“A ver, una mamita pilas y sin mascarilla”, dice uno de los invitados artísticos de la Cuarta Caravana por la Vida, promovida por la Organización Mundial por la Vida (OMV) Perú, en Lomas de Carabayllo. La “mamita pilas” se acerca al músico y recibe con alegría una falda color marrón. A su lado, otra mujer, sin mascarilla, junto a una niña, esperan su turno para recibir el siguiente regalo: una bolsa para comprar pan. “Eso es lo que queremos, gente sin miedo. (La pandemia de la covid-19) es una manipulación mundial”, agrega el animador.
Esta actividad, realizada en los exteriores de la capilla San Benito del distrito de Carabayllo, reunió a decenas de personas el último 10 de julio. Los asistentes escucharon el discurso de los integrantes de la OMV Perú: la pandemia no existe, nos están manipulando, el Gobierno tiene un plan genocida, no son necesarias las mascarillas, las vacunas solo traerán más enfermedades y el dióxido de cloro es un producto más eficiente que las medicinas aplicadas en los hospitales.
Sin embargo, no es el único grupo que defiende estos argumentos y que realiza continuas actividades para defender su postura. En Perú hay al menos ocho organizaciones o movimientos antivacunas. Y todos mantienen relación entre sí. En sus conferencias se presentan los mismos representantes, quienes también trabajan con voceros de otros países. Sus mensajes, además, encuentran espacios en redes sociales, medios de comunicación regionales y en un par de universidades.
Conspiranoicos y conservadores
La OMV es una organización creada en el año 2020, con presencia en 12 países, que difunde teorías de la conspiración sobre el origen de la pandemia y busca desacreditar el proceso de vacunación. Su fundador es el político y juez antimafia italiano Angelo Giorgianni, un católico ultraconservador. En marzo de este año, Giorgianni denunció al gobierno de su país ante la Corte Penal Internacional por considerar las medidas de restricción para frenar la covid-19 como crímenes de lesa humanidad.
En Latinoamérica, la OMV es representada por el peruano Max Castro Palomino, también secretario general de la OMV Perú. Ingeniero de profesión, trabaja como gerente general de Asesoría e Inversiones Comerciales (SAC). Esta empresa se dedica a la construcción, pero también tiene permiso para operar en los rubros de la producción textil, servicio de restaurantes, transporte e incluso la organización y asesoría de eventos y espectáculos.
OMV Perú también mantiene vínculos con la abogada Beatriz Mejía, quien se desempeñó como directora de la Academia de la Magistratura (1995) y es integrante de los colectivos Con Mis Hijos No te Metas y Padres en Acción, que cuestionan al enfoque de género en el Currículo Nacional de Educación Básica del Ministerio de Educación. También escribe columnas en el diario Expreso en las que manifiesta discursos antivacunas y se opone a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
Lida Obregón Vilchez, quien cumple el rol de asesora de la OMV Perú, es médica de profesión. Dirige el Instituto de Fitoterapia Americano, y también es la presidenta de la asociación educativa Blas Pascal. Pese a presentarse como una mujer de ciencia, no figura ninguna publicación suya en Scopus, una de las más grandes bases de datos de producción científica revisada por pares.
Desde la creación de su página en Facebook, en enero de 2021, la OMV Perú ha organizado hasta la fecha cuatro Caravanas por la Vida en distritos de bajos recursos económicos y una reunión presencial en la Costa Verde, Miraflores.También ha organizado un simposio internacional sobre el dióxido de cloro, en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana, y una conferencia de prensa en defensa del mismo producto en la Universidad Peruana de Integración Global (UPIG).
Médicos y psicólogos
La OMV no trabaja sola. Uno de sus principales aliados es Médicos por la Verdad Perú. “¿Quieres morir vacunado? Salva tu vida, no te vacunes, ¿sabes por qué? Más de 20 000 muertos por las vacunas en el mundo (...) ¿Morirás como un esclavo o lucharás por tu libertad? Recuerda que para que triunfe el mal, solo es necesario que los buenos no hagan nada”, se lee en un volante repartido por las calles de Cusco hace unas semanas. En ambas caras, se muestran fotos de personas que supuestamente han fallecido luego de aplicarse una vacuna anticovid-19. En la parte inferior de los volantes se presenta como autores a la OMV Perú y a Médicos por la Verdad Perú.
Vanny Herrera, vocera de Médicos por la Verdad Perú y la única representante de estas organizaciones que decidió responder los llamados de Salud con Lupa, confirmó que recurren a volantes y a eventos para “difundir la verdad”. “Nosotros no negamos la existencia del virus, sino que exigimos mayor investigación sobre el tema”, sostiene Herrera.
Médicos por la Verdad también es un movimiento internacional. Nació en Alemania, pero su mayor alcance es en España y algunos países latinoamericanos, entre ellos Perú. En una nota del portal de verificación español Maldita.es, se cuenta que la cara más representativa de este movimiento en el país europeo es Natalia Prego, quien registró Médicos por la Verdad España en setiembre de 2020. Meses antes ella ya venía enviando audios a través de redes sociales con discursos en los que minimizaba la existencia de la pandemia de la covid-19. Prego es una médica especialista en medicina general colegiada; sin embargo, su propio colegio médico afirma estar en desacuerdo con sus declaraciones.
En Perú, Médicos por la Verdad Perú tiene a Julio César Sarmiento, Jackeline Montero, Roxana Cárdenas y Jency Velásquez como sus principales figuras. En su perfil de Linkedin, Sarmiento asegura ser médico cirujano y haber estudiado medicina homeopática, así como terapias basadas en plantas medicinales en el Instituto de Fitoterapia Andino-Perú. Cárdenas y Velásquez también promueven estas terapias alternativas, sin ninguna evidencia científica, para la cura de enfermedades, entre ellas la covid-19.
Jency Velásquez, además, es coordinadora médica de la Coalición Mundial por la Salud y Vida (Comusav) Perú, una organización con presencia en 20 países, que promueve principalmente el dióxido de cloro como tratamiento contra la covid-19.
Dos de sus principales rostros a nivel mundial son Andreas Kalcker y Eduardo Insignares, quienes se presentan como investigadores científicos y hace un mes empezaron a difundir un nuevo argumento: todas las vacunas contra el covid-19 contienen óxido de grafeno, sustancia que —según ellos— sería responsable de que las personas vacunadas mueran tras ser inmunizadas, ya que “altera el campo electromagnético” del organismo. De acuerdo a una verificación del portal AFP Factual, que analizó los componentes de las vacunas, no existe evidencia científica para llegar a la conclusión de los integrantes de Comusav.
En el 2019, Kalcker fue denunciado por la justicia española, así como por el Colegio Oficial de Médicos de Alicante por sus tratamientos pseudocientíficos. Este año, en Argentina también le abrieron un proceso por promover el consumo del dióxido de cloro. Mientras, Insignares se presenta como director de una asociación que, a través de su sitio web, invita a que los usuarios donen y así colaboren con más investigaciones; sin embargo, AFP Factual corroboró que dicha asociación no posee ni siquiera una sede oficial y la dirección que figura como sede es un hotel.
En Perú, el presidente de Comusav es el biólogo Robert Vizcarra, gerente del centro TaoZen, un centro de medicina estética integral y terapias alternativas, que funciona en la región Arequipa desde el 2011. Entre sus servicios incluyen terapias antienvejecimiento.
Ni Vizcarra, ni Velásquez, aparecen en la relación de investigadores del Registro Nacional de Ciencias, Tecnología y de Innovación Tecnológica (Renacyt), de Concytec. Pese a ello, fueron invitados en julio del año pasado al Congreso de la República para defender el dióxido de cloro como tratamiento contra el coronavirus, un evento que luego fue cancelado.
La Acción Humanitaria Revolucionaria (A.U.R), que nació en enero de 1985 en Bolivia, es otro grupo que rechaza el peligro de la pandemia de la covid-19 que tiene presencia en Perú. Hace unos días, en una calle del distrito limeño de Jesús María, un hombre llevaba un cartel con letras grandes que decía: “Rechaza la vacuna criminal”. El cartel iba firmado por la mencionada asociación. En Bolivia, las actividades de este grupo han ido más allá que la presentación de afiches en espacios públicos. Sus integrantes han quemado mascarillas en una plaza, mientras gritaban “libertad y basta de esclavitud”, lo que les valió que las autoridades anuncien procesos legales en su contra.
Psicólogos por la Verdad también es una organización que colabora con las actividades promovidas por los grupos antes mencionados. Sus miembros aseguran que “el miedo es peor que la pandemia”. Este grupo fue fundado en el año 2020 en España.
Finalmente, Rosa María Apaza es la fundadora de la Organización Médica Peruana de Investigación (OMPEI). Ella es abogada de profesión y militó en los partidos Democracia Comunal y Alianza para el Progreso. También ha sido presidenta de la Asociación Nacional de Defensa del Consumidor. Además, ha participado en plantones de la Coordinadora Nacional de Padres y Apafas del Perú, que se opone al enfoque de género y que es dirigida por la abogada Beatriz Mejía, mencionada líneas arriba, también vocera de OMV Perú.
Como es evidente, los representantes de todas estas organizaciones mantienen una clara conexión.
La OMPEI fue fundada en agosto de 2020 en Perú; es decir, no es un capítulo local de grupos internacionales como los antes mencionados, pero también mantiene una postura antivacuna. En sus redes sociales, hay información sobre conferencias presenciales y virtuales que esta organización ha ofrecido en Tacna y Puno. Desde hace unos meses está difundiendo las llamadas actas de “responsabilidad” para que las personas hagan respetar su derecho a no vacunarse, aún cuando la aplicación de la vacuna contra la covid-19 no es obligatoria en el Perú.
Además de estas organizaciones, Salud con Lupa identificó dos institutos que declaran dedicarse a la investigación científica que apoyan los argumentos antivacunas o prodióxido de cloro. Se trata del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) y del Instituto de Investigación en Ciencias Médicas (ICIMED), ambos representados por profesionales de la salud.
Resulta paradójico considerar que médicos o especialistas afines a la ciencia se muestren en contra de estudios científicos. ¿Qué podría estar ocurriendo? "Una de las causas por la que las teorías de la conspiración surgen periódicamente es nuestro deseo de imponer una estructura al mundo y nuestra increíble capacidad para reconocer pautas", explicaba el investigador Mark Lorch en un artículo publicado en el 2017 en el medio de comunicación australiano The Conversation.
Aunque ahora las teorías de la conspiración giren en torno a la pandemia de la covid-19 —como las que afirman que el SARS-CoV2 fue creado en un laboratorio, que el multimillonario Bill Gates está detrás de esta pandemia o que la vacuna viene con nanochips para controlar nuestra actividad cerebral—, han estado hace tiempo entre nosotros. Las han hecho circular, por ejemplo, quienes promueven tratamientos alternativos sin evidencia científica, y fomentan la desconfianza hacia la medicina convencional y la industria farmacéutica, y quienes aseguran que las vacunas causan autismo.
Este problema se agrava cuando la población a la que llega esta información carece de medios para contrastarla. En nuestro país, Macario Kiyak, representante de la Administración de Justicia Indígena Awajún, contó en la conferencia Las vacunas salvan Vidas, organizada por el Ministerio de Salud, que muchos miembros de su comunidad creen que, con las vacunas, se coloca a las personas la marca de la bestia (el 666) o que pueden causar la muerte al cabo de unos años. En estos lugares, la desinformación ha llegado más rápido que la concientización sobre beneficios de la vacunación.
“Las teorías de la conspiración no necesitan estar sustentadas en hechos reales para volverse virales, sino que necesitan de personas; basta que alguien las crea y las difunda”, explica Gunther Balarezo López, en su investigación El virus de las noticias falsas en la pandemia del covid-19, publicada en la Revista Médica de la Fundación Hipólito Unanue.
Medios de comunicación y redes sociales
Los grupos antivacunas reciben el apoyo de algunos medios de comunicación locales y regionales para difundir sus argumentos. Vanny Herrera, de Médicos por la Verdad Perú, tiene un programa en radio Los Andes, de Villa El Salvador. TVO Piura, el Grupo Máxima Radio y TV (Cañete) y HHTV Noticias son medios de comunicación que entrevistan a voceros de la OMV Perú.
Radio La Ribereña, además, tiene un programa dedicado “a salvar las vidas de la covid-19”. Este espacio es conducido por voceros de otra organización antivacuna: el colectivo Ciudadanos por la Verdad Perú. En el programa se difunden los supuestos beneficios del dióxido de cloro y de otras terapias alternativas para frenar la covid-19 que no cuentan con respaldo científico.
Pero es el canal Willax TV el que ofrece a los promotores de discursos antivacunas un mayor alcance. En sus programas, se ha entrevistado a Rosa María Apaza, presidenta de la OMPEI, además del biólogo Ernesto Bustamante, actual congresista por Fuerza Popular, quien llamó a la vacuna del laboratorio chino Sinopharm “agua destilada”. Estos mensajes parecen haber contribuido a aumentar el temor a las vacunas, sobre todo las de Sinopharm. La primera semana de agosto, en el Parque de la Exposición, uno de los vacunatorios más grandes de Lima, se evidenció el impacto de la desinformación: algunas personas se negaban a recibir la vacuna china y regresaban a sus casas.
Las redes sociales también son un canal importante para las organizaciones antivacunas, ya que con ellas pueden actualizar constantemente su contenido sin incurrir en mayores gastos. “Antes, la manipulación y la mentira se limitaban a los periódicos o la televisión, que tenían una capacidad de emisión limitada. Actualmente, las plataformas digitales favorecen que se viralicen determinados contenidos”, explica Balarezo López.
Facebook reveló que, entre marzo y octubre de 2020, retiró más de 12 millones de publicaciones de Facebook e Instagram por presentar información falsa sobre la covid-19, gracias a la labor de más de 80 fact checkers en todo el mundo. Sin embargo, los mensajes viajan tan rápido por las redes sociales que la desinformación llega a impactar en algún público, aunque luego sea eliminada.
“Es imposible seguir [a los desinformantes] en redes sociales porque algunos cuentan con canales privados”, indica Mariana Pernas, periodista de Chequeado, quien siguió durante meses a tres desinformantes argentinos, a través de sus redes públicas, para conocer cómo aumentaron su seguidores con sus contenidos. Con esta investigación, Pernas también concluyó que desinformar sobre la pandemia les ha ayudado a ganar seguidores.
Un canal muy usado por las organizaciones antivacunas en Perú es Telegram. Médicos por la Verdad Perú cuenta con más de 5 mil seguidores en esa red. La OMPEI y Comusav Perú poseen más de mil suscriptores. Y aunque la OMV Perú aún no sobrepasa los 400, muestra un crecimiento rápido. Entre los días 20 y 23 de agosto, esta cuenta ganó 20 nuevos seguidores (de 350 a 370).
Facebook también es una red social usada por estos grupos. OMPEI es la que registra más seguidores, con más de 32 mil. En tanto, OMV Perú tiene 5655, y Médicos por la Verdad, 2375. Estos grupos, que buscan un mismo fin, realizan eventos en conjunto que son promovidos a través de sus redes sociales. De esta manera, quien revisa la página de OMPEI puede llegar a conocer sobre Médicos por la Verdad Perú o sobre OMV Perú.
Para Jacqueline Oyarce, coordinadora del grupo de investigación MediaLab UNMSM, que cuenta con una sección sobre la desinformación durante la pandemia de la covid-19, los discursos de los antivacunas son imposibles de controlar, ya que la lógica de una red es dar la voz a todos. Recuerda, además, que la desinformación no nació con los medios digitales, sino desde los albores del periodismo tradicional (escrito, radial o televisivo). Por eso, Oyarce recomienda trabajar desde la educación para intentar frenar los falsos discursos. Según dice, se debe empezar desde los colegios e involucrar a las instituciones formadoras de comunicadores, con el objetivo de que estos tengan pensamiento crítico y basen sus declaraciones en evidencias científicas.
Aunque existe el derecho a la libertad de expresión, Roxana Chipana, abogada asociada del área penal del estudio Dentons, recuerda que los desinformantes pueden ser denunciados por un tipo de delito contra la fe pública: el de falsedad genérica, que puede ser sancionado con una pena privativa de libertad entre dos a cuatro años. Este se refiere a la alteración de la verdad, de manera intencional y con perjuicio de terceros.
¿Cómo se financian?
El 19 de marzo, un usuario identificado como Maria Grazzia Gonzáles, coordinadora de Comunicaciones de la OMV Perú, usó el canal de Telegram de este grupo para solicitar 457 soles a los integrantes. Según aseguraba, ese monto era el que se necesitaba para imprimir 6000 afiches.
Si bien es la única vez que se observó un pedido de ese tipo dentro del canal peruano de Telegram, la OMV afirma, en su sitio web, haber reunido más de 3.8 millones de dólares en donaciones en todo el mundo.
Por su parte, Vanny Herrera, de Médicos por la Verdad, dijo que todo aporte es voluntario. Sin embargo, también se pudo observar, a través de sus propias redes sociales, que en algunas conferencias de la OMPEI se cobró 10 soles a los asistentes.
“Las personas que difunden la desinformación tienen varios motivos. Uno de ellos es la ganancia económica. Para reducir la desinformación, debemos eliminar sus incentivos financieros”, se lee en un informe del Índice Global de Desinformación, un grupo de expertos internacionales que analiza los sitios web que presentan desinformación sobre covid-19 y las herramientas de publicidad digital que hay en ellos. En julio de 2020, el grupo halló que algunos sitios en inglés de desinformación del coronavirus habían ganado alrededor de 25 millones de dólares durante los primeros seis meses del año pasado, solo con anuncios publicitarios colocados en sus páginas.
Sea por intereses económicos o por convicción, estos grupos y movimientos avanzan cada día más a nivel mundial, a través de las redes sociales, eventos públicos o visitas a las viviendas. Sin embargo, lo que está en juego es la salud y la vida de quienes escuchan estos discursos. Aunque el control es difícil, la tarea de informar e informarnos depende de todos.