En mis consultas de gastroenterología, siempre tengo pacientes que se quejan de que la ropa les aprieta demasiado y de que sienten que les aprieta el vientre. Es habitual escuchar: “Es como si tuviera 30 semanas de embarazo”, tanto de hombres de 65 años como de mujeres de 20.
No es de extrañar, pues, que estos pacientes sufran de inflamación, esa desagradable sensación de presión en el estómago que se estima que afecta a uno de cada cinco adultos (un fenómeno distinto pero relacionado, llamado distensión, describe el aumento visible del perímetro abdominal que suele acompañarlo).
Sin embargo, entender por qué se produce hinchazón o inflamación (y tratarla) puede ser un reto para pacientes y profesionales de la salud. “La gente piensa: ‘Ah, solo estoy inflamado’, así que a menudo lo deja pasar o considera que es una molestia insignificante”, comenta Kimberly Harer, gastroenteróloga y especialista en motilidad intestinal de la Universidad de Salud de Míchigan.
En la mayoría de los casos, la inflamación y la distensión desaparecen poco tiempo después. Pero algunas personas son más propensas a sentirse inflamadas que otras.
Quienes padecen ciertas afecciones médicas (como la intolerancia a la lactosa, la enfermedad celíaca o los trastornos que afectan la manera en la cual el intestino transporta el contenido por todo el cuerpo, como la gastroparesia) se sienten inflamados con más frecuencia a causa del exceso de gases.
Si no padeces estas enfermedades pero la hinchazón persiste durante meses, es posible que padezcas lo que se denomina hinchazón funcional. En esta categoría se incluyen enfermedades como el síndrome del intestino irritable o el estreñimiento crónico idiopático. En estos casos, las exploraciones suelen resultar normales, pero la hinchazón es un síntoma importante y recurrente que afecta la vida diaria.
Estos casos de inflamación suelen producirse no por una producción desmesurada de gases, sino por la forma en que el abdomen reacciona a estos. “En el caso de la hinchazón, en gran parte se debe a la mecánica corporal”, afirma Linda Nguyen, gastroenteróloga y profesora clínica de Medicina en la Universidad de Stanford.
Los movimientos musculares anormales —y la inflamación que provocan— pueden producirse porque los nervios del intestino y de la pared abdominal reaccionan de manera exagerada a las presiones, por lo demás normales, del interior de los intestinos (lo que se conoce como hipersensibilidad visceral).
Por ello, incluso cantidades pequeñas de gas producidas durante la digestión natural pueden causar molestias y distensión.
A menudo, los expertos recomiendan a los pacientes que primero intenten identificar, y luego eliminar, cualquier elemento de su dieta o estilo de vida que pueda estar desencadenando su hinchazón, o, como me gusta decir, “lo que te infla la panza”. Algunos alimentos, en particular los ricos en fibra insoluble, como las verduras crucíferas, las lentejas y las alubias, suelen ser los culpables más frecuentes.
Otros desencadenantes habituales son las bebidas fermentadas como la cerveza y la kombucha, el edulcorante artificial sucralosa, así como las cebollas y las frutas. En ocasiones, ciertos comportamientos como tomar bebidas carbonatadas, masticar chicle o fumar pueden aumentar el riesgo de inflamación al incrementar la cantidad de aire que se traga.
Según Harer, puesto que hay tantos posibles detonantes, puede ser difícil, o incluso prejudicial, experimentar con la eliminación de los alimentos problemáticos por cuenta propia, por lo que recomienda buscar la orientación de un nutriólogo.
En algunos casos, solucionar la causa subyacente de la inflamación requiere algo más que ajustes en la dieta y el estilo de vida. Los pacientes con gastroparesia o estreñimiento importante pueden beneficiarse de un fármaco llamado prucaloprida, que ayuda a vaciar el estómago y expulsar los residuos (los expertos no recomiendan las intervenciones caseras que vacían el intestino, como la irrigación colónica, porque pueden causar traumas o desgarros en el tracto gastrointestinal).
Las evacuaciones poco frecuentes, el esfuerzo o la sensación de no haber “vaciado” el intestino por completo también pueden contribuir a la sensación de hinchazón.
Algunas causas de la inflamación no están directamente relacionadas con el intestino. Por ejemplo, algunos pacientes que roncan o utilizan máquinas CPAP para la apnea del sueño en ocasiones presentan hinchazón adicional al despertarse por la mañana, según Harer. Los pacientes con enfermedades hepáticas pueden presentar distensión. Así mismo, la menstruación y ciertos tipos de anticonceptivos pueden aumentar la hinchazón.
Nadie debería sentirse avergonzado por los cambios en su abdomen, explicó Harer. “Los pacientes deben sentirse en libertad de hablar de la hinchazón con sus médicos y obtener la ayuda que necesitan”.
c.2022 The New York Times Company