Tras quince días de movilizaciones contra el Congreso y por el adelanto de elecciones generales, Perú es un país cada vez más fracturado, donde aún no se ve una salida pronta a la crisis política y social que estalló el 7 de diciembre. Ese día, el entonces presidente Pedro Castillo intentó llevar a cabo un golpe de Estado, pero fue inmediatamente destituido por el Parlamento y detenido por el presunto delito de rebelión, conspiración, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública. Horas después, Dina Boluarte ―entonces vicepresidenta― lo sucedió en el cargo.
Castillo, profesor y activista sindical, había ganado las elecciones a la presidencia en 2021, con el voto de los peruanos de las zonas rurales que durante mucho tiempo se habían sentido excluidos por el Estado y los grupos de poder. Sin embargo, desde el principio su gobierno se vio envuelto en escándalos de corrupción y estuvo marcado por la permanente inestabilidad, con ministros sin experiencia y denuncias que cuestionaban su aptitud para ejercer la función pública. Mientras en el Congreso, se gestaron varias iniciativas de vacancia presidencial desde los primeros meses del régimen.
Lo ocurrido los primeros días de diciembre no es cualquier crisis política en el Perú. El historiador y escritor José Carlos Agüero lo explica así: “En el país, hubo un conflicto armado interno, luego una dictadura, un proceso de antipolítica, una pandemia que destrozó lo poco que quedaba del tejido social y que ha llevado a un colapso social. Esa es la forma en que yo entiendo el diagnóstico del país. La gente suele decir que estamos en una crisis política que lleva a otra y a otra, pero, para mí, es otra cosa: es un colapso social, es decir cuando todo desaparece, cuando el tejido social de deshilvana, cuando las instituciones dejan de serlo”.
“En el país, hubo un conflicto armado interno, luego una dictadura, un proceso de antipolítica, una pandemia que destrozó lo poco que quedaba del tejido social y que ha llevado a un colapso social” .
José Carlos Agüero
En este escenario, Agüero señala que no solo es difícil la gobernanza, sino la propia convivencia, lo que es más difícil de superar. “Luego de una campaña gigantesca de humillación y estigmatización en las elecciones de 2021, Castillo representaba para mucha gente que votó por él algo así como su participación en la vida democrática”, señala el autor del libro "Los rendidos: sobre el don de perdonar". Y añade: “La vinculación con Castillo es fuertemente identitaria. No es programática. No son mis opiniones. Una señora en Cajamarca decía "será ignorante, será un profesorcito, pero es el que he puesto yo". La caída de Castillo es sentida como arrebatarle algo a alguien que ya ha sido humillado un montón. ¿Que esperaba el actor político que suceda con esa población a la que se ha denigrado y estigmatizado? ¿Qué se quede sentada?”.
Por eso, muchos manifestantes reclaman ahora la disolución del Congreso, la renuncia de la presidenta y nuevos comicios. El 12 de diciembre, Dina Boluarte presentó un proyecto de ley para adelantar las elecciones, pero el Congreso dilató un consenso para aprobarlo. Como las protestas no se detuvieron, el Gobierno declaró el país en estado de emergencia. Recién una semana después de la iniciativa presidencial, el Pleno del Parlamento aprobó la convocatoria a los comicios generales para abril de 2024 en una primera votación. Pero se requiere una segunda votación en una nueva legislatura a partir de febrero de 2023 para su ratificación.
Hasta las 8:00 a.m. del miércoles 21, según reportes del Ministerio de Salud y la Defensoría del Pueblo, 27 personas habían perdido la vida y 367 sufrieron heridas en el contexto de las manifestaciones reprimidas por la Policía y las Fuerzas Armadas. En ese grupo, hay seis personas que murieron en accidentes de tránsito y hechos vinculados a los bloqueos de carreteras.
Entre los heridos, 290 son policías. Durante las protestas, se han reportado también daños y ataques a la propiedad privada, la infraestructura de instituciones públicas y medios de comunicación, por parte de algunos grupos que cometieron actos vandálicos.
En Salud con lupa hemos empezado a documentar quiénes fueron las personas - entre ellas varios adolescentes y jóvenes de Ayacucho y Apurímac- que perdieron la vida, cuál fue la causa y en qué circunstancias fallecieron. En este espacio, actualizaremos la información en la medida que vayamos conociendo datos precisos de los certificados de necropsia, testimonios relevantes y otros documentos que aporten para este fin.
Apurímac
El 10 de diciembre, miles de comunidades rurales se sumaron a las manifestaciones en la ciudad de Andahuaylas, gran parte jóvenes y adolescentes de familias campesinas de Apurímac, una de las regiones más pobres del país. Sin embargo, en medio de actos vandálicos de algunos grupos y de la represión policial, hubo personas que resultaron con heridas mortales. El Hospital Sub Regional de Andahuaylas ha confirmado el fallecimiento de seis pacientes que fueron trasladados en estado de gravedad para recibir atención médica. Entre los muertos figuran dos adolescentes de 15 y 16 años.
Cristian Rojas Vásquez (19 años)
“Somos hijos de campesinos. Cristian era el quinto de seis hermanos (...) Estudiaba para ser técnico de farmacia, estaba aprendiendo a tocar el teclado en la casa musical R & T y trataba de ser un buen cristiano. El impacto de una bomba lacrimógena le dejó duras lesiones en la cabeza. Su agonía duró tres días”.
Wilfredo Lizarme Barboza (18 años)
“Wilfredo quería ser médico. Era un buen alumno, terminó el colegio en Abancay y se había matriculado en una academia preuniversitaria. Para los gastos de sus estudios, salíamos a buscar trabajo en los sembríos. Él salió a marchar el 12 de diciembre en Andahuaylas con una pancarta que decía ‘Cierren el Congreso’”.
Beckhan Romario Quispe Garfias (18 años)
“Mi hermano tenía 18 años y era un deportista talentoso. Mis padres eligieron su nombre en honor al astro del fútbol inglés David Beckham y de Romario, el delantero de la selección brasileña de fútbol. Mi hermano salió a manifestarse porque estaba harto de sentirse invisible ante los ojos de los políticos. Para ellos, los que están allá en el Congreso, la única opinión que es válida es la de los peruanos que tienen plata. El voto de provincia no vale”.
D.A.Q. (15 años)
“Desde hace tres años, David era integrante de la Base Andahuaylas del Movimiento Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes Trabajadores Organizados del Perú (MNNATSOP). Era un miembro activo en su comunidad Huaytallocc del distrito de Pampachiri, en donde se dedicaba a la chacra. Estas labores las alternaba conduciendo una mototaxi en la ciudad de Andahuaylas, a dos horas de la comunidad. Sin sus luchas cotidianas por el sustento familiar, su madre y sus tres hermanas no hubieran podido sobrevivir. Aun así, no descuidaba sus estudios, cursaba el tercero de secundaria en la I.E. Simón Bolívar de Tapaya. El domingo 11 de diciembre, acatando el acuerdo de su comunidad, salió a manifestarse, pero la represión fue brutal y lo alcanzó una bala”.
Ayacucho
“Ni las ambulancias ni las balas dejaron de escucharse en las afueras del hospital regional de Ayacucho la tarde del jueves 15 de diciembre”, recuerda el fotógrafo Miguel Gutiérrez Chero, quien estuvo allí ese trágico día haciendo un registro de lo ocurrido en la ciudad de Huamanga, capital de una de las regiones más golpeadas en la época del conflicto armado interno.
A este servicio de salud fueron trasladadas personas gravemente heridas por proyectiles de arma de fuego luego de que militares reprimieran con disparos y bombas lacrimógenas a manifestantes que intentaron tomar el aeropuerto de Ayacucho. El hospital regional confirmó que diez personas fallecieron, entre ellas un adolescente de 15 años y tres jóvenes de entre 20 y 22 años.
José Luis Aguilar Yucra (20 años)
“Mi hijo José Luis Aguilar deja un niño de dos años. Para mantener a su familia trabajaba como cobrador, en el sector construcción y en cualquier oficio que pudiera. Esa tarde del 15 de diciembre estaba saliendo de trabajar y regresaba a pie por la ruta de siempre - nosotros vivimos cerquita del aeropuerto- y se encontró con la balacera. Le alcanzó una bala en la cabeza”.
C.R. (15 años)
“A veces, mi hijo limpiaba nichos y regaba las flores en el cementerio para juntar dinero. El 15 de diciembre le dijo a su mamá que iba a trabajar en el camposanto que queda justo al costado del aeropuerto [Alfredo Mendivil Duarte], donde fue la balacera. Yo no supe nada porque estaba en Quinua. El 16, cuando lo llamé a su celular, me contestó una persona que dijo que mi hijo estaba en el hospital”.
Edgar Prado Arango (51 años)
“Su nombre era Edgar Wilfredo Prado Arango, pero para mí era mi amigo 'Monito', el de la camioneta blanca y de hablar tímido. Cuando comencé a trabajar en la Defensoría del Pueblo de Ayacucho, se solía contratar camionetas para los viajes. Uno de los conductores que prestaba servicios era 'Monito'. El 15 de diciembre, por ayudar a heridos en la balacera por la puerta de su casa, le impactó una bala en el tórax. Lloro junto a ti hoy”.
Luis Urbano Sacsara (22 años)
“Mi sobrino Luis Urbano Sacsara estuvo en el Ejército. Primero sirvió a la patria y luego continuó estudiando administración en un instituto en Ayacucho. Tenía 22 años. Él no era un delincuente como dicen. Estudiaba y trabajaba. Lo han matada por la espalda, la bala ha entrado por la espalda y salió por el corazón”.
Jhon Mendoza Huarancca (34 años)
“Con Jhon almorcé el día 15 de diciembre, a las 2:00 p.m. Luego conversamos y me dijo: ‘ya vuelvo’. Tres horas después, me llaman y me dicen que le han disparado. Cuando fui al hospital, me dijeron que no estaba, pero su cuerpo era el NN que habían llevado. Jhon era el segundo de mis cuatro hermanos, con él trabajábamos en una empresa pequeña de transporte. Con eso pagábamos el tratamiento de mi mamá, que tiene cáncer”.
Clemer Rojas García (23 años)
"Mi hijo era estudiante de mecánica automotriz en Senati. Trabajábamos juntos en el arreglo de carros. Cuando salió, me dijo que no iba a ir a las manifestaciones, sino al mercado María Reina a ver a su mamá. Cuando llamé a su celular, una persona desconocida me respondió y me dijo que tenía una bala. Le habían perforado el hígado y riñón”.
Jonathan Alarcón Galindo (19 años)
“Mi hijo Jonathan tenía 19 años. Estaba en cuarto de secundaria, pero hace poco había dejado de estudiar para dedicarse a su hogar. Tenía un niño de un año y medio y su pareja estaba embarazada de su segundo bebé. Estuvo varios días grave, la bala le destrozó sus órganos [en el abdomen] y perdió mucha sangre. Con tanto sacrificio buscamos una cama en el Hospital María Auxiliadora para trasladarlo a Lima, pero no llegó a la operación. No hubo un vuelo humanitario a tiempo”.
Leonardo Hancco Chacca (27 años)
“Mi hermano Leonardo se dedicaba al transporte en la ruta Cangallo y Huancapi. Vivía con su esposa y su hija de siete años. Fue valiente al salir a marchar por su país. Lo hirieron con dos balas en Huamanga el 15 de diciembre. Estuvo hospitalizado dos días, pero su estado era muy grave. Se nos fue. Para nosotros es un héroe”.
Raúl García Gallo (35)
“Mi esposo Raúl se dedicaba a la construcción, pero antes había servido al Ejército. Se han quedado sin su papá mis tres hijos de 14, 11 y 9 años. El 15 de diciembre había salido a participar en el paro en Huamanga y me dijo “ya vuelvo”. A las seis de la tarde, me llaman y me dan un mensaje: “A Raúl le dispararon”. Cuando fui al hospital, los doctores me recibieron con un“señora, tiene que ser fuerte”.
La Libertad
En el puente del distrito de Chao, en la provincia de Virú, un joven de 26 años perdió la vida en las inmediaciones de este lugar que había sido bloqueado por manifestantes el 14 de diciembre. Se llamaba Carlos Huamán Cabrera, era músico y estaba trabajando en una empresa de arándanos de la zona. Según la policía, su muerte se debió a que recibió una pedrada en el cráneo.
El general PNP Augusto Ríos, jefe de la III Macro Región Policial, declaró sobre el caso: "Le habrá caído una piedra que han usado los vándalos. No hay ningún muerto por proyectil de arma de fuego". Sin embargo, el certificado de necropsia de Carlos Huamán Cabrera revela otra cosa: laceración pulmonar derecha por proyectil de arma de fuego, traumatismo torácico penetrante por proyectil de arma de fuego, herida en tórax por proyectil de arma de fuego.
Los bloqueos y marchas que se produjeron en Chao dejaron 18 policías heridos, quienes fueron derivados al Hospital Regional de Trujillo para recibir atenciones médicas. Varios llegaron con golpes producidos por piedras y palos.
Carlos Huamán Cabrera (26 años)
“Mi hijo se encontraba en Chao (Virú) trabajando en una empresa de arándanos desde hace dos meses. Antes, trabajó en Lima. Era cantante de Ilusión Sensual, se dedicaba a la música y a su familia. Tenía un hijo de siete años y quería ganar un poco de dinero para construir su casa. Su necropsia dice que ha muerto de un disparo de bala en el pulmón. No que murió a pedradas en la manifestación”.
Junín
Durante las primeras horas del 16 de diciembre, las familias que vivían a pocas cuadras del puente Pichanaqui, en la región Junín, vieron la llegada del Ejército. Este puente que conecta a los distritos de la provincia de Chanchamayo había sido bloqueado debido al paro indefinido que acató la región para exigir el adelanto de elecciones generales y la renuncia de la presidenta Dina Boluarte.
Hasta ese momento, las protestas contra el nuevo gobierno se habían extendido a ocho regiones (Apurímac, Lima, Huancavelica, Arequipa, La Libertad, Puno, Ayacucho y Cusco), con el trágico saldo de 21 civiles fallecidos y otros 60 hospitalizados. Al amparo de un Estado de Emergencia declarado en todo el país, las Fuerzas Armadas y los Sinchis de Mazamari, una unidad que pertenece a la Policía, ingresaron esa madrugada al puente de Pichanaqui y comenzaron a ocupar las calles más próximas a esta vía.
Ese día murieron tres personas que no participaban en las protestas. Diego Galindo, de 40 años, Jhonatan T.C., de 17 años, y Ronaldo Barra, de 22 años, fueron alcanzados por proyectiles de armas de fuego.
Diego Galindo Vizcarra (40 años)
“Mi mamá y yo nos fuimos de la casa para refugiarnos donde unas tías. Pero mi hermano Diego se quedó porque creyó que los disturbios acabarían pronto. Por la tarde, cuando creyó que la balacera había terminado, bajó al primer piso de la casa y cruzó la calle. Pero apenas pudo dar unos pasos porque cayó al suelo. Le dieron dos balazos: uno en el brazo derecho y otro a la altura del tórax. Diego era mototaxista, a veces trabajaba en la chacra. No estaba participando en el paro en Pichanaqui”.
J.T.C. (17 años)
“Cerca de las tres de la madrugada, mi hijo Jhonatan salió a la calle para ayudar a las personas que no podían respirar por las bombas lacrimógenas. Empezó a dar agua a los que se asfixiaban. Así fue como le cayó una bala. Tenía 17 años, trabajaba en el negocio familiar y quería estudiar para convertirse en un chef”.
Ronaldo Franly Barra Leyva (22 años)
“Cuando llegué a mi casa, mi esposo me avisó que habían baleado a mi hermano. En el hospital de Pichanaqui, lo identifiqué por su ropa. Tenía el hígado perforado. Ronaldo trabajaba en una ferretería para mantener a su familia, pero quería ser policía. Ese era su sueño”.
Lima
Dos videos muestran cómo murió Víctor Santisteban Yacsavilca la noche del 28 de enero en la cuadra nueve de la avenida Abancay, en el Centro de Lima. Estaba caminando junto a un grupo de manifestantes cuando un policía le disparó un cartucho de lacrimógena a menos de treinta metros de distancia. El proyectil le cayó en la cabeza y fue mortal.
Su certificado de necropsia dice que la causa de la muerte fue: "contusión y laceración encefálica, fractura craneal, traumatismo craneoencefálico severo". A pesar de las atenciones de los brigadistas en el lugar de los hechos, los médicos del hospital de emergencias Grau confirmaron la muerte de Víctor.
Tenía 55 años y contaba las horas para conocer a su primer nieto en Argentina, a donde debía viajar en los primeros días de febrero para visitar a su hija. Víctor Santisteban, a quien su familia llamaba cariñosamente 'Bimbo', es recordado por su entorno más cercano como un hombre solidario y multifacético que siempre buscaba ayudar a los demás. Se había comprometido con una amiga a ayudarla a vender todo tipo de calzado y de esa manera solventar sus gastos.
Según Elizabeth Santisteban, su hermano Víctor había ido a recoger un pedido de calzado en el Centro de Lima aquél trágico sábado. Se topó con las manifestaciones contra el gobierno de Dina Boluarte y no pudo salir de la zona de violencia.
Víctor Raúl Santisteban Yacsavilca (55 años)
"Hoy no murió una persona, murió toda una familia. El pésame de la presidenta, del Congreso y de los policías no nos van a devolver a mi hermano. Tengo a mi padre de 74 años que se está muriendo de dolor. (...) Si ustedes pueden entrar a Twitter, TikTok, Instagram o Facebook, van a poder ver todos los videos de que a mi hermano lo mató, le destrozó el cráneo una bomba lacrimógena y no una piedra".
Equipo periodístico: Fabiola Torres, Rocío Romero, Johana Valer y Jason Martínez. / Con la colaboración de Alicia Tovar.
Este registro estará en constante actualización.