Es muy probable que los tomates que cortas para tu ensalada tengan tantos plaguicidas que nadie los debería comer. Ese es uno de los hallazgos del último reporte de monitoreo de residuos químicos y otros contaminantes realizado por el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa). En este estudio, publicado en abril, se analizaron 3762 muestras de alimentos y de pienso (alimentos para animales como aves y porcinos) recolectadas en 24 regiones del país. Los resultados son realmente preocupantes.
La investigación se llevó a cabo el año pasado para verificar el cumplimiento de los límites máximos de plaguicidas químicos de uso agrícola, medicamentos veterinarios, metales pesados, micotoxinas y contaminantes microbiológicos, de acuerdo con las normas nacionales e internacionales. Se recogieron muestras de 28 alimentos de origen vegetal, entre hortalizas, menestras, frutas, granos y tubérculos. Los de origen animal fueron cinco: carne de res, de cerdo, de pollo, huevo de gallina y leche cruda de vaca. Asimismo, se analizaron cuatro piensos (alimentos para animales como aves y porcinos).
El análisis detectó que el 26,5% de las muestras (995 en total) rebasaban los niveles permitidos de contaminantes químicos. Además, el 7,6% (284 muestras) no cumplían los estándares respecto a contaminantes microbiológicos. Afortundamente, solo 6 muestras, equivalentes al 0,7%, presentaban parásitos.
Contaminantes químicos
Como puede verse, la contaminación en los alimentos procede sobre todo de los residuos químicos. El pimiento, el ají amarillo y el tomate son los vegetales más contaminados. En su caso, más de la mitad de las muestras superaron los límites máximos de estas sustancias. Solo uno de cada diez pimientos estaba apto para el consumo humano.
Los contaminantes químicos que se encontraron son plaguicidas, metales pesados (plomo y cadmio) y micotoxinas (aflotoxina B1 y aflotoxinas). Lo más preocupante es que también se hallaron tres plaguicidas prohibidos por su alta toxicidad: el methamidophos, monocrotophos y chlordecone.
Contaminantes microbiológicos
La quinua es el alimento en el que se detectó una proporción mayor de muestras contaminadas con microorganismos (más del 40%). También destacan el frejol y el camote: en estos productos, las muestras con un exceso de contaminantes microbiológicos bordean el 20%.
Los microorganismos detectados con mayor frecuencia fueron:
- Mohos u hongos: en frejol, haba, lenteja, pallar, quinua y trigo.
- Aerobios mesófilos: en ají amarillo, arveja, banano, brócoli, camote, cebolla, haba, lechuga, limón, maíz choclo, mandarina, manzana, papa, papaya, pepinillo, pimiento, piña, tomate, uva, yuca, zanahoria y zapallo.
El reporte también ha señalado la presencia, en algunas muestras, de Escherichia coli –causante de diarreas y cólicos abdominales– y de Listeria monocytogenes, que puede producir infecciones muy graves en mujeres embarazadas.
Contaminación de las aguas de riego
Con la finalidad de verificar la calidad del agua con la que se riegan los vegetales, se analizaron 359 muestras de agua, y se detectó lo siguiente:
- Presencia de contaminantes químicos en el 10,86% (39 muestras). Principales metales pesados: arsénico, plomo cobre, mercurio y zinc.
- Presencia de contaminantes microbiológicos en el 22,56% (81 muestras): Coliformes termotolerantes y Escherichia coli.
Los productos más contaminados
Veamos ahora el detalle de los tres productos vegetales más contaminados identificados en este monitoreo: el pimiento, ají amarillo y el tomate.
📌 Pimiento:
- Para contaminantes químicos: de las 87 muestras analizadas, 76 (87,36%) no cumplían las normas.
- Para contaminantes microbiológicos, 9 muestras (10,34%) resultaron no conformes
📌 Ají amarillo:
- Para contaminantes químicos, de las 85 muestras analizadas, 68 (80%) resultaron no conformes.
- Para contaminantes microbiológicos, 4 muestras (4,71%) superaban los límites permitidos.
📌 Tomate:
- Para contaminantes químicos: de las 208 muestras, 161 (77,40%) contravenían las normas.
- Para contaminantes microbiológicos, 6 muestras (2,88%) excedían los límites establecidos.
Las regiones con más productos contaminados
En 797 muestras se superaron los límites máximos de plaguicidas. Las regiones en las que esta infracción se repite más son Lima, La Libertad, Ica, Junín y Lambayeque.
Presencia de metales pesados en los vegetales
Además de la contaminación por agroquímicos, se han detectado metales pesados en el 6,91% de las muestras analizadas (260). El tomate y el ají amarillo son los productos en los que más se encontró cadmio. En la yuca se reportó mayor presencia de plomo.
Las regiones Ica y Lima son las que registran el mayor número de muestras no conformes por la presencia de metales pesados.
Agroquimicos prohibidos
En 136 muestras de vegetales analizadas (3,56%) se han descubierto residuos de sustancias prohibidas por su alto nivel de toxicidad, tales como el methamidophos, monocrotophos y chlordecone. La uva y el pimiento son los productos con mayor número de muestras con plaguicidas prohibidos.
Lamentablemente esta no es la primera vez que se detectan estos niveles de contaminación en los productos agropecuarios. Por el contrario, en casi todos los reportes anuales del Senasa los resultados son similares. El problema es que no se está haciendo nada para revertir esta situación que pone en riesgo la salud y hasta la vida de las personas.
Los consumidores actúan de buena fe en el mercado. Confían en que lo que se vende libremente ha pasado por sistemas de control o verificación del Estado, pero lamentablemente esto no es así.
La producción para el mercado externo es diferente. Cuando alguien quiere exportar un producto vegetal o animal debe realizar análisis y presentar las certificaciones respectivas. Si no se cumplen con los requisitos y estándares sanitarios, sus productos sencillamente son rechazados. Lamentablemente esto no ocurre en el caso del mercado interno, pues las autoridades no realizan ningún tipo de supervisión. Esto se expresa en los resultados de este reciente monitoreo del Senasa.
No hay forma de que los consumidores puedan identificar la presencia de sustancias químicas con solo ver el producto, pues detectarlas requeriría un análisis de laboratorio. Tampoco hay forma de eliminar los agroquímicos lavando, pelando o cocinando el producto. Los agroquímicos permanecerán en él inevitablemente.
Nos preguntamos: ¿alguna autoridad va a intervenir para corregir esta situación?
Productos no aptos para el consumo
El Código de Protección y Defensa del Consumidor, Ley N° 29571, reconoce el derecho que tienen los ciudadanos a consumir productos que no pongan en riesgo su salud. Incluso establece que, si se detectan riesgos no previstos en un producto, las entidades competentes deben disponer su retiro y advertir al público para que no lo consuman.
Por su parte, la Resolución Ministerial Nº 1006-2016-MINSA estableció los límites máximos de residuos (LMR) de plaguicidas de uso agrícola en alimentos de consumo humano. En el numeral 6.2 se dispone que “Todo alimento que sobrepasa los LMR establecidos en la presente norma sanitaria es considerado de riesgo y no apto para el consumo humano, debiendo la autoridad competente aplicar las medidas sanitarias de seguridad que corresponda para proteger la vida y la salud de los consumidores”.
Siendo así, ¿cómo es posible que el 87,36% del pimiento, el 81,25% del ají amarillo o el 77,40% del tomate se vendan en el mercado nacional con exceso de contaminantes químicos, y en consecuencia no aptos para el consumo humano, y ninguna autoridad haga nada al respecto?
Autoridades responsables
Al Senasa le corresponde velar por la calidad sanitaria y contribuir a la inocuidad agroalimentaria. Lamentablemente está más interesado en apoyar al mercado de la agroexportación que en mejorar las condiciones de producción y uso racional de agroquímicos para el mercado interno.
A las municipalidades les corresponde vigilar que los productos agropecuarios que ingresan al mercado interno cumplan con las condiciones y requisitos para que sean aptos para el consumo humano. Lamentablemente ninguna municipalidad del país ha asumido esa función. Generalmente se escudan en que no tienen recursos ni capacidad técnica para hacerlo.
Al Indecopi, como Autoridad Nacional de Protección del Consumidor, le corresponde la implementación de un sistema de alerta que permita la acción adecuada ante la identificación de productos que comprometan la seguridad o salud de los consumidores. Sin embargo, nunca se ha escuchado de ninguna alerta, ni del Senasa ni del Indecopi, frente a esta contaminación por el uso indiscriminado de agrotòxicos en alimentos que consumimos todos los días.
El Ministerio Pùblico, según su Ley Orgánica, “es el titular de la acción penal pública, la que ejercita de oficio, a instancia de la parte agraviada o por acción popular, si se trata de delito de comisión inmediata o de aquellos contra los cuales la ley la concede expresamente”. Las autoridades que omiten el cumplimiento de sus deberes y funciones son pasibles de sanciones de carácter penal, más aún cuando con esta omisión se está poniendo en riesgo la salud y la vida de los consumidores. No obstante, el Ministerio Público no ha sido activo en el control de la legalidad y el correcto ejercicio de las funciones del Senasa y los gobiernos locales con relación al uso irracional e ilegal de los plaguicidas.
La Defensoría del Pueblo, en su Ley Orgánica N° 26520, establece que a ella “le corresponde defender los derechos constitucionales y fundamentales de la persona y de la comunidad; y supervisar el cumplimiento de los deberes de la administración pública y la prestación de los servicios públicos”. Claramente, en este caso las autoridades competentes no están cumpliendo sus deberes.
Entonces, si las normas son tan claras, así como las competencias y responsabilidades asignadas, ¿por qué tanta impunidad frente a un tema tan delicado y que pone en riesgo la salud y la vida de toda la población?