Noticias

No solo es el agua: la tierra y el fondo del río Chillón están afectados por el derrame de minerales

Aunque todas las alarmas se centraron inicialmente en la posible contaminación por zinc en el agua del río, los resultados de los análisis de laboratorio nos indican que debemos prestar atención al impacto del concentrado polimetálico en el suelo y sedimentos.

Toma de muestras en el río Chillón
El 14 de junio, técnicos de varios organismos del Estado acudieron a evaluar las condiciones del río Chillón tras el derrame de 34 toneladas de concentrado de zinc.
MTC

Para los vecinos de los distritos del norte de Lima Metropolitana, el río Chillón es la principal fuente del agua que llega a los caños de sus casas. Para los vecinos de la provincia de Canta, este río es, además, el recurso del que dependen sus actividades primordiales: la pesca, la piscicultura, la agricultura y la ganadería. Por ello, la alerta por el derrame del 13 de junio ante una posible contaminación por zinc puso en jaque su modo de vida.

La pesca artesanal es el pan de cada día para muchas familias de las comunidades de Canta. Todas las mañanas, desde muy temprano, se acercan a las riberas para conseguir truchas para comer y para vender, pues la trucha frita es el plato bandera de la provincia. Los canales de riego para sus cultivos también salen del Chillón. Si uno camina desde Cullhuay —lugar del derrame— hasta Pariamarca, más de 10 kilómetros río abajo, podrá ver la red de canales comunales que transportan el agua del río a las chacras. Esta agua también es usada para el ganado y, en ciertas comunidades como Cullhuay, también para el consumo de las personas.

Luego del derrame, el Ministerio de Salud recomendó que se evitara tomar agua del río hasta que se hicieran los exámenes correspondientes. El gobierno regional, entonces, comenzó a llevar bidones con agua a Cullhuay, que a diferencia de otras comunidades, no contaba con puquiales u otras fuentes de agua. Aunque no conocían el nivel de contaminación del Chillón, los comuneros lo tuvieron que seguir usando para sus animales y plantas, ya que no tenían otra opción. La producción en las piscigranjas también se detuvo y, si bien recientemente Sanipes anunció que ya podían volver a vender los peces porque habían descartado riesgo, el golpe económico no se revierte. “¿Quién iría a un restaurante a pedir una trucha? Ya el pánico en el turista y en el poblador está instalado. El productor de la piscigranja más grande de Huaros me ha dicho que los supermercados han cancelado sus acuerdos de venta con ellos. Están trayendo truchas de Churín. Va a tomar meses volver a vender”, cuenta Élmer Páez, asesor del Frente de Defensa de Canta.

Hasta el momento, para la población y las autoridades, las alarmas han girado en torno a la afectación que pudo haber provocado el derrame en el agua, pero poco se ha hablado de la contaminación que ha dejado el vertimiento en el suelo y en los sedimentos. Salud con lupa recibió en los últimos días, gracias a pedidos de acceso a la información pública, los informes de los análisis de laboratorio a las muestras de agua, suelo y sedimentos tomadas por el Organismo Nacional de Sanidad Pesquera (Sanipes), la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Los resultados muestran, no obstante, que se debe prestar especial atención a la contaminación en la tierra y en el fondo del río.

Los hallazgos de laboratorio

Primero veamos lo que nos dicen los informes sobre el agua y las piscigranjas. Entre el 14 y 16 de junio, la Dirección de Fiscalización Sanitaria de Sanipes tomó muestras de truchas de ocho piscigranjas de Canta. Ninguna de ellas sobrepasó los Límites Máximos Permitidos (LMP) —las medidas que no se deben rebasar para evitar daños a la salud y al ambiente—en el caso de zinc.

Sin embargo, una de ellas sí superó los LMP para cadmio y plomo: la Piscigranja Chicrin, ubicada en una zona colindante al derrame y que recibió una mayor cantidad de agua contaminada con el concentrado minero. Precisamente, esta es una de las piscigranjas que la empresa Volcan se abocó a limpiar. El 4 de julio, después de la compañía informara que había cuminado las labores de limpieza, los productores recibieron cartas de Sanipes que les autorizaba a volver a vender truchas.

¿Por qué se encontró cadmio y plomo? El concentrado de zinc es una mezcla de zinc con otros metales; es decir, un compuesto polimetálico. Los análisis que realizó el OEFA a la sustancia extraída del río revelaron que contenía arsénico cadmio, plomo, cobre y zinc. Esta sería la razón por la que se han encontrado cantidades elevadas de estos metales en el suelo y en los sedimentos.

La ANA, entidad encargada de fiscalizar y sancionar a las empresas responsables de este derrame, tomó cinco muestras de agua el 14 de junio, desde 100 metros antes del derrame hasta 1,1 km después. Encontró que una de las muestras (a 227 metros río abajo del lugar del accidente) tenía una concentración de plomo que sobrepasaba los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) para agua, que son las medidas máximas permitidas de contaminantes en el ambiente. El resultado fue tres veces más alto que lo establecido por el ECA. Este hallazgo coincide con lo reportado por OEFA el 22 de junio.

Además, esta muestra y la tomada a 1,1 km del derrame, sobrepasaron los parámetros de Demanda Química de Oxígeno (DQO) y Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO), indicadores para medir la contaminación. “La DBO nos va a indicar la cantidad de materia orgánica que se encuentra presente, ya que su incremento ocasiona la disminución de oxígeno, lo que va a afectar algunas especies que se encuentren ahí. Puede provocar asfixia a los peces”, explica la ingeniera ambiental Zarahí Valer, del Colegio de Ingenieros del Perú.

¿A qué nos referimos con materia orgánica? José Iannacone, doctor en Ciencias Biológicas y docente de la Universidad Científica del Sur, indica que puede tratarse de desagües de diferentes tipos, excretas de ganado o agua de piscigranjas mal eliminadas. Si bien en los análisis que realizó la ANA los tres años anteriores, la DBO y la DQO no transgredieron los parámetros del ECA para agua, no se puede decir que los resultados actuales se deban al derrame. "En este caso no estaría relacionado directamente", dice Iannacone.

Para Valer, es necesario esperar monitoreos más recientes de la ANA, que reflejen el trabajo de limpieza que se ha venido realizando. Los resultados de la institución entregados a Salud con lupa solo dan cuenta del estado del río al día siguiente al derrame. Como explicamos en una nota anterior, lo recomendable en este caso sería no consumir agua del río hasta que los análisis indiquen que regresó a su estado previo al derrame.

Los análisis más recientes corresponden al OEFA, que identificó valores bastante altos de contaminación en el suelo y sedimentos. Los sedimentos son partículas sueltas de arena, arcilla, limo, entre otras, que se acumulan en el fondo de una masa de agua. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental (Environmental Protection Agency) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los sedimentos son los contaminantes más comunes en ríos, arroyos y lagos.

El zinc y otros metales no se disuelven con facilidad en el agua, por lo que suelen caer al fondo del río y acumularse en los sedimentos. Luego, por la corriente, estos pueden ser transportados a otras localidades. El suelo que se encuentra en las riberas de los ríos sufre erosión y también puede ser arrastrado por el agua a otros puntos de las riberas.

El OEFA realizó una primera toma de muestras de suelo y sedimento entre el 14 y 17 de junio, y una segunda el 24 de junio. En los primeros resultados, las muestras de suelo superaron los parámetros de arsénico y bario de los ECA para suelo agrícola y la Guía Canadiense de suelo agrícola; y una superó los parámetros de zinc. En el segundo análisis, las muestras superaron las medidas para arsénico, cadmio y plomo de los ECA de suelo agrícola y residencial; y el zinc superó lo establecido por la Guía canadiense de suelo agrícola, que tiene parámetros menores al ECA.

En cuanto a sedimentos, en las dos oportunidades las muestras arrojaron valores elevados de arsénico, cadmio, cobre, plomo, mercurio y zinc, los que superaron los parámetros establecidos en la Guía de Calidad Ambiental Canadiense para sedimentos de cuerpos de agua continental. Sin embargo, los primeros resultados tuvieron valores más elevados que los segundos.

Resultados de los dos muestreos de sedimentos en el río Chillón

Es importante señalar que las muestras de suelo y sedimentos tomadas por el OEFA siguen dejando de lado los otros pueblos ubicados a lo largo del río: Aconchaca, San Miguel, Obrajillo, Canta, San Buenaventura y Yaso.

Las repercusiones de la contaminación

Imaginemos que en un vaso de agua echamos un par de cucharadas de azúcar. Si lo dejamos sin mover, veremos que, por la gravedad, se va al fondo del vaso. Si agitamos el vaso, el azúcar se diluye, pero no quiere decir que haya desaparecido. “Eso es lo que va a ocurrir con todos los metales que han caído al agua del río”, explica Alfredo Riboty, magíster en Salud Ocupacional y Toxicología, y docente de Medicina Ocupacional y Medio Ambiente en la Universidad San Martin de Porres. Es decir, los metales se irán rápidamente a los sedimentos (o base del río), y una menor cantidad se va a diluir por el arrastre. Con la corriente, también se liberarán pequeñas dosis de los metales que se acumularon en los sedimentos.

“Primero se han afectado las especies más grandes. Ahora, con el concentrado que se ha ido al fondo del río, los que van a ser afectados son los organismos que se encuentran ahí. Hay unos pequeños bagres. También hay comunidades de macroinvertebrados bentónicos [insectos acuáticos] y pequeños peces”, indica José Iannacone. “¿Eso cómo repercute? Hay que analizar toda la cadena de alimentación. Si afecta a los animalitos, que son la base de la cadena, entonces va a ir hasta los peces”, agrega.

Lo cierto es que los microorganismos no suelen ser tomados en cuenta cuando se habla de ecosistemas acuáticos. Incluso son pocos los estudios que abordan este tema en los ríos del país. Sin embargo, cumplen un rol muy importante. Camila Castillo, bióloga y especialista en evolución microbiana de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, comenta que hay bacterias que son sulfatorreductoras; es decir, se encargan de convertir el sulfato en sulfuro, compuesto que necesitan algunos microorganismos que son parte de la cadena alimenticia. “Si esas bacterias se ven afectadas por los metales, también se afecta el ciclo del sulfuro y, por lo tanto, el ecosistema, porque todo está relacionado”, explica.

Algunas bacterias, además, guardan y liberan nutrientes; otras, ayudan a la descomposición. De varias maneras, permiten que la vida acuática pueda sostenerse. Cada grupo de bacterias cumple un determinado rol. Al estar expuestas a la contaminación, la cantidad de bacterias en cada grupo puede cambiar: algunas aumentan, otras desaparecen. “Desde el momento que tú ves que eso está cambiando, ya hay malas noticias porque no van a poder cumplir con su rol”, indica Castillo. Aunque no hay estudios específicos sobre la afectación en ríos, se ha visto que las comunidades microbianas de suelos cambian su estructura para adaptarse al nuevo ambiente a las dos semanas de estar expuestas a contaminación por metales.

Lo mismo que sucede en el fondo del río ocurre en la tierra. Los metales pesados impiden la actividad de las enzimas, que son proteínas que aceleran los procesos químicos de un ecosistema. Las enzimas mejoran la calidad y fertilidad del suelo, y regulan el metabolismo de pequeños organismos. La exposición a elevadas cantidades de metales podría traer como consecuencia la alteración de los grupos de microbios, trayendo como consecuencia que se reduzca la fertilidad del suelo, lo que afectaría el rendimiento de las cosechas.

En el caso de los animales, el impacto depende de cada especie. Estos pueden verse expuestos a los metales directamente en el agua o ingerirlos cuando comen animales más pequeños. Si bien para algunos, como los alevines de truchas, cantidades mínimas de zinc pueden ser letales; a otros, como las conchas, sus organismos les permiten metabolizar algunos metales, y disminuir o neutralizar el daño. Por ejemplo, algunos peces metabolizan el arsénico y lo guardan en el cuerpo como azúcares o lípidos.

Posibles riesgos para la salud

¿Puede llegar esto a afectar a las personas? Para Alfredo Riboty, lo principal es que no consuman el agua del río para evitar cualquier peligro. Pero aún cuando ingieran los metales por beber agua o por comer animales contaminados, lo que va a determinar el daño es el tiempo de exposición a estos metales.

“Lo preocupante es que la persona consuma por mucho tiempo sustancias contaminadas. Por ejemplo, si una persona toma prolongadamente agua con arsénico, puede tener enfermedades a la piel así como alteraciones de los órganos internos”, señala Riboty. Por ello, considera que las autoridades están en la obligación de hacer un monitoreo durante, por lo menos, tres años.

Por su parte, José Iannacone apunta que se debe realizar una “Evaluación de riesgos para la salud humana”. Se trata de un estudio basado en el procesamiento de datos que mide el peligro de desarrollar cáncer por exposición a través de la piel y por ingesta de metales. “Eso es necesario para confirmar lo que los análisis de laboratorio [de OEFA] muestran”, dice.

¿Qué pueden causar estos metales si hay una exposición prolongada? Cada metal encontrado en el suelo y sedimentos tiene un efecto diferente en las personas. Algunos pueden generar síntomas inmediatos y otros no. Va a depender también del cuerpo de cada uno. “La sintomatología puede aparecer con los años, cuando ya el organismo está sobrecargado”, explica la doctora Rosalía Anaya, especialista en Toxicología y directora técnica del Centro Toxicológico Cetox.

Anaya indica que, por ejemplo, el arsénico puede llegar a causar cáncer de pulmón, cáncer de vejiga o cáncer de piel. El cadmio, por otro lado, puede afectar a los riñones y al cerebro. El plomo daña las articulaciones y puede traer cuadros de anemia y disminuir el aprendizaje por problemas de memoria y fatiga. Para descartar niveles excesivos de estos metales en la población, se podrían realizar dosajes en sangre y en orina y, de requerirse, comenzar tratamiento médico.

Responsabilidades legales

En este escenario, hay dos entidades encargadas de sancionar a las empresas responsables del derrame: la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC). La ANA debe asegurar la calidad en los cuerpos de agua. Si la infracción es calificada como muy grave, la entidad puede imponer una multa de hasta 10 mil UIT (46 millones de soles). El OEFA, en este caso, solo tiene el rol de monitorear las acciones de fiscalización y brindar asistencia técnica.

El MTC, por su parte, es el encargado de fiscalizar el transporte de residuos peligrosos por carretera. Las sanciones que puede imponer estarán relacionadas al presunto incumplimiento de los protocolos de transporte de la empresa y, de ser el caso, de su plan de contingencia. El OEFA indicó a Salud con lupa que el MTC también se encargaría de ver la contaminación en suelo y sedimentos.

Otro punto a precisar es que el reglamento de Protección Ambiental de Actividades Mineras contempla que, cuando la empresa que realiza la actividad minera no cuenta con transporte propio y terceriza el servicio, tendrá una responsabilidad compartida en caso suceda una infracción. “Además, Volcan también es responsable de exigir o de suplir las necesidades que podría presentar Wari Service —empresa que transportaba el concentrado de zinc— para la limpieza del derrame”, señala Fátima Contreras, abogada especialista en derecho ambiental de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA).

Más en Noticias

Más en Salud con lupa