e l primer momento de vida de un bebé fuera del útero es conocido como la hora sagrada. Así suele llamarlo la mayoría de neonatólogos para destacar el valor del contacto directo piel con piel entre el recién nacido desnudo y el pecho descubierto de su madre. "Es un instante que en lo posible debería ser honrado, preciado y protegido", explica la doctora Raylene Phillips, de la División de Neonatología del Hospital Universitario Pediátrico de Loma Linda, en California, Estados Unidos.
Sin embargo, la separación entre el recién nacido y la madre tras el parto es común en las prácticas hospitalarias: a muchos bebés los envuelven en ropa antes de ponerlos en brazos de la madre o los ponen en cunas o incubadoras durante varias horas o incluso días sin justificación transparente. Esto ocurre pese a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatiza desde 2012 que "los recién nacidos sin complicaciones durante el parto deberían estar en contacto piel con piel con sus madres durante la primera hora de vida para prevenir la hipotermia y para promover la lactancia materna".
La separación injustificada de madre y bebé, así como las limitaciones para el amamantamiento se han acentuado durante los nacimientos en pandemia en la región, ya que se teme que las madres con COVID-19 o con sospecha de esta enfermedad puedan contagiar a sus hijos. El recién nacido es aislado de su mamá por 14 días.
Sobre este problema, la Academia Americana de Pediatría (APP, por sus siglas en inglés) ha actualizado sus sugerencias tras revisar nueva evidencia recolectada. En su guía recomienda ahora no separar a los recién nacidos de sus madres con COVID-19 en la habitación del hospital debido a que tienen un riesgo bajo de contagiarse de la enfermedad si cumplen con las medidas de bioseguridad esenciales, como el uso de mascarillas e higiene de manos.
La actualización de la guía, difundida el 23 de julio, marca un cambio con respecto a la primera versión publicada en abril y que abogaba por la separación temporal de los recién nacidos de madres con coronavirus.
La AAP había utilizado como referencia en ese período datos recolectados de China, donde se originó la pandemia y donde el protocolo era separar de manera inmediata a todos los recién nacidos de las madres infectadas y aislarlos durante 14 días.
"Lo que ahora sabemos es que el riesgo de que el recién nacido se infecte en el momento del nacimiento es bajo cuando se toman precauciones de seguridad para proteger al bebé", dijo Karen Puopolo, autora principal de la guía.
Puopolo señaló que el riesgo a corto plazo parece no ser mayor si la madre y el bebé se alojan juntos usando medidas de control de infecciones en comparación con la separación física del bebé en una habitación independiente de la madre. “Todavía no sabemos cuántos recién nacidos podrían enfermarse en casa después del alta hospitalaria," añadió.
En la guía se destaca también que las madres con COVID-19 pueden amamantar a sus hijos después de la higiene adecuada de las manos o extraer leche para el recién nacido, según las circunstancias. Hasta la fecha, no se ha detectado la transmisión del coronavirus a través de la leche materna. "Los beneficios de dar el pecho superan cualquier posible riesgo de transmisión del virus", dice la OMS.
Con esta información se intenta desincentivar las cuestionadas prácticas de los fabricantes de leche de fórmula, como Nestlé y Danone, que han sido acusados de utilizar la pandemia de COVID-19 para vender sus productos aprovechándose del miedo de los padres a que sus hijos puedan contraer el nuevo coronavirus.
En caso de que una madre infectada se sienta muy enferma y no pueda brindar la atención a su hijo, la AAP señala que lo apropiado sería separarlos de manera temporal y que un adulto sano cuide al bebé en la habitación de la mamá.
Con información de Agencia EFE.