Desde el brote del nuevo coronavirus, que causa la enfermedad COVID-19, farmacéuticas y centros de investigación públicos de al menos 10 países buscan posibles terapias contra la enfermedad que ya ha matado a más de 69 mil personas y afectado a más de un millón en el mundo. Hay tres medicamentos existentes, creados para otras patologías, que se están probando en ensayos clínicos para ver su efectividad en esta nueva infección respiratoria. Sin embargo, tienen patentes de exclusividad que le pertenecen a grandes empresas farmacéuticas: Kaletra, de Abbvie; Avigan, de Toyama Chemical del grupo Fujifilm; y Remdesevir, de Gilead Sciences.
Si las investigaciones en curso demuestran que estas drogas son eficaces para el tratamiento de COVID-19, “las dueñas de sus patentes pueden reclamar su derecho de exclusividad y restringir su acceso sólo a quienes puedan pagar por ellas”, advierte Dana Gill, asesora de Políticas en Estados Unidos de la Campaña de Acceso a los Medicamentos Esenciales de Médicos Sin Fronteras.
Las patentes, que son un conjunto de derechos exclusivos concedidos por un Estado al inventor de un nuevo producto o tecnología, impiden que otras empresas fabriquen, utilicen y comercialicen un medicamento. Para prolongar el mayor tiempo posible este privilegio, la mayoría de corporaciones farmacéuticas renueva de manera continua las patentes de sus medicinas con maniobras de cambios mínimos que no varían lo esencial: su efectividad terapéutica.
“Cuando las patentes solo se usan para mantener monopolios, la población más afectada es la más pobre. Los sistemas de salud de los países más pobres no pueden pagar por esta supuesta innovación y no podrán acceder a estos fármacos”, señala el grupo de investigación Plebio de la Universidad Nacional de Colombia que ha creado un repositorio sobre los efectos de COVID-19 y la propiedad intelectual.
Este es el escenario que temen Médicos Sin Fronteras y otras 145 organizaciones civiles dedicadas a la salud pública en el mundo. Si se descubre una nueva propiedad terapéutica en las medicinas patentadas, las farmacéuticas pueden legalmente reclamar el respeto de sus patentes en los países donde ya las tienen y pedir nuevas donde aún no las registran para proteger su negocio.
“Los medicamentos no deben estar sujetos a las mismas reglas que cualquier otro bien del mercado”, se lee en un reciente comunicado de la plataforma de información de medicamentos de alto impacto del Centro de los Objetivos para el Desarrollo de América Latina (CODS) y la Universidad Nacional de Colombia. En 2016, un panel de alto nivel sobre acceso a medicamentos de las Naciones Unidas ya había advertido “las incoherencias entre las reglas de comercio y de propiedad intelectual con los objetivos de la salud pública y los derechos humanos”.
Por eso, en una anterior publicación, Salud con lupa informó que existe un recurso legal que hasta ahora pocos gobiernos han utilizado para hacer contrapeso a los abusos de las farmacéuticas y proteger la salud pública: las licencias obligatorias, que son autorizaciones concedidas por los Estados a algún laboratorio para elaborar productos que de manera ordinaria no podría fabricar por estar protegidos con patentes.
Las licencias obligatorias están reconocidas en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio, vigente desde 1995, y la Declaración de Doha, suscrita en el 2001 por los países miembros de la Organización Mundial del Comercio.
Revisamos la situación actual de los fármacos Kaletra, Avigan y Remdesevir. Esto es lo que encontramos:
Abbvie: Kaletra
El antirretroviral Kaletra es un fármaco que combina las moléculas lopinavir/ritonavir y forma parte de los esquemas de terapias para controlar el VIH. Le pertenece al laboratorio estadounidense Abbvie, de propiedad de Abbott, que lo lanzó al mercado en setiembre de 2000.
Este medicamento está incluido en el ensayo clínico multicéntrico realizado en 74 países llamado Solidarity, que lidera la Organización Mundial de la Salud (OMS). El problema que encontramos está en que Abbvie ha logrado patentar su antirretroviral en distintas partes del mundo para mantener su monopolio.
En América Latina, Kaletra tiene dos patentes vigentes en el Perú que vencen en 2026; siete en México, dos de las cuales terminan en 2020, tres en 2021, dos en 2024 y una en 2026. Mientras que en Chile tiene cuatro patentes, dos concluyen en 2026 y otras dos en 2027. Además, Abbvie ha realizado solicitudes de renovación e impugnado renovaciones denegadas en Uruguay.
Abbvie ha logrado alargar sus patentes con la esta estrategia conocida en inglés como “me too drugs”. Los llamados medicamentos "me too" poseen una estructura química similar a otros que se encuentran dentro del mercado y cuya eficiencia en el tratamiento de enfermedades es conocida con anterioridad, de manera que se limitan a incorporar y patentar modificaciones que no están directamente relacionadas con la actividad farmacológica del medicamento. Así, cuando los fármacos "me too" ingresan al mercado, permiten a su fabricante tener nuevas patentes y más ganancias.
Antes de la pandemia, diferentes organizaciones que luchan por el acceso a medicamentos se unieron en una campaña global para que Abbvie permita, pese a sus patentes, la producción y comercialización de lopinavir/ritonavir genérico. La farmacéutica dio algunos permisos limitados a empresas como Mylan Laboratories de India, una de las líderes en producción de medicinas genéricas, pero su capacidad está rebasada por la demanda generada por la crisis sanitaria.
Debido a la presión para que suelte el monopolio de Kaletra, el 23 de marzo Abbvie anunció que retiraba sus derechos de patente de este fármaco. La noticia apareció en el Financial Times, pero hasta ahora la empresa no ha publicado un documento formal o un comunicado oficial al respecto.
Toyama Chemical: Avigan
El segundo medicamento con patente que aparece en ensayos clínicos en curso para COVID-19 es el antiviral Favipiravir. Salió al mercado en 2017 con el nombre comercial Avigan y se indicó para tratar gripes fuertes. En los últimos meses, científicos japoneses y chinos vieron sus efectos para tratar a los enfermos por el nuevo coronavirus.
Avigan le pertenece a la empresa japonesa Toyama Chemical, del Grupo Fujifilm. Esta misma empresa ha iniciado ahora ensayos clínicos con este antigripal para probar si es eficaz contra COVID-19. En dos estudios previos realizados con 340 pacientes de las localidades de Wuhan y Shezen, en China, el producto demostró que acelera el proceso de curación de esta infección respiratoria.
Tomaya Chemical también puede reclamar su derecho de exclusividad en los 16 países del mundo donde aún cuenta con patentes vigentes del fármaco, incluyendo dos de la región. En Brasil tiene dos patentes: una expira en 2023 y la otra en 2030. En México cuenta con una patente que vence en 2030.
El 24 de marzo, Italia autorizó su uso de emergencia para tratar a sus enfermos. El ministro de Salud italiano, Roberto Speranza, anunció que se podrá usar pese a que aún no está autorizado en Europa. Esta decisión fue respaldada por la Agencia Italiana de Medicamentos (AIFA).
Gilead Sciences: Remdesevir
El tercer fármaco aún no ha entrado a todos los mercados, pero ya tiene patentes en 70 países. Se trata del antiviral Remdesevir, fabricado por el laboratorio Gilead Sciences. En América Latina cuenta con derechos de exclusividad que vencen en 2029 en Argentina y México, y en 2031 en Colombia, Perú y Chile.
Por eso, el último 30 de marzo, 145 organizaciones civiles dedicadas a la salud pública pidieron a la farmacéutica estadounidense abstenerse de reclamar sus patentes para que Remdesevir se fabrique en forma masiva en caso de que los ensayos clínicos demuestren que es efectivo para las terapias de COVID-19. Gilead Sciences aún no ha respondido a esta solicitud.
El antiviral Remdesevir ya cuenta con una serie de recomendaciones de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para que Gilead permita su uso compasivo (un mecanismo que hace accesible terapias -que se encuentran en desarrollo o que aún no están aprobadas para su comercialización- a pacientes con enfermedades potencialmente mortales) para tratar COVID-19.
Se sabe que la Unión Europea ya ha destinado 45 millones de euros en becas y préstamos para estimular la investigación y desarrollo de terapias para COVID-19 que incluyen Remdesevir, Kaletra y Avigan. Al haber dinero público en juego para responder a esta emergencia, 61 organizaciones civiles advirtieron en un pronunciamiento que deben incluirse salvaguardas en los contratos de becas para garantizar que los tratamientos eficaces serán accesibles a todos los países y que no estarán en manos de monopolios farmacéuticos.