Salud mental

¿Cómo afecta el aislamiento social a las personas con ideas suicidas?

La incertidumbre está agudizando los problemas emocionales en millones de personas alrededor del mundo. Ahora más que nunca necesitamos aprender a conversar sobre lo que realmente pensamos y sentimos.

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Los ejercicios de conciencia plena, o mindfulness, son una herramienta eficaz para equilibrar nuestras emociones. Muchos se pueden practicar en casa.
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Desde hace algunos años más y más personas reconocen la necesidad de hablar del suicidio. Tenemos cifras que demuestran que este tipo de muerte está en aumento, que cada vez se presenta en gente más joven y que atraviesa todo círculo socioeconómico. Somos conscientes de esa realidad pero seguimos sin abordar el tema de la manera correcta. Ahora, sumidos en una pandemia, hablar del suicidio sin estigmas es una necesidad urgente.

En noviembre del año pasado, la periodista Nylah Burton, especialista en temas de salud mental e identidad, intentó quitarse la vida tras sufrir varios meses los efectos de un trastorno bipolar. Luego de superar la crisis, se propuso a sí misma dedicar todo el 2020 a su recuperación. Tenía planeado salir de viaje, reunirse más con sus amigos, retomar su propia escritura. Tres meses después, la pandemia de COVID-19 la hundió de nuevo en la soledad. Tras un intento de suicidio, una persona se encuentra más vulnerable sobre todo si no busca ayuda profesional. Es un periodo muy delicado en el que necesita la red de apoyo de su familia y amigos, de psicoterapia regular y tratamiento farmacológico, de nuevos propósitos y formas de distracción. En un contexto en el que nos obligan a estar aislados en casa, con la angustia constante de contraer un virus, ¿cómo aliviar esa angustia?

Un artículo publicado en la revista médica JAMA Psychiatry explora la relación que existe entre la práctica del distanciamiento social y el aumento del peligro de suicidio. Nylah Burton cuenta que sentirse completamente sola y abandonada la ha hecho pensar que no tiene más opciones para continuar. Desde que empezó la cuarentena en Nueva York, ciudad donde vive, ha sufrido un par de crisis debido a la sensación de aislamiento. “Me acurruqué en la cama y lloré sintiendo que me había encerrado en una tumba”, relata. Aparte del temor a ser etiquetado como “cobarde” o “alguien que solo quiere llamar la atención”, una persona con ideas suicidas ahora también debe enfrentar la posibilidad de que algunas personas consideren su tormento una frivolidad en medio de una crisis mundial.

Las personas que optan por acabar con sus propias vidas lo hacen por distintas razones: predisposición neurobiológica, diagnósticos psicológicos y psiquiátricos, experiencias adversas, trauma, negligencia, estrés agudo, entre otras. A todas ellas ahora se les suma un miedo en común: una nueva enfermedad que se expande muy rápido y de la que aún se sabe muy poco. Convivir con la incertidumbre y afrontar una situación sobre la que no se tiene control agudizan en muchos casos el sufrimiento que lleva a pensar en el suicidio. Un estudio realizado por la Fundación Well Being Trust e investigadores afiliados a la Academia Estadounidense de Médicos de Familia calcula que en la próxima década hasta 75.000 personas adicionales podrían morir por “muertes de desesperación” como resultado de la crisis del coronavirus, un término que se refiere a suicidios y al abuso de sustancias.

También debemos mencionar que la preocupación frente a una amenaza real y la angustia colectiva que ha impuesto la pandemia podría disipar los conflictos internos en algunas personas. El fundador de Brooklyn Minds, una organización que promueve la salud mental, señala que sus pacientes con pensamientos suicidas se han mostrado estables hasta ahora, debido quizá a los cambios vinculados con la COVID-19. Por lo general, una persona sin ganas de vivir suele sentirse extremadamente sola e incomprendida, absorbida por una espiral de desesperación y desconsuelo frente a un mundo indiferente que no parece entenderlo. Pero en la realidad actual, con el planeta entero experimentando una tremenda sensación de incertidumbre, esta misma persona ya no se encuentra del otro lado del cristal, contemplando la alegría del resto, sino más bien comparte su angustia con ellos.

Se tendrá que esperar a que pase el tiempo para conocer el verdadero impacto de esta crisis sanitaria en nuestra sociedad, mientras tanto ocupémonos de lo que sí podemos hacer hoy. Cuando pensemos en las dificultades que el aislamiento social plantea para quienes soportan ideas suicidas a diario, pensemos también en lo que podemos hacer por ellos. Si les ofrecemos una compañía respetuosa y un espacio seguro para expresar sus sentimientos, les confirmaremos que tienen un lugar valioso entre nosotros. Nuestra empatía podría amortiguar su dolor.

¿Qué puedes hacer si tienes pensamientos suicidas en cuarentena?

  • Aplica las estrategias de mindfulness, o conciencia plena, que puedas hacer en casa. Toma unos minutos al día para concentrarte en tu respiración, presta atención a algunos sonidos de la calle o a la sensación del algodón de tu camiseta sobre tu piel.
  • Retírate de situaciones sociales que puedan detonar tu ansiedad. Evita participar de discusiones en el hogar, consumir demasiadas noticas al día y la agitación colectiva de las redes sociales. Solo tú puedes definir qué es lo que más te afecta.
  • Si te encuentras en una crisis emocional, conduce a tu mente a concentrase en sensaciones corporales y aplacar tus pensamientos de agobio. Podrías tomar un par de hielos de la nevera y prestar atención al frío que sienten tus manos.
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