trabajaban en filas de escritorios agrupados en un costado de la oficina.
Incluso antes de la covid-19, estaba claro que la calidad del aire interior podía afectar la salud de los trabajadores. Un conocido estudio de la Universidad de Harvard sobre más de 3000 trabajadores demostró que los permisos por enfermedad aumentaban un 53 por ciento entre los empleados de zonas mal ventiladas.
Preguntar sobre los esfuerzos para mejorar la calidad del aire interior puede ayudarte a tomar decisiones sobre cuánto tiempo puedes pasar allí.
Aunque los requisitos de vacunación y el uso de cubrebocas siguen siendo una primera línea de defensa contra la covid-19 mejorar la ventilación en las escuelas y los lugares de trabajo es esencial para detener la propagación del coronavirus, comentó Ashish K. Jha, decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Brown.
“Mejorar la calidad del aire interior puede ser una herramienta realmente poderosa”, señaló Jha.
Además de hacer preguntas sobre la ventilación, hay que preguntar sobre las políticas de vacunación, la alternancia de los días de trabajo para reducir la capacidad, los planes de pruebas de COVID, los requisitos de uso de mascarillas y cómo controla el edificio a los trabajadores externos, como los repartidores y los equipos de limpieza.
Y aunque algunos de los detalles técnicos sobre la calidad del aire pueden ser confusos, no es necesario ser un experto en ventilación para averiguar qué precauciones adicionales ha tomado tu empleador para mantenerte más seguro durante la pandemia. Preguntar sobre los esfuerzos para mejorar la calidad del aire interior puede ayudarte a tomar decisiones sobre cuánto tiempo puedes pasar allí, si debes ponerte cubrebocas o comprar un limpiador de aire portátil o si debes cambiar tu horario de trabajo o trabajar desde casa, si esa es una opción.
A continuación, presentamos seis preguntas que puedes hacerle a tu departamento de recursos humanos o de instalaciones, dependiendo de quién se encargue de los temas relacionados con el regreso a la oficina en tu lugar de trabajo. Estas preguntas también son útiles para averiguar sobre las mejoras de la calidad del aire en los gimnasios, en las aulas e incluso en los restaurantes y otros espacios públicos. Ten en cuenta que la mayoría de los edificios no aplicarán todos esos cambios, pero incluso uno o dos de ellos pueden marcar la diferencia.
¿Qué mejoras se han realizado en el sistema de ventilación?
La mayoría de los edificios nuevos dependen de sistemas mecánicos de calefacción, ventilación y aire acondicionado, conocidos como HVAC, que utilizan una combinación de filtros de aire y aire exterior para diluir y eliminar las partículas víricas y otros contaminantes. Los edificios pueden tomar una serie de medidas para mejorar el rendimiento de los sistemas de ventilación y aumentar la cantidad de aire fresco, incluyendo:
📌 Mejorar su clasificación MERV
Los filtros utilizados en los sistemas de ventilación tienen lo que se conoce como clasificación MERV (MERV son las siglas de Minimum Efficiency Reporting Values, valor de informe de eficacia mínimo). Cuanto mayor sea la clasificación, mejor será el filtro para atrapar determinados tipos de partículas.
Antes de la pandemia, muchos edificios utilizaban filtros MERV 8, que permiten comodidad y eficiencia energética, pero no están diseñados para el control de infecciones. Las nuevas directrices del sector aconsejan que los edificios se actualicen a un filtro MERV 13 como mínimo, que atrapa el 85 por ciento o más de las partículas de riesgo. Sin embargo, no todos los sistemas de ventilación pueden actualizarse a un filtro MERV 13. En algunos casos, un filtro MERV 11 puede ser el grado más alto que el sistema puede manejar.
📌 Desactivación de la ventilación controlada por demanda
Para ahorrar energía, algunos sistemas controlan la ocupación del edificio basándose en los niveles de dióxido de carbono, que aumentan cuando exhalamos. Cuando hay menos personas en el edificio, el sistema reduce la tasa de aire exterior. “Es una forma de dejar de ventilar el espacio para ahorrar dinero”, explica Richard Corsi, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de California en Davis. “Pero después de que la gente abandone una zona, tenemos que seguir ventilando para poder purgar el espacio de cualquier partícula de aerosol que quede en el aire”.
📌 Aumentar el aire exterior
Los expertos en calidad del aire recomiendan ajustar las compuertas de aire exterior, que son placas móviles que pueden hacer entrar más aire del exterior. Esto no se aconseja en comunidades con mala calidad del aire exterior, como zonas con incendios forestales activos.
No te dejes intimidar cuando preguntes por los sistemas de ventilación. Una empresa que haya hecho el trabajo tendrá las respuestas listas y las respuestas correctas serán evidentes. Hace poco le sugerí a mi amigo que preguntara a su gimnasio qué había hecho para mejorar la ventilación. Está vacunado y solo va al gimnasio cuando no está ocupado, pero la respuesta fue alentadora
“Hemos aumentado los filtros de calefacción, ventilación y aire acondicionado (HVAC) a un grado hospitalario MERV 13”, escribieron. “Y hemos abierto las compuertas exteriores del HVAC para conseguir un mayor nivel de intercambio de aire en el centro”.
¿Se pueden abrir las ventanas?
Es posible que algunos edificios y salones antiguos no dispongan de sistemas de ventilación modernos, pero tan solo abrir las ventanas puede mejorar la calidad del aire. Un estudio reciente sobre estudiantes universitarios infectados en un dormitorio de aislamiento de la Universidad de Oregón reveló que abrir una ventana podía reducir a la mitad la cantidad de coronavirus en una habitación.
Aunque abrir una ventana puede ayudar, el efecto es mayor si se puede realizar una ventilación cruzada abriendo ventanas en diferentes lados de la habitación. Las ventanas abiertas no son prácticas cuando hace frío o en zonas con mala calidad del aire exterior. Añadir ventiladores de caja a las ventanas y encender extractores en las zonas de la cocina y el baño también puede mejorar la ventilación en las casas y en los edificios sin sistemas modernos.
¿Qué es la tasa de cambio de aire?
El número de cambios de aire por hora (ACH, por su sigla en inglés) es el estándar de la industria para indicar la frecuencia con la que se sustituye el aire de una habitación por aire exterior. (La limpieza del aire con filtros puede crear el equivalente a un cambio de aire). Aunque algunos expertos sugieren entre cuatro y seis cambios de aire por hora (es decir, aire fresco o limpio cada diez o quince minutos), muchos edificios no alcanzan ese estándar. Se recomienda que las escuelas tengan un ACH de al menos 3, pero muchas aulas están más cerca de 1,5, dicen los expertos. Los aviones y los hospitales más recientes pueden tener entre diez y veinte cambios de aire por hora. Los índices de cambio de aire o su equivalente pueden mejorarse renovando el sistema general de ventilación o los filtros, aumentando la cantidad de aire exterior (abriendo ventanas o compuertas de ventilación), añadiendo ventiladores de extracción o incorporando filtros de aire portátiles.
Aunque no existe un número mágico para las tasas de cambio de aire con el fin de evitar la COVID-19, cuanto más alto sea, mejor, comentó Corsi.
¿Estás utilizando filtros de aire portátiles?
Los limpiadores de aire portátiles equipados con filtros HEPA pueden hacer un trabajo sorprendentemente bueno para eliminar las partículas virales del aire, pero solo si se utiliza la máquina adecuada para el tamaño del espacio. Busca una máquina con una tasa de entrega de aire limpio, o CADR, de al menos 8,5 metros cúbicos por minuto, y lee la guía del fabricante para elegir el tamaño de la habitación. Es posible que necesites más de una máquina para un espacio más grande. La Asociación de Fabricantes de Electrodomésticos tiene una guía para comprar purificadores de aire.
Añadir un purificador de aire puede compensar en parte un sistema de ventilación menos eficiente, dependiendo del tamaño de la habitación. En algunos casos, “uno de esos purificadores de aire portátiles puede duplicar eficazmente la tasa de ventilación del aula”, explicó Corsi.
Un estudio realizado en un hospital de Melbourne, Australia, demostró recientemente que la adición de dos purificadores de aire portátiles a la habitación de un paciente eliminaba el 99 por ciento de los aerosoles en cuestión de minutos, lo que supuestamente aumentaba el nivel de protección equivalente a casi 30 cambios de aire por hora.
¿Quién controla la calidad del aire?
Los sensores de dióxido de carbono pueden indicar lo bien que funciona un sistema de ventilación. Los científicos especializados en virus y los expertos en calidad del aire llevan a veces dispositivos portátiles de detección de CO2. Linsey Marr, de la Universidad Tecnológica de Virginia, una de las principales expertas del mundo en transmisión de virus, ha utilizado un dispositivo de este tipo para comprobar los niveles en su gimnasio y en las tiendas de comestibles.
“El dióxido de carbono está en nuestro aliento exhalado”, dijo Marr. “Si los niveles son altos en el interior, significa que el aliento exhalado de la gente se está acumulando, y ese aliento exhalado, por supuesto, podría contener virus si alguien está infectado”.
Las escuelas públicas del condado de Howard, en Maryland, utilizan sensores de CO2 en los comedores escolares para controlar la calidad del aire. Si tu empresa no utiliza el monitoreo de CO2, puedes comprar tu propia máquina por entre 100 y 200 dólares. En general, no se quiere que el nivel de CO2 suba por encima de 800. En los gimnasios, donde la gente respira con dificultad, Marr aconseja salir o usar cubrebocas si la cifra supera los 600.
¿El edificio depende de tecnologías no probadas?
Muchas empresas están instalando lo que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés) de Estados Unidos denomina “tecnologías emergentes”, entre las que se encuentra un sistema de ionización bipolar de punta de aguja. El sistema afirma que utiliza partículas positivas y negativas para ayudar a eliminar los virus del aire. Sin embargo, muchos de los principales expertos del mundo en calidad del aire interior, como Joseph Allen, de Harvard, y Shelly Miller, de la Universidad de Colorado, en Boulder, han puesto en duda la eficacia de esa tecnología. “Hay una razón por la que no se ha visto a ningún experto en calidad del aire interior recomendar esa tecnología”, tuiteó Allen.
La Sociedad Estadounidense de Ingenieros de Calefacción, Refrigeración y Aire Acondicionado (ASHRAE, por su sigla en inglés), que hace recomendaciones sobre las normas de calidad del aire interior, ha dicho que la ionización bipolar es una de varias tecnologías no probadas. “En la actualidad no existen estudios convincentes, científicamente rigurosos y arbitrados sobre estas tecnologías emergentes”, ha dicho el grupo.
La EPA ha dicho que otra preocupación es que los dispositivos pueden crear subproductos potencialmente dañinos. “Como es típico de las tecnologías más nuevas, las pruebas de seguridad y eficacia están menos documentadas que las de otras más establecidas, como la filtración”, escribió la agencia en su sitio web. “La ionización bipolar tiene el potencial de generar ozono y otros subproductos potencialmente dañinos en el interior”.
A pesar del escepticismo sobre la tecnología, muchos lugares de trabajo los están instalando de todos modos.
“Esas empresas han hecho un gran trabajo de mercadotecnia”, señaló Marr. “Hace que las empresas sientan que hicieron algo al respecto”.
Tara Parker-Pope es columnista de salud, comportamiento y relaciones. Es la editora fundadora de Well, el galardonado sitio de salud para el consumidor del Times. @taraparkerpope
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